Seamos
sinceros: ¿quién no habría querido (o querría) tener un osito de
peluche que cobrara vida y se convirtiera en su mejor amigo? Con ese
simple ingrediente, el cartel de la película y la dirección de Seth
MacFarlane (Padre de familia), dado además que estamos en agosto y
las cosas del cine se miran con más relajacion, pues uno va a verla
por si se encuentra algo a mitad de camino entre la comedia tierna e
irreverente.
Podría
haber sido así, porque hay elementos para ello, y la peli está
llena de guiños de un alto componente friki, como la marcha imperial
de la Guerra de las Galaxias que lleva el prota en el móvil para
identificar las llamadas de su novia, la aparición de Sam Jones
interpretando un Flash Gordon juerguista, un personaje frustrado de
la vida que a mi me ha sonado a Norman Bates en cutre y que no quiere
otra cosa que apropiarse del osito, la voz en off que inicia y
finaliza la película con un afectado tono de cuento infantil, pero
cargado de palabros malsonantes, Norah Jones reconociendo una
relación poco convencional en su pasado...
Finalmente,
y a pesar de estos y otros componentes que superan la comedia
facilona y gruesa, acabamos encontrándonos un entretenimiento de
momentos, sin mucho más, en torno al típico Peter Pan que a sus 35
no tiene ningunas ganas de ordenar su vida, para lo cual tiene la
permanente ayuda de su “compitrueno” Ted, el oso de peluche
macarra y fumeta (con la voz en castellano de Santi Millan); y por el otro lado, la novia del prota cuyo
proyecto en la vida está en el momento opuesto, el de estabilizarse
y entrar en el mundo de los adultos responsables.
Como
digo, no hay demasiada continuidad frikeril, y así, después de un
primer tramo en que la historia es presentada, pasamos largos minutos
preguntándonos por qué no hemos ido a ver un concierto de José
Luis Perales. Bueno, reconozco que aquí he exagerado, pero sí hay
momentos en que uno preferiría estar viendo un campeonato de curling
con escoba cepillo incluída. A partir de la aparición de Flash
Gordon el nivel de descontrol aumenta, y el último tercio llega a
salvar bastante la película, con escenas de violencia, persecuciones
y hostias como si habláramos de un personaje humano y no de un
simpático (?) Teddy Bear.
Yo
no voy a recomendarla ni a dejar de hacerlo; eso corresponde a la
decisión del sabio y avispado lector. Diría que si en la calle
hacer calor y el nivel de frikismo propio es no inferior a 8 sobre
10 puede verse. En caso contrario, dependerá de lo que a cada cual
le guste lo que den en la tele.
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