En la primera película que vi de Alexander Payne, “Los descendientes”, me sorprendió la extrema sensibilidad con que este director abordó el tema de la pérdida de un ser querido. Cuando la medicina ya nada puede hacer por ti, decidir, vía testamento vital, si quieres o no que tu corazón siga latiendo conectado a una máquina. Que familiares y amigos acepten la decisión, sin juzgarla, y se preparen para la despedida, siempre triste y difícil, pero digna.
Una
campaña publicitaria engañosa, de esas dirigidas a pobres incautos e ingenuos
sin maldad, le anuncia a Woody Grant (¡fantástico
Bruce Dern!) que ha ganado un millón de dólares. A partir de ese momento se
levanta cada mañana con un único objetivo en su vida: viajar a Nebraska para
cobrar el premio.
Al
igual que la muerte, la vejez prácticamente se ha convertido en un tema tabú en
el cine, salvo que seas un septuagenario a la imagen y semejanza de Clint
Eastwood o Robert Redford, que lo mismo apalean a jovencitos chulescos que se
ligan a mujeres veinte años más jóvenes. Por eso, que el protagonista sea un
anciano con síntomas de demencia es algo tan sorprendente como inesperado.
Payne
no adorna la vejez, ya que el deterioro físico y cognitivo del protagonista se
muestra en toda su crudeza, pero sí la desdramatiza, presentándola como una
etapa más de la vida, con sus inconvenientes, sí, pero también con sus
ventajas. La enfermedad, los años, te dan una visión diferente del mundo, te
liberan de convencionalismos y te impulsan a llamar a las cosas por su nombre.
Lo que queda después es lo que verdaderamente importa.
Esta
película narra un viaje a las entrañas de la familia. De pequeños no
comprendemos el comportamiento de los adultos ni las decisiones que adoptan.
Nuestro mundo se divide en blanco o negro y somos incapaces de percibir los
matices. Por eso cuando David, después de años separado de un padre alcohólico del
que solo recuerda su falta de atención y cariño, decide apoyarle en esa absurda
empresa, comienza a descubrir al hombre que se esconde detrás de la figura
paterna.
Durante
dos horas, acompañando a David y Woody en su camino hacia Lincoln, la capital de Nebraska, atravesamos
las Grandes Llanuras, una amplia meseta que se extiende al este de
las montañas Rocosas. En ese viaje por la América rural (que me trae a la memoria tanto a John
Steinbeck y sus “Uvas de la ira” como a Hopper y “La casa Lombard ")
disfrutamos de unos impresionantes paisajes y una maravillosa fotografía. Que
la película esté rodada en blanco y negro le confiere un halo romántico y muy
poético.
La
esplendida música que acompaña a las imágenes logra que el calificativo que
define esta historia, entrañable, adquiera su máximo significado.
La
visita a la familia de Woody (hermanos,
cuñadas y sobrinos), en su pueblo natal, nos ofrece momentos hilarantes (un sentido del humor que recuerda mucho al
manchego). Ir conociendo a los amigos de la juventud de su padre, a su
socio, a su ex novia, le va mostrando a David la clase de persona que éste era
y que tanto difiere de sus recuerdos de infancia.
Todos los personajes dejan huella, pero entre ellos destaca Kate Grant, la matriarca (maravillosamente interpretada por June Squibb que, a sus 84 años, está nominada al Oscar por primera vez), una abuela con un genio endemoniado, malhablada y siempre enrabietada, que sin embargo nos proporciona tanto momentos conmovedores (cuando le alisa el pelo a su marido en la cama del hospital y se despide de él con un tierno beso) como otros chuscos y desvergonzados (cuando acude al cementerio a presentar “sus respetos”).
La
memoria de Woody se desvanece por momentos pero hay tres deseos que le
mantienen atado a la realidad: comprar una camioneta nueva, un compresor de
aire y dejarle algo de dinero a sus hijos.
Hay lugares a los que merece la pena viajar.
Sin
duda alguna “Nebraska” es uno de
ellos.
Pues si, me ha gustado. Y lo del pueblo tiene algo de manchego, jeje, es verdad...
ResponderEliminarMe alegra cuando coincidimos en pelis como ésta. Sabía que te gustaría.
EliminarSi, me parece muy buena, de lo mejor de este año
ResponderEliminarLa mejor interpretación de Bruce Dern. Es curioso, al parecer le habían ofrecido primero el papel a Gene Hackman...
ResponderEliminarBuena crítica para una buena película.
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