Marc Forster (a quien se deben algunas películas que se encuentran entre mi lista de excelentes, como “Monster´s Ball” o “Cometas en el cielo”) realiza un excelente trabajo porque desde las primeras imágenes que acompañan a los títulos de crédito, junto con la fantástica banda sonora compuesta por Marco Beltrami, asiduo colaborador de Wes Craven y, por ende, una autoridad a la hora de poner sonido al terror, deja patente que su intención es atrapar nuestra curiosidad, mantenernos en un estado de alerta permanente, sometidos a una tensión electrizante, y dejarnos acojonados con lo que aparece en pantalla. ¡Y a fe que lo consigue!
Un paseo familiar en coche, un monumental atasco, aunque dentro de lo normal en una ciudad gigantesca, y de repente… ulular de sirenas, policías, impresionantes vistas aéreas que nos muestran miles de personas que huyen despavoridas como ratas por las calles que, desde el aire, semejan laberintos sin salida, y una amenaza que se acerca sembrando el terror. No saben quiénes son, no sabe lo qué son, pero corren como cucarachas, igual de repugnantes, y son voraces como lobos (¡por un instante, cuando hablaron de rabia, pensé que el foco de la infección podría encontrarse en Toledo donde no hace mucho un perro rabioso atacó a cuatro niños y un adulto!)
A partir de ahí no hay relax posible; una carrera contrarreloj buscando el origen de la plaga (la parte de la investigación en busca del paciente cero me resulta muy entretenida) mientras esquivan mordiscos desde Nueva York a Jerusalén, de Irlanda a la India.
A fuerza de rehuirlos aprendes algunas cosas sobre los zombis:
1. Tienen un oído muy fino.
2. Se quedan en stand by, es decir quietos pero conectados a la espera de recibir un impulso, y los activa el ruido.
3. No existen muros lo bastante altos como para detener su hambre.
4. Y no creo que elijan Corea como destino vacacional (allí los dentistas tienen muuucho trabajo).
5. España es un referente en cuestión de epidemias porque no hay película que trate sobre plagas, virus o pandemias, en la que no se mencione la famosa Gripe de 1918 (la más devastadora de la historia humana pues en solo un año mató entre 50 y 100 millones de personas) que aunque el primer caso apareció en Kansas en abril de 1918, recibió la denominación de “española” porque al no participar nuestro país en la I Guerra Mundial, la prensa no censuró la información sobre la enfermedad y le prestó mayor atención.
La película, con pocos diálogos, es puro entretenimiento, un espectáculo visual apto para todos los públicos (pese a ser zombis la sangre y las vísceras están controladas para evitar que un exceso de repugnancia pueda llevar a los espectadores a abandonar las salas). Es una apuesta decidida por la acción, donde la velocidad de las secuencias se convierte en el mejor aliado del director para tratar de encubrir los fallos, que los hay.
Dejando claro que la película me gustó, no pude evitar, una vez terminada, diseccionar algunos aspectos de la misma que me chirriaban bastante. Principalmente la buena disposición de la especie humana a la hora de afrontar la hecatombe zombi, ya que en vez de preocuparse cada uno por sí mismo y sus familias se muestra dispuesta a colaborar con el resto de sus congéneres y a compartir unos recursos cada vez más escasos. Está demostrado que ante una situación de caos, de falta de normas, de ruptura de los controles sociales, se desatan los instintos y la solidaridad se rompe (Hobbes en su “Leviatán” popularizó la frase “El hombre es un lobo para el hombre” en la que viene a decir que el egoísmo es innato al comportamiento humano y que es la sociedad la que intenta corregir dicho egoísmo favoreciendo la convivencia).
Por supuesto no he podido evitar compararla con “The Walking Dead” una de las mejores series de TV que he visto. Aunque en la misma también se narra un apocalipsis zombi éstos (igual de voraces pero con la ventaja de que sus movimientos son lentos y destartalados) no dejan de ser el atrezo ya que de lo que trata la historia es del efecto que la epidemia produce en todos y cada uno de los personajes. A lo largo de cada temporada nos va mostrando como cada vez cuesta más distinguir entre humanos y monstruos, pues la falta de esperanza va transformando a los primeros en los segundos sin que ni siquiera sea preciso que haya un mordisco por medio. Es el fin de la infancia, de la familia, del amor. La desesperanza los lleva a cuestionarse la vida y las creencias. El instinto de supervivencia es lo único que los mueve y cuando llegan a ese punto ya no saben si merece la pena seguir luchando.
A su lado “World War Z” resulta light en todos los aspectos.
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ResponderEliminarBuena crítica, Teresa, jeje...
ResponderEliminarEso si, se separa mucho del libro, no tiene nada que ver. Además el Brat Pitt, sobrao. Lo mismo se carga a 300 zombis que pilota un Hércules o da clases de epidemiología a los de la OMS...
Y a los zombis que les dan de comer..bueno, aparte de lo que pillan ellos. No fastidies, si son más rápidos que el Bolt...y no queda claro el origen de su afición a los castellets...:-)
Muy bueno lo de los castellets! :)
ResponderEliminarA mí la película me aburrió bastante, la verdad, no entendí esos viajes por el mundo y, para ser de zombis rabiosos, me resultó light. Me quedo con la original de George Romero y con una aproximación al tema que hizo el canario Fresnadillo, 28 SEMANAS DESPUÉS. La veo más como un macroanuncio del próximo videojuego que saldrá que como una película y eso que, como bien dices, su director no es cualquiera y MONSTER BALL era un film extraordinario.
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