martes, 8 de julio de 2014

Al filo del mañana. Homenaje a los clásicos.

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Tom Cruise y Emily Blunt preparándose para atrapar a unos cuantos pulpos...

Hoy en día es muy difícil plantear una película de ciencia ficción original, al menos, en el subgénero de la ciencia ficción militar. Veamos el ejemplo de “Al filo del mañana." Se situa en la tierra, en un futuro próximo. Finalmente, una raza de aliens cabronazos ha conseguido invadirnos. Son como una mezcla entre el clásico octavo pasajero y el Kraken, pero a cámara rápida. Su velocidad y destreza en el combate les hace casi invencibles. Ya de entrada tenemos aquí muchas influencias, desde el calamar gigante de 20.000 leguas de viaje submarino, hasta Aliens. Los bichos se han hecho fuertes en la Europa continental, así que la OTAN prepara un segundo desembarco de Normandía desde Londres. De nuevo, homenaje a todas las películas de guerra que reflejaban la angustia de los paracaidistas, los planeadores sacudidos por la artillería antiaérea, Salvar al soldado Ryan, etc. La influencia más directa, sin embargo, es de la novela Starship Troopers, la más importante en este subgnénero, con los soldados en espectaculares exoesqueletos saltando de sus naves para aplastar bichos en planetas exóticos. Una pena que en su adaptación al cine se perdiera esa parte.

La película podría haber sido una más de serie B, pero el director, Dough Liman, que había dirigido la entretenida “The Bourne Identity”, y la pesadísima “Mr and Mrs Smith”, se deja influir por otra película, en este caso procedente de la comedia: Atrapado en el tiempo (1993). En aquella ocasión, Bill Murray se veía obligado a vivir el mismo día una y otra vez. En este caso, será el turno de Tom Cruise, que aprovechará las vueltas sucesivas al pasado para intentar mejorar su rendimiento de soldado forzoso.


En su empeño por transformar Europa en una caldereta de pulpo, contará con la ayuda de Emily Blunt. Ambos actores están rodando bastante cine de acción y ciencia ficción (looper y the adjustment bureau en el caso de Blunt, Oblivion y la Guerra de los mundos en el caso de Cruise).

La película resulta muy entretenida, la acción intensa pero no apabullante, los efectos creibles, cierta dosis de humor, y la violencia contra los pulpos no resulta desagradable. En fin, otra película que contribuye al reciente renacer del género de ciencia ficción, que nunca debió de ser descuidado.

viernes, 4 de julio de 2014

El lobo en invierno. Charlie Parker contra el mal.

Disposición 6169 del BOE núm. 140 de 2014

Desde que nuestro amigo Rodrigo propusiera al autor John Connolly dentro del club de novela negra Taiga, se ha convertido en uno de mis autores preferidos.  Hace años que sigo la serie del atormentado Charlie Parker, personaje a medio camino entre un detective convencional y un angel justiciero, que consta ya de bastantes títulos:

  • Every Dead Thing 1999Todo lo que muere
  • Dark Hollow 2000El poder de las tinieblas
  • The Killing Kind 2001Perfil asesino
  •  The White Road 2002El camino blanco,
  • The Black Angel 2005El angel negro
  •  The Unquiet 2007Los atormentados,
  • The Reapers 2008Los hombres de la guadaña,
  • The Lovers 2009Los amantes,
  • The Whisperers 2010Voces que susurran,
  • The Burning Soul 2011 - "Cuervos"
  • The Wrath of Angels 2012 - "La ira de los ángeles”
  • The Wolf in Winter 2014 


Para entender la historia de Parker y de su peculiar universo, una mezcla de novela negra y fantástica, conviene leer primero “Todo lo que muere”, ya que ofrece las claves del resto de entregas. En realidad, se trata de una gran novela en la que cada libro  podría considerarse un capítulo. La trama de fondo es siempre la misma, y los personajes principales se repiten. Así, el detective Parker contará con dos fieles aliados, la pareja formada por Angel y Louis (ladrón y asesino respectivamente), y con la colaboración esporádica de los brutales hermanos Fulci. Junto con algún aliado más, se las tendrá que ver con una temible galería de siniestros personajes, como el Coleccionista, un aficionado a los trofeos de una modalidad de caza un tanto peculiar…

En su última novela, todavía no traducida al español, The wolf in winter, Connolly vuelve a introducir sus temas preferidos: una secta religiosa, un misterio centenario, un grupo de personajes siniestros, víctimas inocentes, y un solitario Parker intentando resolver el misterio. La ambientación nos lleva de nuevo a las pequeñas comunidades rurales de Maine, las preferidas por el autor para ocultar el mal debajo de un metro de nieve.

La novela vuelve a resultar entretenida, y resultará interesante para los seguidores del autor. Si no se ha leido nada de él, lo mejor es empezar por Todo lo que muere. Diversión y miedo asegurados. Igual que la anterior, recientemente traducida y publicada en España: la ira de los ángeles.

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/06/09/actualidad/1402313328_284147.html

Curiosamente, John Connolly acaba de comenzar una nueva serie de novelas, escritas en colaboración con Jennifer Ridyard, en el género de ¡ciencia ficción!. 


Habrá que leerla….

jueves, 3 de julio de 2014

El ruido y la furia


La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada”, (Macbeth, Acto V, Escena V).

No importa si este William tomó el título prestado de la obra de su tocayo Shakespeare: si has conseguido llegar a la última página habrás comprendido que esta novela difícilmente podría haberse llamado de otra manera.

El ruido, mucho ruido, te ensordece ya en el primer capítulo. No existe una narración como tal sino que Faulkner nos va presentado las premisas de un experimento literario, original y novedoso, antes de llevarnos a una conclusión argumental. Para ello utiliza a los tres hermanos varones de la familia Compson: como si de un videojuego invertido se tratara, nos obliga a empezar por el nivel más elevado a partir del cual, si logramos superarlo, comienza un descenso en el que cada escalón, representado por uno de los hermanos, te hace más accesible la historia. 

El nivel cuatro lo encarna Benjy. Faulkner comienza introduciéndonos en la mente del hermano idiota: andanadas de pensamientos sin orden ni sentido, mezclados en el tiempo pasado, presente y futuro. Giramos, caemos y volvemos a caer intentando desentrañar el nombre, el sexo, la raza o el parentesco de la persona que habla en cada momento, mientras nos ponemos del lado de Luster, “un hombre de 14 años. El cual no sólo era capaz de encargarse del cuidado total y la seguridad de un idiota que tenía dos veces su edad y tres su tamaño, sino que además le entretenía”, y exclamamos exasperados con él: “¿Es que no va a dejar de berrear y babearse?”.

Ruido.

En el nivel tres Quentin, “el cual no amaba la idea del incesto que no cometería, sino cierto concepto presbiteriano de su castigo eterno”, al que la familia le dio la mejor oportunidad, nos aturde con sus dilemas morales y sus sentimientos de culpa. Ese hermano tan considerado que, antes de suicidarse, esperó a “terminar el año académico en curso y así obtener todo el valor de su educación pagada por adelantado, (…) porque el trozo de terreno que había sido vendido para pagar la boda de su hermana y su año en Harvard, había sido la única cosa, exceptuadas esa misma hermana y la visión del fuego, que su hermano menor, idiota de nacimiento, había querido”.

Ruido.

El nivel dos nos acerca a Jason IV, soltero y sin hijos, el último de la dinastía. Privado de las oportunidades que tuvieron sus hermanos, en quienes se gastó todo el dinero obtenido por la venta del prado, “empleó sus propios ahorros procedentes de su escaso sueldo como dependiente de un almacén para mandarse a sí mismo a una escuela de Memphis donde aprendió a clasificar y valorar el algodón”. Distante, cruel, frío. ¿Y cómo no serlo? De los Compson, una familia sin posibilidad de redención, Jason, el último, el que no tiene alma, es quien debe cumplir la condena.

Furia.

Si tuviera que elegir un personaje de la novela sin dudarlo me quedaría con Jason. Privado del cariño y atención que el resto de los miembros de su familia se reparten entre ellos, crece solitario, apegado a su abuela cuyo fallecimiento representa un duro golpe porque supone perder el único vínculo afectivo que le hace sobrellevar su infancia. Me conmueve que, pese a su falta de cariño, tras la muerte de su padre “asumió la entera carga de su decadente familia en la decadente casa, soportando a su hermano idiota debido a su madre, sacrificando todos aquellos placeres que le hubieran correspondido por derecho y justicia y hasta por necesidad a un soltero de treinta años para que la vida de su madre siguiera siendo lo más parecida posible a lo que había sido”.


Él es la furia, “esa furia roja e insoportable que aquella noche, y a intervalos recurrentes de casi idéntica fuerza durante los siguientes cinco años, llegó a hacerle creer que en algún momento de descuido podría destruirle”.

Es indudable que en esta novela la FORMA tiene tanto protagonismo o más que el contenido. Es ella quien te zancadillea y es ella quien casi te tumba. Pero también es ella quien, si logras vencerla, te mostrará el premio por haber llegado al nivel uno: la satisfacción de haberte enfrentado a un gran escritor y haber salido indemne del reto intelectual que leer esta novela supone. 

Una lectura tan irritante en sus inicios como sorprendente según avanza y gratificante cuando llegas al final.

Una experiencia literaria costosa de digerir pero difícil de olvidar.