Por diversas razones, la historia de Roma resulta apasionante. En mi caso, la "educación clásica" comenzó con las grandes producciones
americanas de los 60, mil veces reprogramadas en aburridas tardes de sábado o en Semana
Santa. A este tipo de película, a la que nosotros y Sabina, llamábamos “una de
romanos”, también se le conoce como género Péplum. Al parecer este nombre se propuso
ya en el año 1962, y se refiere a la típica túnica romana. De pequeños también
la conocíamos y la confeccionábamos bajo otro nombre: sábana.
El género abarca toda la antigüedad clásica, pero sin duda
las mejores son las de Roma. Según wikipedia, hay un montón:
Supongo que habré visto bastantes, pero reconozco que apenas
me acuerdo. Para mi el género murió temporalmente una tarde en un cine de barrio en Madrid, viendo con mis amigos una reposición de
La caída del Imperio Romano (Anthony Mann, 1964). Me pareció muy aburrida, y
apenas volví a ver alguna escena de Quo Vadis o Espartaco en una de sus
enésimas reposiciones televisivas. Afortunadamente, luego en el colegio disfruté de las clases de un excelente profesor, José Luis Córdoba, que, a pesar de enfrentarse al reto de dar clases de latín a un alocado grupo de adolescentes, logró inculcarnos interés e incluso amor por el idioma y por la cultura latina.
Bastantes años después, la larga etapa de sequía clásica finalizó con la espectacular Gladiator, en el año 2000. Dirigida por Ridley Scott, puso de moda otra vez este tipo de películas. Para entonces, ya había conseguido una cierta culturilla sobre la historia romana, que no deja de asombrarme. No por tópico dejan de ser impresionantes los logros de la civilización romana, en muchos campos. Las visitas a las ruinas romanas, que siguen excavándose, no dejan de asombrar.
De su larga historia, hay dos momentos que me parecen especialmente
interesantes. Por un lado, la progresiva caída del Imperio, con diversas causas
propuestas por los historiadores, y con la pervivencia parcial de su cultura
durante la alta edad media. Pero la época más dramática, muchas veces recogida
en la literatura y en el cine, es sin duda la caída de la República y el
nacimiento del Imperio. Por otra parte, esta época inspira claramente el guión de La Guerra de las Galaxias, así que todo buen friki debe conocerla.
Ya nos habíamos encontrado con Augusto y los primeros emperadores
gracias a la estupenda serie Yo Claudio, basada en las novelas de Robert
Graves, que vi a ratos en su día a finales de los 70, y que he podido volver a
ver hace poco en buenas condiciones. Un inteligente y tartamudo Claudio nos relataba
la vida y batallitas de su abuelete, Augusto, y de su abuela Livia, que con un
bote de matarratas tenía más peligro que una cohorte de legionarios cabreados….
Por todo ello, y por la excelente calidad que da a sus
series, ha sido una gozada ver las dos temporadas de “Roma”, producidas por la HBO (2005-2007).
Divididas cada una en 12 episodios, recrean su historia desde el final de la
Guerra de las Galias y el famoso paso del rio Rubicón por Julio César, hasta el
comienzo del reinado de un joven emperador Augusto. El acierto de la serie es mezclar la
historia “oficial”, bastante respetada, aunque comprimida y con licencias, con
la vida de dos soldados que se ven inmersos en todos los fregados, al estilo de
Forrest Gump.
La serie cuenta con todos los ingredientes romanos típicos: intrigas,
amores, lujo, brutalidad, comilonas y orgías, legionarios, galos, gladiadores,
esclavos…Y no podían faltar Julio César, Marco Antonio, Cicerón, Pompeyo,
Augusto, Catón, Agripa, Cleopatra… Hay
algunas batallas, mucha vida en la corte, pero lo mejor es la recreación,
muy trabajada, de la vida cotidiana en los barrios pobres de la ciudad. La
marginalidad, la delincuencia, la lucha por sobrevivir en los barrios miserables de la
ciudad es impresionante. Lo mejor de la serie. Los actores están en general muy
bien, sobre todo un estupendo César interpretado por Ciarán Hinds.
Los acontecimientos narrados son muy interesantes y tristes
a la vez. En la lucha por sostener una agónica República, con su sistema
relativamente democrático, una serie de líderes carismáticos arrastran a sus conciudadanos a la
destrucción y a la guerra civil, movidos básicamente por un orgullo y ambición
desmedidos. ¿Nos suena de algo?...si, esta historia estaba condenada a
repetirse en muchas ocasiones.
La serie tiene momentos increíbles, pero me quedo con los
anuncios del pregonero en el Foro romano (Ian McNeice). El pobre hombre tiene
que ir leyendo con convicción las últimas locuras bélicas y barrabasadas políticas, llamando a actos
públicos, e intercalando anuncios de grano y vino….y lo borda. Es el puto
amo de los pregoneros….Aquí, por ejemplo, anuncia el funeral de César.
“Ni prostitutas, ni actores, ni mercaderes sucios podrán
asistir al acto…..”
Y aquí va anunciando los distintos momentos dramáticos de la
agitada historia de esos años…
En definitiva, una estupenda serie, dura por momentos,
interesante y siempre entretenida.
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