“(…) Se suponía que los derechos humanos eran independientes de todos los gobiernos; pero sucedió que en el momento en el que los seres humanos carecieron de un gobierno propio y tuvieron que recurrir a sus derechos [humanos], ninguna autoridad quedó para protegerlos y ninguna institución quiso garantizarlos”, Los orígenes del totalitarismo, Hannah Arendt.
Si existe la justicia cinematográfica (algo que no tengo muy claro) Steve McQueen se llevará el Oscar al mejor director y a la mejor película, Hans Zimmer a la mejor banda sonora y Chiwetel Ejiofor y Michael Fassbender al mejor actor principal y al mejor actor de reparto, respectivamente.
Antepongo a mi fervor, adoración, pasión, por Fassbender, el reconocimiento que se merece el director porque esta película tiene el sello de calidad que, con apenas tres largometrajes, ha sabido convertir en marca de la casa: elegancia, sentimiento, imágenes de una belleza apabullante y el abordamiento de conflictos sin restarnos a los espectadores ni un ápice de crudeza pero siempre intentando mostrarnos las dos caras del ser humano. ¡MacQueen enamora con su talento!
Y es que el planteamiento que hace en “12 años de esclavitud”, basada en un hecho real ocurrido en 1850, consigue que el horror que nos relata nos afecte de lleno puesto que se basa en el secuestro y sometimiento de un hombre, sí de color, pero un hombre libre. Si todos los hombres somos iguales, si no se respetan los derechos humanos, si somos ciudadanos de segunda, si solo una ley establece la frontera entre el libre y el esclavo (como argumenta Brad Pitt, en un papel pequeño pero logrado, frente al iracundo dueño de la plantación, negrero de pro, interpretado por Fassbender), ¿quién nos dice que mañana no llegará alguien que cambiará la ley intercambiando con ello la condición de unos y otros?
Quiero DESTACAR de esta obra de arte LA UTILIZACIÓN DEL SONIDO algo que me fascinó: para diferenciar el mundo que los esclavistas consideran justo y legítimo del horror de la realidad, a la lectura de los pasajes bíblicos recitados por los dueños de las plantaciones,para llevar la palabra del señor a “esas bestias negras”, le acompañan los latigazos propinados a quienes no cumplen los estándares de recolección de algodón, o el llanto de las madres a quienes han separado brutalmente de sus hijos y a quienes las “amas” blancas consuelan diciendo “no te preocupes, pronto los olvidarás”. ¡Es impresionante!
Mostrándonos las debilidades, miedos e inseguridades de los personajes, consigue que, en ciertos momentos, entendamos su comportamiento aunque no lo compartamos, algo muy difícil de lograr cuando estamos hablando de personas capaces de matar a otros sin pestañear.
Chiwetel Ejiofor, como Solomon Northor, se debate entre el miedo, el conformismo, la rabia y el ansia de recuperar su libertad, ofreciendo un contrapunto perfecto a Fassbender que en su papel de Edwin Epps, el cruel dueño de la plantación, nos ofrece una interpretación dotada de una violencia contenida, con explosiones intimidantes de ira y momentos de incertidumbre y quebranto. ¡Por algo está catalogado como el mejor actor de su generación, equiparable a Marlon Brando!
¡Es la mejor película del año!
Me ha gustado, sobre todo por la impresionante historia que narra. La parte cinematográfica, al principio no me convenció tanto. Me pareció que abusaba de primeros planos y encuadres muy cerrados. Luego me fue gustando más. La verdad es que es impresionante, considerando además que se basa en un relato del protagonista de los hechos. En su día tuvo gran influencia y ayudó mucho al movimiento abolicionista. Es una película que hay que ver.
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