domingo, 28 de diciembre de 2014

Vikingos sin cuernos


Vikings” es una serie creada por Michael Hirst, productor y guionista inglés conocido por su anterior serie, Los Tudor, que tengo pendiente por recomendación de Teresa, y por la película “Elisabeth”. En esta ocasión, su pasión por la historia le ha llevado interesarse en esos simpáticos muchachotes del norte, los vikingos. Y es que antes de las canciones de Abba y los muebles de Ikea, los nórdicos tenían bastante mala baba…
La época vikinga transcurre desde el año 789 al 1100. Durante esta etapa, comerciantes guerreros escandinavos exploraron gran parte de Europa, Islandia, Groenlandia e incluso llegaron a Norteamérica. Se alegan distintas razones para estas oleadas de exploraciones y saqueos: exceso de población, inactividad durante el duro invierno nórdico, disputas internas…
En todo caso, sus ataques de rapiña tuvieron bastante éxito, comenzando en Inglaterra en el año 793, y sembrando posteriormente el terror en toda Europa. Al principio, viajaban en pequeños grupos, con sus ágiles barcos capaces de remontar ríos. Posteriormente, se organizaron en grandes flotas, y fundaron asentamientos permanentes en diversos sitios, o capturaron ciudades y territorios, sobre todo en las islas británicas y en Francia (Normandía). También atacaron grandes ciudades, como Londres y París, e incluso en alguna ocasión, Cádiz y Sevilla, aunque se encontraron con una oposición importante por parte de los Omeyas. Luchando contra ejércitos más organizados, sufrían grandes pérdidas.
Su fiereza y habilidad en la lucha hizo que muchos gobernantes prefirieran pagarles antes que enfrentarse a ellos.  Su principal ventaja tecnológica fue el drakkar, un barco ágil, ligero y resistente. Su pequeño calado le permitía navegar casi en cualquier sitio. Incluso podía ser transportado tierra adentro con bastante facilidad. Llevaban una sola vela cuadrada, y remos.
La serie narra la historia de las primeras incursiones en Inglaterra, y se basa en hechos históricos, pero también en la saga del guerrero Lagnar Lodbrok, un rey semilegendario de Dinamarca y Suecia. Al parecer, el trabajo de documentación ha sido extenso, y se nota en detalles como los curiosos sistemas de navegación utilizados para adentrarse en mar abierto, las armas, las tácticas...y por fin dejan de llevar cuernos en los cascos, aunque sea duro asumirlo habiendo crecido con la serie Vickie el Vikingo...

http://blogs.20minutos.es/yaestaellistoquetodolosabe/sabias-que-los-cascos-vikingos-realmente-no-llevaban-cuernos/ 

http://www.abc.es/archivo/20140409/abci-vikingos-verdades-mentiras-sanguinarios-201404081350.html

La serie recoge también aspectos característicos de la sociedad vikinga, como el importante papel de la mujer, la libertad sexual, sus duras pero democráticas leyes, el enorme peso de las creencias mágicas y religiosas, etc. Otro acierto de la serie es la estupenda fotografía, que plasma la impresionante naturaleza y la luz mortecina del norte, aunque ha sido rodada en Irlanda.
Lagnar es bien interpretado por el actor y modelo australiano Travis Fimmel, casado con la también semi legendaria guerrera Ladgerda(Katheryn Winnick). Lagnar se enamoró de ella cuando vio que además de guapa, sabía arrear cuando la cosa se ponía fea…
La serie cuenta con una segunda temporada que no he visto, y el año que viene llega la tercera, así que tenemos vikingos para rato. No faltará el espectáculo: intrigas, batallas, incursiones, aventuras, sexo, magia, sangre, cerveza, humor bruto y caña vikinga a tope. Una serie bien planteada y muy entretenida.
 
 
 
 

lunes, 22 de diciembre de 2014

True detective


True detective

 


Hace poco, en el club de novela negra de la librería Taiga de Toledo, leímos “Galveston”, la primera novela de Nic Pizzolatto. La obra resulta interesante y bien escrita, aunque no contentó a todo el mundo. En mi opinión, flojea un poco en su parte intermedia, pero tiene un arranque y un final acertados. Este escritor de Nueva Orleans, sin embargo, es bastante más conocido por ser el creador de la estupenda serie “True detective”, producida por la HBO. Pizzolatto es el llamado “showrunner” de la serie, una figura clave en la producción de la misma, sin traducción clara al español.
La primera temporada de la serie, la única emitida hasta el momento, está ambientada en la Luisiana profunda, y  narra la investigación de una serie de extraños crímenes por parte de dos duros detectives. Martin Hart, estupendamente interpretado por Woody Harrelson (Cheers, No es país para viejos), es un buen policía, pero convencional, aparentemente conservador, e hipócrita. Para resolver el caso, es emparejado con un extraño tipo, el genial y medio loco Rustin Cohle, encarnado por un Matthew  McConaughey en la cumbre de su carrera. Este actor está recibiendo encargos cada vez más complejos y exigentes, como su papel de enfermo de Sida en Dallas Buyers Club. Estupenda su breve pero intensa aparición en El lobo de Wall street…
Cohle es un tipo con un pasado oscuro, nihilista, con un cierto humor negro, y quizás tierno en el fondo. Sus explicaciones filosóficas en los largos viajes en el coche patrulla descuadran a Hart, que ve como a pesar de su aparente locura, los comentarios des Cohle no van desacertados. Ambos tendrán que superar sus diferencias si quieren llegar a buen puerto en una investigación larga y compleja. Su relación es una de las mejores historias de desencuentros y amistad vistas en la pequeña pantalla.
La serie recoge todos los tópicos que esperamos de una serie policiaca: personajes siniestros, corrupción política, alcohol, sexo, y violencia. A ellos se les suman los del sur profundo, con sus fanáticos religiosos, su conservadurismo y su pobreza. Sin embargo, los creadores de la serie consiguen mostrarlo todo con una nueva perspectiva, y la historia resulta bastante original. Quizás sea la estupenda combinación de música y una fotografía magistral, o un guión bien pensado y dosificado, tal vez la narración en dos tiempos, o una combinación de todo ello. En todo caso, el resultado resulta fantástico.
Es una serie para ver con tranquilidad, en versión original si puede ser, y en buena calidad, porque cada escena está cuidada hasta el último detalle, y cada episodio resulta mejor que el anterior. Una serie de culto, un “clásico inmediato”, como dicen en EE.UU. Esperemos que la segunda temporada mantenga el mismo nivel.  Por lo que leo, va  a ser muy distinta.
Nuestra amiga Teresa escribe sobre esta serie en Calibre 38.
Y aquí tenemos la impresionante cabecera de la serie, con el tema “Far from any road”, del grupo The Handsome Family.
En dos minutos y medio nos da las pistas necesarias para prepararnos a un largo viaje por las polvorientas carreteras secundarias de Lousiana…
El final de la serie no ha gustado a todo el mundo. Si ya la has visto, aquí tienes un buen artículo al respecto.
 

sábado, 20 de diciembre de 2014

EXODUS

Épica, grandilocuente, espectacular, ampulosa, pomposa.... y hueca.
Los aficionados al cine no podemos evitar acercarnos a esta nueva visión de la historia de Moisés sin tener en la mente "Los diez mandamientos", de Cecil B. DeMille, que allá por el año 1956 obtuvo siete nominaciones a los Óscar, incluyendo mejor película, y que se llevó el de mejores efectos especiales.
¡Difícil olvidar la imagen del imponente Charlton Heston, con su melena y su barba blanca, rompiendo las tablas que contenían la ley de Dios para mostrar al pueblo díscolo y desagradecido la ira de éste!
Lo de empezar con una batallita en la que Moisés tiene la ocasión de demostrarle a su casi hermano Ramsés lo poco que se merece el puesto de heredero del faraón, hace chirriar los goznes de la historia desde el principio.
Continuamos con desfiles a lo "Cleopatra", carreras que imitan la archiconocida escena de "Ben-Hur" y un poblado egipcio que tan pronto te trae a la memoria las favelas de Río de Janeiro como las casas de "Distrito 9".
La elección de Joel Edgerton, actor de origen australiano al que yo conocí gracias a "The Secret Life of Us", serie también australiana que narra la vida de ocho jóvenes que comparten un apartamento, deja mucho que desear porque más que un Dios en la tierra (imagen que sí proyectaba el majestuoso Yul Brynner) evoca a un faraón cervecero al que para completar su perfil de poligonero lo único que le falta es tunear su cuadriga añadiendo dos potentes altavoces que atronen a su paso al personal con el "chunda, chunda" correspondiente.
La química que existe entre María Valverde y Christian Bale se pierde en el pésimo doblaje de la actriz española, cuyos labios se mueven a un ritmo diferente al de las palabras que salen por su boca.
Aarón Paul, en el papel de Josué, por los ojos de alucinado que pone cada vez que pilla a Moisés hablando solo, parece que sigue colocado con la famosa meta azul que fabricaba junto a Walt en "Breaking bad".
Sin duda el mejor es Christian Bale quien, tirando de oficio, hace creíble su personaje dentro de los límites que la visión, más bélica que religiosa, del director le permite.
Y así llegamos a Dios. Lo de que aparezca representado con forma de un niño caprichoso y enterado no ayuda mucho. Donde esté la zarza ardiendo que se quite ese mocoso gritón. Cada vez que se agarra una pataleta (¡se van a enterar estos príncipes egipcios que llevan años considerándose dioses!) te dan ganas de darle un coscorrón para que se calle de una puñetera vez.
Aunque a los espectadores más frikis les molarán las plagas con sus cocodrilos, moscas, saltones, gusanos, etc, el desarrollo de éstas deja en muy mal lugar a Moisés, un simple mensajero que ni pincha ni corta, que a lo más que llega es a ser instructor de un futurible ejército hebreo al que se dedica a entrenar en el manejo del arco y la espada (no entiendo cómo se las apaña ya que, como esclavos que eran, estaban sometidos a jornadas laborales de veinticuatro horas, a pan y agua y de postre latigazo que te crió).
El fiasco mayor llega cuando en el momento de cruzar el Mar Rojo abrimos los ojos expectantes esperando ver como Dios separa sus aguas en dos y nos encontramos con una simple bajamar. Eso sí, cuando los hebreos ya han cruzado y los egipcios están por la mitad asistimos a un momento "Lo imposible" con tsunami incluido y Ramsés como único superviviente después del remojón.
Para rematar la faena Moisés tiene que tallar en la piedra, a mano, los diez mandamientos tarea en la que invierte tanto tiempo que cuando baja del monte se encuentra con que su pueblo, aburrido se ha entregado a la orgía y el desenfreno.
Estamos ante una solemne, pesada y aburrida adaptación, una grandiosa nada, una épica superficialidad: ni profundiza en la relación fraternal, ni en las relaciones amorosas, ni en la cuestión religiosa.
Decepcionante este "Príncipe de Egipto" que parece un intento de película de acción (tal vez por aquello de que Ridley se la dedica a su hermano Tony ya fallecido), aspirante a película histórica, que se queda en un simplón blockbuster de tarde de domingo.
Una buena historia muy mal contada.