domingo, 12 de agosto de 2012

PASIÓN POR LA MONTAÑA (II)





Portillón de Benás (2.445 m): brecha excavada en la piedra que une los valles de Benasque y el francés de Luchón. Este año la ausencia de lluvia y la persistente niebla, que nos acompañaron durante todo el recorrido el año pasado, nos permite apreciar las mejores vistas que existen del Aneto y la Maladeta (sin olvidarnos de las vacas, parte imprescindible de este paisaje pirenaico).


Sopla un viento bastante fuerte y cuando nos vamos acercando al portillón hace frio. No obstante las cuatro horas que tardamos no me suponen un gran esfuerzo y disfruto muchísimo de la subida y del paisaje ¡Que gracia! Nosotros llevamos el forro polar mientras que los franceses/as que cruzan van en pantalón corto y camiseta de tirantes.

 Sendero botánico/ Gorgues (cascadas) de Alba: hoy queremos descansar y en nuestro hotel nos recomiendan esta excursión, asegurándonos que es cómoda y muy bonita. ¡Realmente lo es! Os dejo algunas de las fotos de las especies que fotografié: 





























































Lac deth Còth deth Hòro: un itinerario que transcurre bajo los altos glaciares de la Maladeta y Aneto. El Lac deth Cóth deth Hòro (“Hòroen aranés significa sima) desagua en el Valle de Arán, aunque geográficamente pertenezca a la Ball de la Escaleta. Desde la Besurta al Forau dels Aigualluts. Inmediatamente después llegamos la preciosa cascada de Aigualluts, sobre la que accedemos al Plan dels Aigualluts, una gran pradera surcada por los meandros del río con vistas al Aneto.
 
Al final del llano, a la izquierda, un camino estrecho y pedregoso nos introduce en el barranco de la Escaleta. Una subida brusca y progresiva, auténtica senda “comebotas”, que te conduce hasta una depresión del terreno desde la cual ya podemos observar el amplio collado del Hòro (2.236 m), tras el que encontramos el ibón (lago) de su mismo nombre.



Han sido 16 kilómetros, ida y vuelta, durante 5 horas, por senderos solo aptos para cabras pirenaicas ¡Agotador!

Aínsa: día de relax. Vamos en coche hasta esta preciosa localidad oscense, cuyo casco histórico, de origen medieval, está declarado conjunto histórico-artístico desde 1965. Contemplad que maravilla:



















Puerto de la Glera: de gran importancia por ser uno de los pasos comerciales con el valle francés de Luchón. Es una excursión de alta montaña que nos permite contemplar la plenitud del alto Ésera y la parte occidental de los Montes Malditos. El camino, que juguetea con el Torrente de Gorgutes, zigzaguea por su orilla derecha hasta que, después de una hora caminando y tras una fuerte subida, lo cruza.


Continuamos hacia las faldas del pico de la Montañeta. El camino sigue empeñado en superar el acusado relieve del Torrente de Gorgutes y nos acerca al Ibón de la Solana. Transcurridas dos horas llegamos al Ibón de Gorgutes (2.320 m), que nos resulta bastante feo porque sus orillas son pedregosas, ariscas, poco acogedoras.


Estamos cansados, pero hay que llegar. Bordeamos la orilla izquierda del ibón y seguimos ascendiendo hasta llegar al Puerto de la Glera. A Las antiguas poblaciones de los valles pirenaicos les resultaba más fácil comerciar con sus vecinos franceses que con los habitantes de las tierras bajas. Para estos intercambios económicos con Francia las vías de comunicación tradicionales eran los llamados puertos de montaña, siendo el puerto de la Glera, el de la Picada y el de Benasque los más utilizados de este valle.


 
Las vistas del Valle de Luchón desde el puerto de la Glera son espectaculares. ¡Ha valido la pena!

Valle de Remuñe: al final de la carretera de Francia, hacia el oeste, tomamos un camino que supera un molesto barranco que se adentra en el bosque. A la media hora alcanzamos la Pleta dels Capellans que nos induce a creer, muy erróneamente, que será un excursión relajada y cómoda. Por la orilla hidrográfica izquierda del torrente, ascendemos progresivamente sobre un terreno herboso y más estrecho. Nos equivocamos de camino, tomamos el de la derecha y llegamos a una cascada que nos impide el paso. Intento cruzarla temerariamente y a punto estoy de caerme. Damos la vuelta.



Cuando estábamos decididos a renunciar, divisamos varios excursionistas que ascienden por un angosto camino en el lado izquierdo. Los imitamos y llegamos a un autentico mar de piedras, grandes y puntiagudas, que atravesamos con bastante miedo ante un posible resbalón y porque nos resulta difícil identificar los mojones que indican el camino. Es tan complicada la senda que tanto en la subida como en la bajada, puesto que no utilizamos bastones, nos vemos obligados a reptar, escalar, sentarnos, deslizarnos, y siempre utilizando manos y pies.

Cuando por fin llegamos al Ibonet de Remuñe (2.200 m), hemos empleado mas de 2 horas (deberíamos haber llegado en una hora y media) y pensar en la bajada nos impide disfrutar de la vista del lago, a cuyo fondo se puede observar la Forca de Remuñe.



Tal y como nos temíamos, la bajada ha sido horrorosa. Me he golpeado en la rodilla con un pedrusco puntiagudo ¡He visto las estrellas! Para rematar, cuando ya estábamos cerca de la carretera, he resbalado y caído de culo. Del golpe en la rodilla guardo un hermoso y morado cardenal (ahora ya amarillo). Mi caída de culo me reportó un generoso dolor durante varios días y una lesión en la pierna derecha de la que aún me estoy recuperando.

¿Qué si volveré el año próximo a Benasque? ¡Por supuesto! Es un valle tan hermoso, con tantos lugares por recorrer y admirar…. Te agota tanto como te encandila ¡Es espectacular!

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