lunes, 4 de noviembre de 2013

Pacto de silencio

Leones por corderos”, “La conspiración”,”Quiz Show”... Es evidente que a Robert Redford le molan las historias que incluyen políticos, periodistas y, sobre todo, conspiraciones ocultas por descubrir. 

Pacto de silencio” intenta, sin conseguirlo, seguir la estela de las anteriores pero no pasa de una copia almibarada de las mismas. Me recordó a Clint Eastwood y su “Más allá de la vida” (“De esta crisis existencial nace “Más allá de la vida”, una película pastelosa en la que, jugando con tres historias que transcurren paralelas, se plantea la eterna pregunta de si hay vida después de la muerte. Supuestamente desenmascara a falsos médiums, profetas, videntes, etc. mientras sella con marchamo de calidad a Matt Damon que da vida a un parapsicólogo simplón, anodino y lelo que “ve muertos”.

No crean, la película te entretiene porque tiene tanto azúcar que te mantiene “pegado a la silla”. Incluso sales de la sala con una sonrisa beatifica por el final feliz y pensando: “que bien, esto no se acaba cuando te mueres”. Pero claro, cuando el caramelo se empieza a derretir, consigues “ver la luz” y te das cuenta de que Clint chochea. ¡Verá la parca cerca!”).

El posible dilema moral se difumina antes de llegar a ser planteado, y en ningun momento llegas a entender por qué a una persona, que lleva oculta tanto años, un día le da por entregarse,  ya que el director fracasa estrepitosamente en su intención de mostrarnos los efectos de la culpabilidad o el remordimiento.

La película carece de misterio, está contada de manera plana y tediosa: es una clase magistral sobre cómo desaprovechar, durante las dos de metraje, la presencia de grandes actores como Nick Nolte, Julie Christie, Susan Sarandon o Stanley Tucci.

Si a eso le añades que el intrépido reportero que desentraña la historia está interpretado por Shia LaBeouf (a quien solo puedo recordar por la infumable saga de los Transformers), resulta muy difícil tragarte que un periodista local, sin ningún tipo de experiencia, ni contactos, consigue descubrir el paradero de delincuentes  que el FBI lleva buscando más de 20 años.

Eso sin contar que Redford, dada su edad, debería haberse reservado el papel de abuelo y no el de padre de la niña.

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