lunes, 28 de mayo de 2012

Canino
Kynodontas (Dogtooth)

Para la ética discursiva el rasgo característico de los seres humanos es la racionalidad manifestada objetivamente en el lenguaje. En la acción comunicativa la racionalidad viene dada por la capacidad de entendimiento entre sujetos capaces de lenguaje y acción mediante actos de habla cuyo trasfondo es un mundo de creencias e intereses no explícitos comúnmente aceptados por las comunidades de comunicación. El uso arbitrario del lenguaje es, precisamente, lo primero que te llama la atención en esta película.

Giorgos Lanthimos nos muestra, de manera sorprendente y no exenta de un humor mordaz, como unos padres, que se niegan a que sus hijos reciban ninguna clase de influencia del exterior, manipulan su vida mediante la manipulación del lenguaje. Cambiando a su antojo el significado de las palabras, consiguen aislar más aún a sus hijos mermando su capacidad de comunicación con otros seres humanos. El resultado son unas escenas hilarantes que, al mismo tiempo, te producen estupor y cierta claustrofobia por lo que implican.

Al eliminar de la vida de los adolescentes la influencia de los otros dos grandes agentes de socialización, la escuela y el grupo de pares, queda en manos de la familia, tercer agente, la educación de los menores. Así esos padres irresponsables, decididos a ser la única referencia de comportamiento y fuente de información para sus descendientes, montan un sistema de normas y valores que los adolescentes no pueden cuestionarse porque carecen de referencias para comparar. Los padres deciden la diversión, la comida, el castigo…

La labor de control y aislamiento alcanza su máxima expresión en el código férreo que el padre inventa y que supone una condición sine qua non para poder abandonar el domicilio familiar. Y aquí, demostrando un extraordinario conocimiento del comportamiento humano y de los dilemas a los que nos enfrentamos a lo largo de nuestra existencia, Lanthimos nos muestra como lo que somos, no solo es fruto del proceso de socialización al que nos vemos sometidos nada más nacer, sino que es un compendio de éste, de las características personales de cada uno, aquellas que conforman nuestro carácter, y de nuestra experiencia vital.

Así, cuando la hija mayor, cuya curiosidad y ansia de saber no pueden domeñar los padres ni con sus mentiras ni con sus golpes, decide que ha llegado el momento de conocer mundo, de salir, lejos de infringir el código establecido por el padre lo cumple a rajatabla, aunque ello suponga lesionarse físicamente de manera brutal.

La película es tan original, tan sorprendente, tan divertida a la par que trágica, que aunque al principio ejerces como un espectador neutro porque no acabas de entender lo que estás viendo en pantalla, terminas totalmente rendido y entregado al buen hacer de este excelente director griego.

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