En "Memorias de Africa", Denys Finch-Hatton, que adoraba las historias, le proponía a la Baronesa Karen Blixen una frase cualquiera a partir de la cual ella elaboraba unos relatos que le dejaban extasiado.
Son muchos los casos de gente que escribe historias a dos manos, tres o incluso escribe un libro entero pero no figura como autor. Por eso se me ha ocurrido que podría resultar interesante intentar escribir un relato de relevos: yo escribo el primer capítulo y le paso el testigo al siguiente que quiera aceptar el reto.
¿Quién se anima?
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CAPITULO I: EL DETECTIVE
“Los detectives tendrán que dar cuenta a Interior de sus trabajos”. ¡Coño, empezamos bien! Son las 7 de la mañana, no ha salido el sol, el café aún no traquetea por mis venas y mi habitual agudeza y discernimiento están missing. En su lugar, el embotamiento matutino campa a sus anchas por mi obtuso cerebro a la espera de la mutación que me convierta, si no en el mejor en, al menos, un detective medianamente espabilado.
“El Consejo de Ministros aprobará el proyecto de ley de seguridad privada que aumenta el control sobre los detectives privados y sus labores de investigación”. Estos del periódico están empeñados en joderme el día. Me ajusto torpemente las gafas redondas, que me confieren aspecto de hippie trasnochado, a las que no termino de acostumbrarme no sé si por llevar sobre mi nariz un OSNI (Objeto Superpuesto No Identificado) o por estar rumiando aún el malestar que me produjo enterarme que la presbicia que me diagnostico el oftalmólogo en realidad significa “ojo viejo”.
“No permitirá a las empresas de seguridad realizar investigaciones privadas. La modificación da satisfacción a los detectives, que ya habían mostrado su preocupación por lo que consideraban una invasión de competencias que, además, podría suponer la quiebra de un colectivo ya de por sí castigado por la crisis”.
¡Ahí le has dado! En los últimos años estas empresas se han reproducido como por esporas. En España existen unas 1.500 compañías que dan trabajo a casi 90.000 seguratas. Aunque pueden llevar armas de fuego lo normal es que estos RoboCops utilicen porras, bastones o, incluso algunos, armas de electrochoque que a base de descargas eléctricas te permiten incapacitar a cualquier fulano (¡a más de uno se las habría aplicado yo en la sesera!).
La nueva Ley, según continuaba el artículo, para incrementar el control sobre nuestra actividad exigía documentar los encargos por escrito y hacer constar en el libro-registro, además de los datos concretos de cada caso, los resultados obtenidos que, en todo momento, debían estar a disposición de las autoridades judiciales y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. En una palabra, hacerles el trabajo gratis. ¿Queréis también mi sangre, so mamones?
Si ya lo decía mi padre: “Detective, detective, ¿detective de qué? Si quieres dar hostias legales te metes a policía y punto”. Y de ahí nadie podía sacarle. Se negó en redondo a costearme los estudios que pude pagarme gracias a mi habilidad para la práctica forense, negociadora e investigadora: recogida de fluidos variados cuando limpiaba los wáteres de los garitos en los que trabajé de camarero; charlas interminables con borrachos perennes que se negaban a marcharse a dormir la mona y alargaban mi turno hasta las tantas; ruedas de reconocimiento para saber quien se había largado la noche antes haciéndome un sinpa (sin pagar su bebida). Vamos, que la escuela de la vida fue acelerando mi formación y, tras varios años, obtuve mi flamante diploma en la Universidad Complutense de Madrid.
Estudiar en el Instituto de Criminología, que ocupa tres aulas de la Facultad de Derecho, ya te prepara para tu futura profesión de sabueso puesto que para llegar hasta él hay que atravesar largos pasillos, subir sinuosas escaleras y tener buena memoria para acordarte del camino la próxima vez, sobre todo si tu afición al mus te mantiene confinado en la cafetería y alejado de las aulas.
Dejo el periódico malhumorado y me decanto por “Cosas de hombres” revista con buenos consejos para mejorar tu castigada vida de macho veinticuatro horas. Leo interesado: “El café tiene el valor terapéutico de rejuvenecer la piel al hacerla más suave. Si tu escroto tiene venas varicosas (vasos sanguíneos inflamados) masajearlo con granos de café puede proporcionarte comodidad. Mezcla 1 taza de granos de café fríos, 1/2 taza de azúcar y 1/2 cucharada de aceite de jojoba. Esta mezcla hidratará la piel del escroto. Si te duele tanto que no puedes estar sentado o de pie cómodamente, la aromaterapia también puede ser útil ya que inhalar café reduce el estrés y da una sensación de relajación”. Ésta si es una publicación seria, me digo mientras mi solícita mano acudía en ayuda de mis huevos que, ante la edificante lectura, habían reclamado mi atención con un picor insistente que me ví obligado a mitigar.
Suelo dejar para el final la prensa local porque me calma, pero en esta ocasión el llamativo titular que cubría la primera página me dejó noqueado: “Brutal asesinato en el Valle”.
Ring, ring, el sonido del teléfono me arrancó de mi estupor.
- Hola Fausto, soy Berta. ¿Lo has visto?
- Acertaste de pleno, no fue casual.
- No, no lo fue.
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