“Leones por corderos”, “La
conspiración”,”Quiz Show”... Es evidente que a Robert Redford le molan las historias
que incluyen políticos, periodistas y, sobre todo, conspiraciones ocultas por
descubrir.
“Pacto de silencio” intenta,
sin conseguirlo, seguir la estela de las anteriores pero no pasa de una copia
almibarada de las mismas. Me recordó a Clint
Eastwood y su “Más allá de la vida” (“De esta crisis existencial nace “Más allá de la vida”, una
película pastelosa en la que, jugando con tres historias que transcurren
paralelas, se plantea la eterna pregunta de si hay vida después de la muerte. Supuestamente
desenmascara a falsos médiums, profetas, videntes, etc. mientras sella con
marchamo de calidad a Matt Damon que da vida a un parapsicólogo simplón,
anodino y lelo que “ve muertos”.
No crean, la película te entretiene porque
tiene tanto azúcar que te mantiene “pegado a la silla”. Incluso sales de la
sala con una sonrisa beatifica por el final feliz y pensando: “que bien, esto
no se acaba cuando te mueres”. Pero claro, cuando el caramelo se empieza a
derretir, consigues “ver la luz” y te das cuenta de que Clint chochea. ¡Verá la
parca cerca!”).
El posible dilema moral se
difumina antes de llegar a ser planteado, y en ningun momento llegas a entender
por qué a una persona, que lleva oculta tanto años, un día le da por entregarse,
ya que el director fracasa
estrepitosamente en su intención de mostrarnos los efectos de la culpabilidad o
el remordimiento.
La película carece de misterio,
está contada de manera plana y tediosa: es una clase magistral sobre cómo
desaprovechar, durante las dos de metraje, la presencia de grandes actores como
Nick Nolte, Julie Christie, Susan
Sarandon o Stanley Tucci.
Si a eso le añades que el
intrépido reportero que desentraña la historia está interpretado por Shia LaBeouf (a quien solo puedo recordar por la infumable saga de los Transformers),
resulta muy difícil tragarte que un periodista local, sin ningún tipo de
experiencia, ni contactos, consigue descubrir el paradero de delincuentes que el FBI lleva buscando más de 20 años.
Eso sin contar que Redford, dada su edad, debería haberse
reservado el papel de abuelo y no el de
padre de la niña.
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