lunes, 26 de diciembre de 2011

Jane Eyre

Soy admiradora de las hermanas Brönte. He leído “Jane Eyre”, de Charlotte, “Agnes Grey” y “La dama de Wildfell Hall”, de Anne, y sobre todo “Cumbres borrascosas”, de Emily, una obra maestra de la literatura universal, una de las novelas que siempre incluyo entre mis favoritas (junto con “Crimen y castigo” de Dostoievski”, “Cien años de soledad”, de García Márquez y “Los miserables”, de Víctor Hugo).

La historia de estas mujeres a quienes, por el hecho de serlo, les tocó vivir una época muy dura siempre me ha fascinado, por lo que también leí la biografía titulada “La vida de Charlotte Brönte” escrita en 1857 por Elizabeth Gaskell, amiga de la novelista. Criadas en Haworth, un pueblo de los páramos de Yorkshire, fueron educadas en el colegio de Clergy Daughters, en Cowan Bridge (colegio en el cual se inspiró Charlotte para describir el lóbrego e infame colegio Lowood que aparece en “Jane Eyre”), donde enfermaron de tuberculosis. Las dos hermanas mayores, Maria y Elizabeth, murieron en 1825, Emily en 1848, Anne en 1849. El 31 de marzo de 1855, Charlotte, estando embarazada, enfermó y murió de tuberculosis como sus hermanas. ¡Unas vidas tan cortas que maravillas nos legaron!.

Charlotte en “Jane Eyre” convirtió en heroína a una mujer poco agraciada físicamente, en apariencia adusta y seca, pero que, contra todo pronostico, se niega a verse a si misma como un ser gris e insustancial, con una vida triste. Muy al contrario, a lo largo de toda la novela queda palpable su ansía de vivir y experimentar, su amor por la vida, su conciencia clara de las limitaciones que como mujer tiene y su envidia de la condición masculina por ser dueña absoluta de su destino.

Ambientada en la época victoriana es una novela muy actual por su realismo, por su crítica de la situación subordinada de las mujeres y por su defensa de las cualidades del alma frente a las del cuerpo. Es una loa al verdadero amor al reconocimiento del alma gemela. Tiene una fuerza y una pasión que desborda cada palabra, cada página. Y esa esencia, tan difícil de transmitir, ha sabido captarla maravillosamente Cary Fukunaga en su película.

Es, con diferencia, la mejor adaptación que he visto de una novela de las hermanas Brönte (y he visto unas cuantas). Por poner un ejemplo, “Cumbres borrascosas” de Peter Kosmisnky, con Ralph Fiennes y Juliette Binoche, fue francamente decepcionante.

Realmente excepcionales las interpretaciones de Mia Wasikowska y de Michael Fassbender (cuya interpretación de Carl Jung en “Un método peligroso”, también me pareció fantástica). La perfecta ambientación y la música contribuyen a transmitir lo que Charlotte quería: La imaginación te hace libre, la pasión es arrolladora y no es privilegio exclusivo de nadie y la aventura de vivir es lo mejor que tenemos.

¡Recomiendo que vayan a verla, pero sobre todo, recomienda que lean las obras de las hermanas Brönte!.

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