domingo, 20 de enero de 2013

Escritores americanos: JIM THOMPSON

He llegado a esta historia a través de una especie de tormenta de ideas. La cosa empezó con “Argo”, película que aún no he visto. De ahí pasó a mi aversión hacia Ben Affleck como actor y a mi reconocimiento como director por “The town”, que vi hace tiempo. Entonces, una compañera de trabajo me recomendó “Gone Baby Gone” en la que el papel principal lo interpretaba su hermano, Casey Affleck, a quien me resultaba difícil poner cara pese a haberle visto en alguna que otra película. Cuando comenté a mi compañera que “Adiós, pequeña, adiós” me había gustado bastante me habló de “El diablo dentro de mí”, protagonizada por Casey, no sin antes advertirme de su violencia.
Así es como hoy, tarde de domingo lluviosa y fría, ideal para disfrutar, repantigada cómodamente en el sofá y en agradable compañía, de una buena película me entero, antes de que empiece, de que está basada en la novela de Jim ThompsonThe Killer Inside Me” y me hago una ligera idea de lo que me espera ya que, no hace mucho, tuve el placer de leer “1280 almas(http://elfrikismoilustrado.blogspot.com.es/2011/08/1280-almas-jim-thompson.html).

Si buceas un poco en las cenagosas aguas de la vida de Jim entiendes porque escribía lo que escribía y, sobre todo, la manera en que lo escribía. La inspiración para esos sheriffs en apariencia simples y bobalicones, verdaderos psicópatas, la tenía cerca pues su padre, James Sherman Thompson, fue un adinerado sheriff corrupto del condado de Caddo en Oklahoma, jugador empedernido y alcohólico sin remedio, que se suicidó en un sanatorio.

Jim, mujeriego, empujado por los vaivenes a los que le sometió su propia adicción etílica, vagabundeo por varios estados del Oeste de EE.UU., trabajó como botones bracero, vendió alcohol durante la Ley Seca (por lo que fue perseguido tanto por la policía como por las mafias locales) y, por pertenecer al Partido Comunista Americano, fue denunciado en 1951 durante la Caza de brujas del senador McCarthy. Todo eso aderezado con las estreches económicas que lo cercaron toda su vida.

Por fin nos adentramos en Central City, localidad petrolera al oeste de Texas. Caminos polvorientos, hombres, que mordisquean palillos, parcos en palabras, y mujeres castigadas por éstos y por la vida.

La existencia transcurre lenta, sin sobresaltos, hasta que Lou Ford, sheriff adjunto, un paleto de pocas luces, educado, correcto, siempre dispuesto a ayudar a quien se lo pide, empieza a dejarse arrastrar por pensamientos de sangre y muerte, fruto de «la enfermedad» que ya le hizo cometer un crimen en su adolescencia.

Así Lou, narrándolo en primera persona como le gusta a Thompson, nos va haciendo participes de sus truculentas meditaciones, en un devenir sereno y reposado, casi al mismo tiempo que las lleva a la práctica de una manera brutal y salvaje, sin despeinarse ni pestañear, y sin darnos tiempos a los espectadores a reflexionar sobre lo que ha sucedido. El asesinato de la prostituta Joyce Lakeland, una cruenta escena, excesiva, a base de brutales golpes, patadas y puñetazos, casi te hace vomitar. A partir de ahí se encadenan las muertes, de un modo más o menos afable, hasta que le toca el turno a la otra fémina de la historia, Amy Stanton, en este caso una chica de buena familia (Jessica Alba, en el papel de la prostituta, y Kate Hudson, en el de Amy, bordan sus papeles).

Casey Affleck, con su rostro cordial, su ánimo templado y su encantadora sonrisa, nos horroriza al demostrar, con su magnífica interpretación, algo sobre lo que Jim Thompson no se cansa de insistir en sus novelas: nada es lo que parece y el mal que más debemos temer es aquel del que son capaces las personas “normales”:

El mal no es nunca `radical´, sólo es extremo, y carece de toda profundidad y de cualquier dimensión demoníaca. Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a escombros precisamente porque se extiende como un hongo por la superficie. Es un `desafío al pensamiento´, como dije, porque el pensamiento trata de alcanzar una cierta profundidad, ir a las raíces y, en el momento mismo en que se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no encuentra nada. Eso es la `banalidad´. Sólo el bien tiene profundidad y puede ser radical.”

Hannah Arendt



2 comentarios:

  1. Sin duda uno de los grandes del género... Hemos leído a Jim Thompson en el Club de Novela Negra: "El asesino dentro de mí" y "1.280 almas", dos de sus obras más representativas. Secas, terribles y duras, como los turbios personajes que aparecen en ellas. Con un lenguaje áspero, cortante, muy apropiado para describir la feroz violencia, el cinismo, la psicopatía y la maldad de sus enfermizos protagonistas. Brillante e imprescindible para conocer (algo) mejor la compleja naturaleza humana.
    Gracias por tu entrada, Teresa.

    ResponderEliminar
  2. No hay de que. Por lo que escribes, veo que a ti Jim Thompson si te gusta, al igual que a mi, no como a nuestro común amigo Juan, que dice que no le termina de enganchar.

    ResponderEliminar