Recientemente he visitado la estupenda exposición que el museo Thyssen de Madrid ha dedicado a Edward Hopper. Dicha exposición cuenta con un pequeño programa que explica muy bien su trayectoria, y paso a resumirlo.
Edward Hopper nació en Nyack (Nueva York) en 1882 y vivió toda su vida en la ciudad de Nueva York, veraneando en su estudio de Cape Cod. Nació en el seno de una familia de clase media, y sintió atracción por la pintura desde muy joven. Aprendió con Robert Henri, un profesor de la New York School of Art, que defendía la pintura realista, representando la vida cotidiana de la sociedad americana.
Al terminar sus estudios, Hopper viajó a París en varias ocasiones, durante 1906 y 1910. Desde entonces, y hasta su muerte en 1967, apenas salió de EEUU para viajar a México. Durante muchos años vivió como ilustrador comercial. Pero en 1925, una exposición de acuarelas en la Rehn Gallery tuvo mucho éxito, y le permitió dedicarse exclusivamente a la pintura. En 1933 el Moma realizó una gran muestra monográfica de su obra, y en 1950 hizo lo propio el Whitney Museum of American Art, institución que conserva la colección más importante de su obra.
El realismo de Henri fue la influencia más importante en
Hopper. Henri defendía esta tendencia frente al academicismo y al impresionismo
americano. Otros miembros de este movimiento fueron John Solan y George
Bellows. Hopper admiraba a Velázquez (viajó brevemente a España desde París),
el realismo holandés del Sg XVII, Coubert y Manet, pero quizás la influencia
más importante en aquella época fue la de Degas. La obra culminante de esta
época es Soir Bleu (1914), presente en la exposición de Madrid. Representa una
escena en una terraza de París, con un Pierrot típico de esta época.
http://www.canvasreplicas.com/Hopper177.htm
Hopper trabajó mucho la acuarela, y se centró en el paisaje
urbano o suburbano. Esto dotó de gran originalidad a su obra, ya que si bien el
paisaje era un género típicamente americano, nadie hasta entonces había
pintando de forma tan realista las zonas urbanas o residenciales de la gran
ciudad. Fue interesándose por pintar casas aisladas, esas típicas
construcciones americanas tan cinematográficas y algunas veces, siniestras. Las
gasolineras, carreteras y vías de tren de Hopper, perfectamente realizadas,
transmiten cierta inquietud y tristeza.
Pero sus trabajos más conocidos, los más geniales, son los
interiores de casas, teatros, bares y hoteles, en los que retrata a personas que transmiten un
sentimiento de soledad y desamparo.
Algunos de estos retratos, como “Mañana en una ciudad”, o “Sol de la mañana”, pueden contemplarse en la
exposición del Thyssen.
La exposición recoge todas estas etapas de Hopper, e
introduce también alguna obra de sus maestros. Resulta muy interesante, y
merece la pena visitarla, sobre todo a primera hora, con menos público. Acaba
con un curioso montaje basado en “Sol de la mañana”, que pretende explorar la
relación entre su obra y el cine.
No hay comentarios:
Publicar un comentario