domingo, 23 de septiembre de 2012

Mátalos suavemente

Un ratero de poca monta quiere subir en la escala criminal y no se le ocurre otra cosa que asaltar una timba de póker, cuyos jugadores son todos mafiosos, y encargarles el trabajito a dos pobres drogatas. El tío, a estas alturas ya es evidente que se cree muy listo, lo tiene todo pensado: hay un cabeza de turco, otro mafioso que ya asaltó anteriormente una partida y que tampoco, por lo que parece, es muy espabilado ya que, pasado un tiempo, contó a todo el mundo su hazaña.

La imagen de la Mafia ha quedado dañada porque todo es cuestión de confianza y si una vez te roban, y nadie paga el pato, abres la puerta para que cualquier pasmado piense que se puede volver a hacer.

Para enmendar la situación contratan a Jackie Cogan, buena actuación de Brad Pitt, un asesino que no destaca precisamente por su sutileza y que se pasa la mayor parte del tiempo parlamentando y negociando con el abogado de los capos en un coche, lo que te llega a cansar bastante, sobre cómo, cuándo y a quién es preciso cargarse y, sobre todo, cuánto va a costar.

Por tanto tenemos: al contratista y sus dos operarios fumetas, al mafioso que se escapó la primera vez y que no sabe lo que le espera (la escena en que le dan una paliza es tan bestia y tan desagradable que hubo gente que se salió del cine), al clan de los humillados y ofendidos, al negociador, esto es el abogado, al mafioso capón (ya no quiere matar a nadie, solo beberse hasta el agua de los floreros y tirarse a todo lo que se menea) y al asesino que debe lograr que todas las piezas encajen.

Pero no lo logra, porque esta película, pese a contar con muy buenas interpretaciones, en su intento de convertirse en referente del género negro se queda corta. Es un conjunto de pequeñas partes que, si las valoras por separado, resultan entretenidas, pero cuando intentas seguir la historia en su conjunto, te das cuenta de que da saltos inconexos consiguiendo, entre uno y otro, que te aburras. Algunos diálogos son graciosos. A destacar la banda sonora.

Para terminar, decir que no me importaría susurrarle al oído: “Killing me softly”, Brad, con la maravillosa y sugerente voz de Roberta Flack (http://youtu.be/O1eOsMc2Fgg ).

jueves, 20 de septiembre de 2012

Desafío total 2012: buena buena, buena mala

Ojo: intentamos no desvelar la trama, pero algo siempre se menciona. En todo caso, la historia a estas alturas es de sobra conocida.

Jarrrl, seré guapitarrr, pero susvi a crujir a tooos....

En 1990, una película de ciencia ficción, Total recall (Desafío total), arrasó en las taquillas y nos hizo pasar un buen rato en la Tierra del futuro, y sobre todo, en un Marte oprimido por otra malvada corporación. Contaba con el musculoso Schwarzenegger y la atractiva Sharon Stone, y fue dirigida por Paul Verhoeven. Este director holandés se hizo famoso con su impactante película “El cuarto hombre”. Después triunfó en Hollywood, pero a costa de centrarse en un cine más comercial y de acción. Aun así, consiguió dar un toque personal a sus obras, y rodó bastante ciencia ficción aparte de Desafío total. Robocop fue muy impactante y avanzada para su época (1987), y algo peor resultó su adaptación de la clásica novela de Heinlein, Starship Troopers.

Desafío total se inspira en un relato corto del atormentando escritor de ciencia ficción Philip K Dick, que ha ofrecido mucho material cinematográfico. El relato es más interesante que la película, y juega con el equívoco entre realidad y ficción, un tema que obsesionaba a este autor, y que abordaba con maestría.. La película se apoyaba más en la acción, la violencia y los paisajes futuristas.

http://en.wikipedia.org/wiki/Philip_K._Dick

Cuando me enteré de que se rodaba otra versión de esta película, pensé que quizás se aproximaría más al relato. Esto hubiera tenido sentido, ya que un remake puro de una buena película no lo tiene tanto. Sin embargo, Total recall 2012 se parece mucho más a su antecesora que al cuento original. Se cambian algunos escenarios, desaparece Marte sustituído por una idea similar, y se introducen tecnologías nuevas. Pero el concepto es más de lo mismo: acción a raudales protagonizadas por un Colin Farrel no muy convincente en su papel, flanqueado por una Kate Bakinsale más divertida en su rol de malísima (es) buenísima (está); y en una no menos buenísima (es y está) Jessica Biel. La película resulta entretenida, y consigue mantener el tema de realidad versus fantasía, aunque acaba siendo algo apabullante por la cantidad excesiva de acción que incluye. Los aspectos de ciencia ficción resultan familiares (ya vistos previamente en El quinto Elemento, Matrix, La Guerra de las Galaxias, Minority Report, y sobre todo, Blade Runner), pero consigue introducir algunas ideas originales, especialmente un espectacular medio de transporte a medio camino entre un AVE hipertrofiado y un parque de atracciones. Mi colega de blog Rodrigo, y yo, pasamos un buen rato tratando de asociar ideas y escenas con pelis previas...

Entre los actores también mencionar una corta aparición del estupendo actor Bill Nighy, capaz de introducir un poco de sosiego en el trepidante, casi alocado ritmo de la película. En todo caso, buenas interpretaciones, si bien se echa de menos la actuación de Jordi Pujol, en su aclamada interpretación de mutante en la versión de 1990...

El director, Len Wiseman, es autor de la conocida saga Underworld, una versión vampírica demasiado postmoderna, más próxima a los videoclip que al cine. En definitiva, una entretenida película, que conviene completar con la lectura del relato de Dick.

http://www.imdb.com/title/tt1386703/








jueves, 6 de septiembre de 2012

Un buen cómic: exit wounds


 Buena historia y un estupedo dibujo en el cómic israelí "exit wounds"
 
Rutu Modan es una autora de cómics israelí. Nació en Tel Aviv en 1966, y se graduó en la Academia de Artes y Diseño Bezalel, de Jesuralén. Trabajó en la revista MAD y participó en la creación de una editorial alternativa, Actus Tragicus.  Su trabajo ha recibido diversos premios internacionales.
http://en.wikipedia.org/wiki/Rutu_Modan

Su novela gráfica “exit wounds” está ambientada en Israel, en el año 2002. Trata de la vida cotidiana de dos personas aparentemente muy distintas y distantes en la escala social, que acaban coincidiendo y protagonizando una curiosa historia de amor. El cómic refleja la violencia terrorista en Israel, pero este no es el principal tema abordado. Se trata más bien de una interesante y a veces dura reflexión sobre la familia y las relaciones de pareja. Aborda la inquietante  pregunta ¿conocemos realmente a nuestros seres queridos?
La trama se desenvuelve con soltura e interés, y aunque no cuenta con grandes sorpresas, logra enganchar al lector y mantenerle en vilo hasta el final. Es una intriga costumbrista y relativamente tranquila, llena de detalles, tristes y duros a veces, otras divertidos y esperanzadores, con los que es fácil identificarse.

Un thriller cotidiano, una narración realista, nada pretenciosa, y afinada. Un buen cómic, ganador del premio Eisner en 2006, en el que destaca también el excelente dibujo, con líneas muy claras que recuerdan a Tintín.

martes, 4 de septiembre de 2012

HOPPER: Crónica novelada de una exposición

Mucho he oído hablar de la relación de Hopper y el cine, pero para mí sus cuadros son las mejores ilustraciones que algunos de los escritores americanos, a los que tanto admiro, pudieran soñar para las maravillosas novelas que nos legaron.

Sus escenas de parejas, en las que flota la incomunicación, la desidía y el desamor, parecen encargadas por Richard Yates para poner imágenes a “Once maneras de sentirse solo”.

Las gasolineras (imposible no recordar la película “El cartero siempre llama dos veces”) y esas carreteras, rectas, infinitas, con sus falsas promesas de destinos que cuando los alcanzas dejan de ser atractivos, generadoras de un ansia que nunca hallas como saciar, son Kerouac y “The road”.

Sus calles, bares, cafeterias y puentes, igual de solitarios, brutales y descorazonadores que Selby y su “Última salida para Brooklyn” o su “Requiem por un sueño”. Los desolados paisajes de campo, la huída de la ciudad buscando una vida mejor, que no encuentras, “Vida de este chico” de Tobias Wolff.

Lo más vivo de su obra son las oficinas donde no te resulta dificil imaginar a Philip Marlowe o Samuel Spade esperando nuevos casos que rompan su rutina diaria y les proporcionen algunos pavos para seguir tirando.

En sus cuadros hay apatía, aburrimiento, gente indiferente. Lo que caracteriza a su pintura no es la proliferación de símbolos que el observador deba interpretar, sino la ausencia de ellos. No aparecen animales. No hay niños, ni ancianos. Sus hombres y mujeres parecen encuadrarse en una franja de edad, entre los 30 y los 50 años. ¿Acaso intentaba reflejar una crisis personal asociada a la edad?

Presenta la escena básica, desnuda, no te facilita su contemplación. Te proporciona el “Erase una vez…” y tú debes desarrollar la historia. Porque Hopper, además del pintor de las LÍNEAS RECTAS y el VACÍO EXISTENCIAL, es el pintor de las HISTORIAS:

 
 Era una noche cerrada y bastante fría como corresponde a finales de noviembre. No había ni un alma, pese a no ser una hora demasiado intempestiva. Solo yo y mi sombra de noche caminabamos por la ciudad que se veía desolada. Por un instante un cierto desamparo amenazó con conmoverme, pero mi cabeza, de natural práctica, lo desechó rauda obligándome a acelerar el paso al tiempo que me arrebujaba en mi abrigo de lana barata.          
                              
En un intento por eludir otros pensamientos que me pudieran hacer flaquear en mi misión, recordé la curiosa escena que aquella misma tarde contemplé en los pavimentos de Nueva York: una hermana, con paso apresurado, cruzó ante mis ojos empujando el carrito de un bebé. A riesgo de parecer un poco mentecato, no pude evitar una sonrisa y cierta sorna el pensar en quién sería el padre de la criatura, je, je.

En la reunión nocturna que mantuve con Scott Hummer y su chica Velma, pese a mi sueldo de mierda (la profesión de detective legal no da para muchos dispendios, la verdad), llegamos a un acuerdo monetario a largo plazo (sería practicamente mi dueño durante los próximos 20 años) a cambio de un nombre, cuyo desconocimiento me había atormentado desde la muerte de mi amada.

¡Margareth!... Si cierro los ojos aún puedo contemplar su belleza morena, oler aquella fragancia a cítricos que desprendía, recordar lo orgullosa que se sentía de su cuerpo menudo y frágil. En cuanto el tiempo lo permitía, le gustaba dormir desnuda, y en primavera, cuando soplaba ese ligero viento de tarde típico de la estación, disfrutaba tendiendose en la cama mientras éste mecía su cabello y los blancos visillos de la ventana abierta inundandola de paz y felicidad. ¡Mala costumbre en una ciudad como ésta!

Habían transcurrido dos años desde su asesinato pero seguía sin poder pronunciar su nombre sin que se me formara un nudo en la garganta y mis ojos se empañaran en un intento vano de derramar alguna lagrima por ella, algo que, pese al dolor intenso, al sufrimiento atroz que me embargaba, no podía hacer. Simplemente no podía.

Tras mi reunion con Hummer, pase por mi oficina para hacer algunas llamadas a mis soplones con el fin de conseguir la dirección del cabrón asesino que me arrebató a mi chica. Aunque ya no era su hora, mi eficiente Carol se encontraba allí y se ofreció a ayudarme, algo que le agradecí sobremanera porque en aquellos momentos no deseaba estar solo. Ella sabe que yo sé que se muere por mis huesos, pero hay cosas que en la vida uno tiene que hacer, por lo que evita cualquier tipo de distracción, aunque esa distracción tenga un culazo como el de mi Carol… ¡Vencer la tentación cuesta, créanme!

La escalera del destartalado hotel, por la que ascendía desconfiado, con sus viejos y retorcidos peldaños que crujían a cada paso delatando mi presencia, me traía reminiscencias de aquella otra escalera en el 48 de la Rue de Lille, Paris, por la que, en un tiempo muy lejano, mis pasos me condujeron hacia una felicidad que me fue arrebatada de la manera más cruel. Un destino en nada equiparable al que ahora me esperaba.

Como era de esperar, aquel hotelucho de mala muerte no contaba con un registro de huespedes en condiciones. Solo dos habitaciones de la primera planta constaban como reservadas, nada sobre sus ocupantes, por lo que no tenía manera de saber en cual de ellas se alojaba Jason Travis (ese era el nombre de tipo que, con suerte o sin ella, estaba decidido a cargarme esa misma noche).

Sigilosamente me acerque a la puerta de la habitación 1-A. Empuje la manilla hacia abajo y la puerta, sorprendentemente, cedió porque no estaba cerrada con llave. Durante unos segundos observe la escena: una rubia en ropa interior, bastante apagada, leía una especie de carta que apoyaba sobre las rodillas. Su equipaje descansaba en el suelo, por lo que era difícil saber si llegaba o se iba. Tan absorta y ensimismada estaba con la lectura, que no se percató en absoluto de mi presencia, con gran alivio para mí. Cerré con cuidado y continué hacia el final del pasillo.

El corazón me latía a mil pero cuando estuve frente a la puerta de la habitación número cuatro, no lo dudé, la abrí de una patada sin dar tiempo a que el gusano que buscaba, que reposaba despatarrado y borracho sobre las sucias sabanas, pudiera reaccionar y coger el arma que escondía bajo la almohada. Vacié el cargador sobre su cuerpo apestoso, sin pizca de piedad, de remordimiento ni de sentido común porque con el primer disparo, que atravesó certero su cabeza, estaba más que muerto.

Contemple la destartalada figura cubierta de sangre y solo me apresure a salir cuando las sirenas de la policía retumbaron en la noche. No corrí, baje la escalera despacio y mi sombra y yo volvimos a la noche de la ciudad que seguía igual de oscura, igual de fría, igual de solitaria…..

Unas manzanas más abajo subí a mi viejo coche, que esperaba aparcado donde lo dejé, y al girar el contacto, aunque su gastado motor protestó como en tantas ocasiones, se puso en movimiento, lento, sin prisa, alejándonos a mi y a mi pena de las luces brillantes de la ciudad.

Al amanecer, tras siete u ocho horas de viaje, paré a repostar en una solitaria gasolinera que me encontré de camino. Admiré el rojo brillante de sus surtidores que el dueño parecía bruñir cada mañana.


Como el agotamiento empezaba a hacer mella en mi gastado cuerpo, pregunte a Jack, el gasolinero, por un hotel barato y cercano para dormir unas cuantas horas. Me indico que, si no era supersticioso, a unos 15 kilometros, habia una casa junto a las vías del tren, cuya dueña, viuda desde hacia años, alquilaba a los viajeros para poder sobrevivir. “¿Por qué supersticioso?”, pregunté. “Porque allí, no hace mucho, ocurrieron varias muertes que nadie logró esclarecer”, contestó misterioso. “Yo ya estoy muerto”, repuse, y tome el camino que me había indicado. La casa acojonaba un poco, lo reconozco, pero me negué a que mi mente fuese presa de una Psicosis estupida y alquilé una habitación para dos días, durante los cuales no ví a la dueña, tan solo a su hijo Norman.

Pronto anochecería y salí al porche a furmarme un pitillo. Observé el paisaje inhospito, desierto, tan vació como mi propia vida. Por un momento temí que el agujero negro en el que se había convertido mi alma, se apoderara también de mi mente. Pero entonces contemple algo que me dejó sin aliento: la puesta de sol ferroviaria más hermosa de la que podría disfrutar un hombre. Me dije. “Si algo así me conmueve, aún queda esperanza para mi”. Y por primera vez me permití pensar, con deleite, en Carol y su culazo.


Epílogo: El caso del asesinato de Jason Travis se cerró como una pelea de borrachos más. Bastante trabajo tiene la policia, como para perder el tiempo investigando crimenes de basura que está mucho mejor muerta….
                                                                                     The end

(Museo Thyssen-Bornemisza, del 12 de junio al 16 de septiembre de 2012)

sábado, 1 de septiembre de 2012

Era rusa y se llamaba Laika...


 
4 de octubre de 1957. Sólo 12 años después del final de la  II Guerra Mundial, en plena Guerra Fría, el mundo se estremece impresionado por la primera gran hazaña de la era espacial: el lanzamiento del satélite soviético Sputnik 1 desde el Cosmódromo de Baikonur. Se trataba de un sencillo pero elegante artefacto, esférico, de sólo 83 kilogramos, con apenas dos transmisores de radio a bordo. Pero sus humildes “beep beep” impresionaron a un mundo que ya no volvería a ser el mismo. Este éxito soviético tuvo gran repercusión , especialmente en EE.UU, dónde sirvió de estímulo a la carrera espacial con la URSS, que finalmente culminaría con la llegada a la luna en 1969. Una de las películas que mejor refleja esta época es “October skies”.
http://www.imdb.com/title/tt0132477/

Poco después del lanzamiento del Sputnik 1, Nikita Jrushchov, Secretario del Partido Comunista, quiso exprimir al máximo su potencial propagandístico, y encargó la misión casi imposible de mejorarlo en un segundo lanzamiento, previsto para un mes después, coincidiendo con el 40 aniversario de la Revolución Soviética (7 de noviembre en el calendario occidental). Korolev, el ingeniero líder del programa espacial soviético, asumió el reto y propuso una idea para volver a asombrar al mundo: poner en órbita por primera vez a un ser vivo. Korolev había sido rehabilitado tras pasar varios años prisionero durante la purga de Stalin, incluyendo unos meses en un gulag que casi le costaron la vida. Trabajó en la réplica rusa del cohete alemán V2 (mientras los americanos hacían lo mismo bajo la dirección de Von Braun), pero se interesó más por la exploración espacial, aunque la idea resultaba muy atrevida para la época.
En un mes que debió resultar frenético para el equipo de Korolev, se preparó el lanzamiento del Sputnik 2, una cápsula cónica de cuatro metros de altura, dotada de elementos para soportar la vida de un animal. La nave fue lanzada por un misil balístico modificado (R-7), y fue todo bien hasta que falló la última separación de la cápsula. Esto impidió un adecuado control de la temperatura, y el pobre animal murió en horas, aunque la propaganda soviética ocultó este hecho al mundo durante muchos años.. De todas formas, el proyecto había previsto la muerte de la perrita desde el principio.

La perrita Laika (ladradora, en ruso) es, por supuesto, mundialmente conocida, y forma parte de la historia del siglo XX. Se trataba de una pequeña perra callejera, que fue entrenada con otros perros, y finalmente seleccionada por su carácter y aptitudes. Su historia es narrada de una manera precisa y emocionante en el cómic “Laika”, de Nick Abadzis, un autor de novela gráfica de origen británico y griego.
http://en.wikipedia.org/wiki/Nick_Abadzis

Laika ha recibido diversos premios. Combina la historia científica y política  (gracias a una detallada investigación), con una especulación de lo que podría haber sido la vida previa de la perrita en las calles de Moscú. La obra explora la naturaleza humana a través de la relación con los perros. Todo aquel que haya tenido algún perro se sentirá conmovido por la estupenda descripción de los sentimientos de Laika, y de los que provoca en sus cuidadores y maltratadores. Distintos estudios científicos están revelando cada vez más datos sobre la inteligencia y las emociones de los animales, un conocimiento que resulta intuitivo para cualquiera con sensibilidad que haya tenido trato con ellos. De alguna manera, el carácter humano se revela en su actitud hacia el mundo animal, y por desgracia la imagen que nos devuelve este espejo es bastante desfavorable.
El comic reflexiona también sobre los límites y los sacrificios que exige la ambición humana y el progreso, el ambiente opresivo de la Unión Soviética de la época, las relaciones jerárquicas y humanas en el trabajo, y en general, es un interesante retrato de una época apasionante y cruel a la vez. En su página web, el autor expone el curioso material de su investigación histórica.