lunes, 28 de enero de 2013

Django desencadenado

Decir Tarantino, es decir sangre, sudor y lagrimas (pero de risa). De hecho, toda crítica que se precie sobre cualquiera de sus películas debería ir escrita en rojo para dar idea de la importancia que la sangre tiene para este americano, medio psicópata, que ha hecho de la violencia, la barbarie, el esperpento y la exageración, sus señas de identidad. No es un cine apto para cualquier alma, pues aquellas de natural sensible no podrán soportar ni tan siquiera los primeros 20 minutos de esta historia.

Dicho esto, al resto solo nos queda DISFRUTAR, con mayúsculas, de un homenaje a los Spaghetti Western, al lado de cuyos protagonistas “El bueno, el feo y el malo” solo podrían aspirar a “los santos”, porque la película, bestia, repleta de humor negro, macabro a veces, deja en mantillas a cualquier otra de vaqueros, forajidos y caza recompensas jamás filmada.

Jamie Foxx, Leonardo DiCaprio y Christoph Waltz, (no entiendo como solo está nominado al Oscar éste último) nos regalan un duelo interpretativo en el que no sabes con cual quedarte. Tres hombres diferentes, por como les ha tratado la vida, pero igual de arrogantes y fuertes, que se enfrentan en una farsa negociacidora que pone a prueba su fortaleza, contención y poder. Podemos disfrutar del físico espectacular de Jamie, de la capacidad camaleónica de Leo que, pese a su cara de niño bueno, se gana nuestro odio eterno en su papel de dueño de la plantación, torturador de esclavos y promotor de peleas, a vida o muerte, entre negros, y de, como no, el alemán favorito de Tarantino, la nota exótica en este sabroso coctel sureño.

A su alrededor, secundarios de lujo van y vienen proporcionando unas secuencias inolvidables, unas por las carcajadas que te arrancan sin parar (¡que risa Don Johnson y los suyos!) y otras porque te revuelven el estomago con escenas excesivamente sanguinarias y largas, en las que el director parece recrearse. Entre éstas últimas se encuentran las proporcionadas por los “apás” (Apá, es un oso montañés, rudo, vago y poco sociable, perteneciente a “Los Osos Montañeses”, personajes de ficción creados por la factoría estadounidense de animación Hanna-Barbera, que cuando habla, masculla las palabras entre dientes, por lo que apenas se le entiende y cuyo pasatiempo favorito es tumbarse a la sombra, para echar la siesta, mientras se fuma una pipa, con su rifle al alcance de la mano) zarrapastrosos y sus perros.

Samuel L. Jackson, prácticamente irreconocible, como criado principal de la plantación “Candyland”, un vendido, pelota y traidor, que al final obtiene lo que se merece. En cuanto a las mujeres tienen un papel muy secundario, como corresponde a una buena del Oeste, y ejercen de simples objetos decorativos o como atrezzo que hace más visible, si cabe, el salvajismo de la película gracias a su facilidad para salir despedidas por el aire cuando les dan un tirito de nada.

La banda sonora, elemento fundamental en Tarantino, excepcional como siempre. Una demostración maestra sobre cómo encajar cada pieza musical en el momento concreto de manera que ralentice o agilice el ritmo, según toque.


En resumen, una película MUY: divertida, entretenida y bárbara.

domingo, 27 de enero de 2013

El vuelo (Flight)

AVISO: se desgrana el argumento de la película

Jordi Costa, crítico de “El País”, pese a reconocerle cierto merito a esta película, termina despreciándola al calificarla de “convencional drama redentor propio de un telefilme de sobremesa”, algo con lo que no estoy en absoluto de acuerdo. Ese análisis indica que se ha quedado en la superficie y que no ha llegado a implicarse en la historia.

Flight” es mucho más que una película sobre un piloto alcohólico y drogadicto que, al final, reconoce que lo es y acepta ir a la cárcel para redimirse. Es una película que habla sobre la hipocresía.

El capitán Whip Whitaker (magnífico Denzel Washington) hace gala de una egolatría sin límite. Con una seguridad en sí, mismo, pasmosa, pilota “su” avión día si día también, después de noches enteras sin dormir, sin parar de beber y colocándose con cocaína para “reponerse” de las terribles resacas y de la falta de sueño. Cuando inicia el vuelo éste es otro más de su dilatada carrera. No hay nada distinto. Empieza con unas “graciosas turbulencias” que acojonan un poco al pasaje y hacen sonreir a la tripulación y, cuando la cosa se tranquiliza, pone el piloto automático, deja al copiloto al mando y se echa una siestecita de la cual despierta, de manera brusca, cuando uno de las partes del avión se rompe y comienzan a descender en picado.

A partir de ahí, colocado o no, toma el mando de la situación mientras el resto (todos sobrios, limpios y en pleno uso de sus facultades) grita, llora o reza, incluidos el copiloto y las azafatas. Gracias a su sangre fría, pericia, rapidez de reflejos y, no vamos a negarlo, cierta temeridad, el capitán Whitaker consigue aterrizar el avión salvando a 96 de los 102 pasajeros (es decir, mueren cuatro personas, porque los dos de la tripulación no cuentan ya que por ellos la compañía no debe pagar indemnización pues la muerte entra dentro de los riesgos inherentes a su profesión).

No es cierto que nadie lo agasaje como un héroe dado que, cuando despierta en el hospital, a quien primero ve es al representante del sindicato de pilotos, viejo conocido sí, pero que está allí no como amigo sino en misión oficial, por lo que no puede darle ningún tipo de información. Inmediatamente le interrogan los miembros de la NTSB (Junta Nacional de Seguridad del Transporte), le persiguen los medios de comunicación, le buscan un abogado….

El hecho de que se le reconozca que solo él hubiera podido salvar a tanta gente (distintos pilotos hacen simulaciones en las mismas condiciones del vuelo y ninguno consigue salvar a los pasajeros) pasa a ser irrelevante porque lo que importa son los cuatro muertos por los que habrá que indemnizar a las familias, y nadie está dispuesto: el dueño de la aerolínea, un ricachón, gordo y sin escrúpulos, no quiere soltar un duro; el sindicato de pilotos no quiere que su imagen se vea dañada. Así todos, incluida la NTSB únicamente quieren un cabeza de turco para cerrar un episodio que no les quita el sueño pero si les molesta.

El protagonista, totalmente perdido en sus adicciones, en su miedo, en su culpa, no entiende lo que pasa. Se ve solo, se siente solo y ya condenado.

Los que le rodeaban (esos que ahora le miran con ojos acusadores) ese día estaban aquejados de una grave ceguera moral: el copiloto, quien después le reprocha que el aliento le apestaba a ginebra, antes de iniciar el vuelo calla y no denuncia la situación ni le exige que no pilote en esas condiciones. Todas las azafatas, incluida la jefa, conocían su predisposición a volar con unas copas de más y sin haber dormido, y, lejos de poner en sobre aviso a la compañía, le servían sonrientes el café y las aspirinas. Igualmente el representante del sindicato, ese viejo amigo, conocía su afición por la bebida y jamás hizo nada en defensa de los cientos de personas que cada día ponían sus vidas en manos de un jodido borracho.

Todos lo sabían, nadie hacía nada y, cuando ocurre la tragedia, todos se erigen en jueces y verdugos de un hombre que basa su débil defensa en que “ese día” fue “un día más, igual que los otros, para la tripulación”. ¡Y era cierto!

Y a ese mismo hombre, castigado y abandonado por todos, en la vista, que no juicio en teoría, se le exige que ejerza de dedo acusador y ratifique que quien bebió durante el vuelo fue una de las azafatas que no logró salir con vida. Es entonces cuando ya no puede más y confiesa. Pero lejos de considerar que confiesa su alcoholismo en un gesto noble de sacrificio y arrepentimiento, yo lo entendí como una consecuencia del desconcierto que le invade y el no querer seguir las reglas de un juego que el resto de la sociedad le obliga a aceptar si quiere salir indemne.

Su confesión es un grito: “¡Basta ya! Estaba borracho, sí; no había dormido, sí. Pero ese no fue el motivo de que el avión se estrellará. Yo no maté a 6 persona, salve a 96”, mientras el resto de los culpables calla y mira al suelo…..

Me ha gustado mucho.

viernes, 25 de enero de 2013

Sherlock


Existen pocos personajes de ficción tan famosos, y con tantas versiones, como Sherlock Holmes. Creado por Sir Arthur Conan Doyle en 1887, es sin duda el detective privado más conocido de todos los tiempos. Alto y delgado, nervioso, excéntrico, ingenioso, sorprendente…y siempre flanqueado por el convencional y fiable Dr. Watson. Estos personajes son tan universales que cuando se visita su museo en el 221 de Baker Street, Londres, es fácil olvidarse de que son ficticios.

Sus aventuras se plasmaron en cuatro novelas: “Estudio en escarlata”, “El signo de los cuatro”, “El sabueso de los Baskerville”, y “El valle del terror”, y en 56 relatos cortos recogidos originalmente en 5 colecciones. Sherlock Holmes ha sido llevado al cine y a la televisión en multitud de ocasiones. Según wikipedia, ha sido intepretado por nada menos que 70 actores en más de 200 películas…ahí es nada.
http://en.wikipedia.org/wiki/Sherlock_Holmes#Stage_and_screen_adaptations

Según los “Sherlockholmistas” expertos, la mejor interpretación fue la de Jeremy Brett, de Granada TV.
http://daurmith.blogalia.com/historias/17666

Además, su figura ha inspirado otras obras y series, como Dr. House, que rinde un homenaje claro al genial detective. Por todo ello, cuando me enteré de que existía una nueva miniserie de 6 episodios de la BBC, “Sherlock”, sentí curiosidad por ver cómo se las ingeniarían para dar una vuelta de tuerca a la historia y resultar relativamente originales.
http://en.wikipedia.org/wiki/Sherlock_(TV_series)

La serie ha decidido acertadamente trasladar la acción a nuestro tiempo, lo que obliga a realizar paralelismos divertidos e ingeniosos entre la época de la historia original y la actualidad. En nuestros días Sherlock confía en las nuevas tecnologías para resolver sus crímenes, y más que a una pipa, estará pegado constantemente a un teléfono móvil. La serie mantiene varios personajes originales: el propio Sherlock y el Dr. Watson, el inspector Lestrade, el hermano de Sherlock (Mycroft), una inquietante Irene Adler…y por su puesto, el retorcido villano,  Jim Moriarty.
Los guiones se basan libremente en las novelas y relatos de Conan Doyle. Resultan interesantes, divertidos aunque a veces un poco acelerados, sobre todo si se ven en versión original. En las novelas, podemos descubrir con tranquilidad los trucos deductivos de Holmes, pero en la serie apenas tenemos tiempo para recrearnos ellos.

El personaje de Sherlock es interpretado por un relativamente joven actor, Benedith Cumberbatch. Aunque al principio choca un poco con la imagen tradicional de Holmes, lo cierto es que sale bien parado del reto. Por su parte, el Dr. Watson es encarnado de forma competente por Martin Freeman. La primera temporada de 3 episodios adapta “estudio en escarlata” y otras historias;  la segunda minitemporada, también de tres episodios, se atreve con los clásicos “Escándalo en Bohemia”, “El sabueso de los Baskerville”, y “ El problema final”. Está previsto rodar otros tres episodios más.

La serie ha recibido buenas críticas, y merece la pena verla. Una adaptación inteligente y respetuosa con el original, llena de humor y acción. Entretenimiento asegurado. Y para saber más, nada mejor que visitar el blog que mantiene el Dr. Watson...

http://www.johnwatsonblog.co.uk/
















jueves, 24 de enero de 2013

Lincoln

Me da igual quien lo diga y como lo adorne. Esta es una película sobre un Presidente americano, hecha por un director americano y para un público americano. Para el resto son casi tres largas horas, que se hacen largas de veras, aguantando diatribas y chascarrillos de un político que pasó a la historia por algo importante, abolir la esclavitud, pero que entretiene más en su faceta de “cazador de vampiros” (je, je).

Esto es como si, dentro de 100 o 200 años, a algún iluminado se le ocurre hacer una película sobre Rajoy porque ha pasado a la historia por hacer algo importante, que no bueno, como por ejemplo cargarse el estado del bienestar. Y entonces nos lo sacan en pantalla haciendo gala de su “retranca” gallega, contando anécdotas y chistecillos sobre otros dirigentes (Angela Merkel, por ejemplo) o políticos de otros partidos. Para dar mayor solemnidad al asunto, el director nos castiga con innumerables contrapicados (para dejar constancia de la altura física, que no moral, del personaje) y primeros planos de perfil que solo buscan incidir en el gran parecido físico entre el actor que lo interpreta y el personaje real.

Admito que cuando se inicia la votación en el Congreso, si es que has conseguido llegar hasta ahí a través de los vericuetos y las idas y venidas de emisarios y congresistas, en esa negociación, a veces clara y otras no tanto, tiene cierta emoción porque logra transmitirte que estás asistiendo a un momento histórico.

¡Pero dura poco! Y el final, asesinato incluido, lo único que te hace es exhalar un suspiro pero no de pena, sino de descanso pensando: “¡por fin se ha terminado!

¡Ah! y aunque Daniel Day-Lewis es uno de mis actores favoritos, no creo en absoluto que se merezca el Oscar por esta interpretación. Vamos a lo de siempre, admito que la caracterización es muy buena, por tanto, que se lo den a los de maquillaje, peluquería y vestuario, pero ya está.

Si tuviera que destacar algo de la película, bueno a alguien, sería sin duda a Tommy Lee Jones.



domingo, 20 de enero de 2013

Escritores americanos: JIM THOMPSON

He llegado a esta historia a través de una especie de tormenta de ideas. La cosa empezó con “Argo”, película que aún no he visto. De ahí pasó a mi aversión hacia Ben Affleck como actor y a mi reconocimiento como director por “The town”, que vi hace tiempo. Entonces, una compañera de trabajo me recomendó “Gone Baby Gone” en la que el papel principal lo interpretaba su hermano, Casey Affleck, a quien me resultaba difícil poner cara pese a haberle visto en alguna que otra película. Cuando comenté a mi compañera que “Adiós, pequeña, adiós” me había gustado bastante me habló de “El diablo dentro de mí”, protagonizada por Casey, no sin antes advertirme de su violencia.
Así es como hoy, tarde de domingo lluviosa y fría, ideal para disfrutar, repantigada cómodamente en el sofá y en agradable compañía, de una buena película me entero, antes de que empiece, de que está basada en la novela de Jim ThompsonThe Killer Inside Me” y me hago una ligera idea de lo que me espera ya que, no hace mucho, tuve el placer de leer “1280 almas(http://elfrikismoilustrado.blogspot.com.es/2011/08/1280-almas-jim-thompson.html).

Si buceas un poco en las cenagosas aguas de la vida de Jim entiendes porque escribía lo que escribía y, sobre todo, la manera en que lo escribía. La inspiración para esos sheriffs en apariencia simples y bobalicones, verdaderos psicópatas, la tenía cerca pues su padre, James Sherman Thompson, fue un adinerado sheriff corrupto del condado de Caddo en Oklahoma, jugador empedernido y alcohólico sin remedio, que se suicidó en un sanatorio.

Jim, mujeriego, empujado por los vaivenes a los que le sometió su propia adicción etílica, vagabundeo por varios estados del Oeste de EE.UU., trabajó como botones bracero, vendió alcohol durante la Ley Seca (por lo que fue perseguido tanto por la policía como por las mafias locales) y, por pertenecer al Partido Comunista Americano, fue denunciado en 1951 durante la Caza de brujas del senador McCarthy. Todo eso aderezado con las estreches económicas que lo cercaron toda su vida.

Por fin nos adentramos en Central City, localidad petrolera al oeste de Texas. Caminos polvorientos, hombres, que mordisquean palillos, parcos en palabras, y mujeres castigadas por éstos y por la vida.

La existencia transcurre lenta, sin sobresaltos, hasta que Lou Ford, sheriff adjunto, un paleto de pocas luces, educado, correcto, siempre dispuesto a ayudar a quien se lo pide, empieza a dejarse arrastrar por pensamientos de sangre y muerte, fruto de «la enfermedad» que ya le hizo cometer un crimen en su adolescencia.

Así Lou, narrándolo en primera persona como le gusta a Thompson, nos va haciendo participes de sus truculentas meditaciones, en un devenir sereno y reposado, casi al mismo tiempo que las lleva a la práctica de una manera brutal y salvaje, sin despeinarse ni pestañear, y sin darnos tiempos a los espectadores a reflexionar sobre lo que ha sucedido. El asesinato de la prostituta Joyce Lakeland, una cruenta escena, excesiva, a base de brutales golpes, patadas y puñetazos, casi te hace vomitar. A partir de ahí se encadenan las muertes, de un modo más o menos afable, hasta que le toca el turno a la otra fémina de la historia, Amy Stanton, en este caso una chica de buena familia (Jessica Alba, en el papel de la prostituta, y Kate Hudson, en el de Amy, bordan sus papeles).

Casey Affleck, con su rostro cordial, su ánimo templado y su encantadora sonrisa, nos horroriza al demostrar, con su magnífica interpretación, algo sobre lo que Jim Thompson no se cansa de insistir en sus novelas: nada es lo que parece y el mal que más debemos temer es aquel del que son capaces las personas “normales”:

El mal no es nunca `radical´, sólo es extremo, y carece de toda profundidad y de cualquier dimensión demoníaca. Puede crecer desmesuradamente y reducir todo el mundo a escombros precisamente porque se extiende como un hongo por la superficie. Es un `desafío al pensamiento´, como dije, porque el pensamiento trata de alcanzar una cierta profundidad, ir a las raíces y, en el momento mismo en que se ocupa del mal, se siente decepcionado porque no encuentra nada. Eso es la `banalidad´. Sólo el bien tiene profundidad y puede ser radical.”

Hannah Arendt



domingo, 6 de enero de 2013

"Gauguin y el viaje a lo exótico”, Museo Thyssen-Bornemisza

Cuando murió, con apenas 55 años, Eugène Henri Paul Gauguin, dejaba atrás una existencia azarosa en la que a etapas de aventuras (se embarcó en la marina mercante siendo muy joven y después en la Armada Francesa) les sucedieron otras convencionales y aburguesadas (se casó, tuvo cinco hijos y trabajó como agente de cambio en la Bolsa de París) siendo el nexo entre todas ellas su pasión por los viajes: parte de su infancia la pasó en Lima, vivió en Copenhague, y sus largas estancias en Francia las alternó con otras en las islas del Caribe (Taboga y Martinica) y en la Polinesia Francesa (Tahití e Islas Marquesas).

Sufrió disentería, paludismo, sífilis, lepra, lo que, unido a la pobreza que padeció en numerosas ocasiones lo empujaban, cual holandés errante, de las islas a Francia y de allí nuevamente a las islas, en una búsqueda interminable del edén, ese que recrean sus cuadros, en el que no tiene cabida la enfermedad ni las penalidades ni la soledad que, sin embargo, le acuciaron durante largos periodos de su vida y que le llevaron a intentar suicidarse en 1897.

Pero todas esas vicisitudes no se reflejan en su pintura en la cual nos adentramos a través de grandes explosiones de colores controlados: el verde frondoso, verde espesura, verde esperanza; el naranja de la tierra fértil y generosa cargada de promesas de felicidad; el amarillo cálido y acogedor; el rojo fuego. Esa es la paleta del pintor en “Mata mua” (he de decir que el color del cuadro original no resulta tan vivo como las numerosas copias que estamos acostumbrados a ver) donde, en torno a un gran dios de piedra, nos presenta una idílica escena poblada de mujeres que, indolentes, se entregan a una existencia placida rodeadas de exuberante belleza, fragantes aromas y sonidos misteriosos y exóticos. ¡El paraíso terrenal!

Cabeza de tahitiana” es un dibujo a carboncillo, aparentemente sencillo, con el que Gauguin, exhibiendo los rasgos raciales de la indígena, consigue captar la curiosidad del espectador y que éste sea capaz de percibir la belleza de las diferencias. Los ojos rasgados de la mujer, su característica nariz, sus labios gruesos te hablan de otro mundo, de otras culturas y despiertan en quien contempla el cuadro el deseo de viajar a esas tierras lejanas.

En “Paisaje de Te-Vaa” un mar de azul sereno compite en belleza con el cielo, de un azul más claro pero igualmente sosegado. El cuadro te trasmite una paz que te hace ansiar encontrarte en ese lugar como espectador excepcional de todas las variaciones cromáticas posibles que puede experimentar un único color.

En algún lugar sobre el arco iris,
muy en lo alto,
existe una tierra que soñé
una vez en una canción de cuna.
En algún lugar sobre el arco iris
los cielos son azules
y todos los sueños
que te animas a soñar
se hacen realidad”.

Gauguin parece poner imagen a los anhelos de Dorothy en el “Mago de Oz”; la voz solo puede ser la del hawaiano Israel Kamakawiwo Ole, con su ukelele, interpretando “Somewhere Over The Rainbow” (http://www.youtube.com/watch?v=jAzEhjooP3s).

Flores y cerámica, 1913, Henri MatisseConsiderado uno de los pintores franceses más importantes del siglo XIX, Gauguin influyó notablemente en la evolución de la pintura, sobre todo en el fauvismo (movimiento pictórico francés que se caracteriza por el empleo libre del color) cuyo precursor fue Matisse. En “Flores y cerámica”, una de las naturalezas muertas de éste, sobre un fondo azul noche contemplamos un jubiloso ramo de flores. Aunque el cuadro me gusta por la intensidad del color he de decir que no lo he entendido. No sé que representa la forma redonda ni lo que aparece debajo de ésta, aunque recuerda a un sobre o una hoja de papel con una esquina doblada.

Artista fauve también, de Henri Manguin me gustó el cuadro titulado “Las estampas”, en el que la rigidez de las ropas de la mujer vestida contrasta fuertemente con la desnudez de la que contempla las estampas que la primera le enseña, sentadas ambas sobre la cama de una habitación agradable y cálida, a la que la profusión de colores dota de un ambiente de tal recogimiento que el espectador casi se siente indiscreto por estar mirando una escena tan íntima.
De André Derain destacan “La danza I” y “La Danza II”, maderas talladas policromadas, dotadas de un movimiento y un ritmo alegre y contagioso.

Las obras de los expresionistas alemanes, en los que también influyó decisivamente Gauguin, es lo que más me ha gustado de esta exposición. En su intento de desnudar el alma en sus lienzos, recurren a la descomposición de la figura humana y a la exhibición de escenas cotidianas, representando ambas con colores violentos y amenazadores. Como si se tratara de “El retrato de Dorian Grey”, sus cuadros sirven como recordatorio de los efectos que cada uno de los actos cometidos tiene sobre el alma, por lo que las imágenes se van desfigurando dejando ver la otra cara de una sociedad enferma que se encamina hacia su destrucción. Lejos de ocultar el gran desencanto que siente el artista por el futuro de la humanidad, lo grita a los cuatro vientos. Eso incomodaba a los nazis y contradecía su ideología, por lo que todos estos artistas fueron catalogados como ARTISTAS DEGENERADOS:

«Desnudo de mujer» (1909), de KirchnerA Ernst Ludwig Kirchner, pintor alemán, la I Guerra Mundial le marcó de por vida. En 1937 su arte fue calificado de arte degenerado por los nazis y se destruyeron muchas de sus obras, lo que, unido a su inestabilidad emocional y a su incapacidad para soportar tanto sufrimiento, le llevó a suicidarse en 1938. En “Desnudo de mujer” despoja a la figura femenina de cualquier tipo de fragilidad y la representa, con gran agresividad, como un frio (pese a las pinceladas de amarillo de natural un color cálido) objeto, destacando en el conjunto al sexo que parece elevar para ofrecerlo mejor a la vista. 

En “Desnudo de rodillas ante un biombo rojo” desmadeja la imagen y la expone, en una especie de contorsión imposible, para, nuevamente, acentuar su sexo a la vez que desfigura el rostro. Esta composición resulta menos colérica que la anterior por una utilización cromática más moderada, en la que reserva el color más fuerte, el del biombo, para enmarcar la figura de la mujer lo que dulcifica en cierta manera la escena.

Emil Nolde, pintor alemán, simpatizante del nacionalsocialismo en su primera etapa, fue posteriormente condenado como artista degenerado. En “Madre y niño” cambia el uso de la perspectiva por figuras planas a las que proporcionan vida los violentos contrastes de color. Fruto de sus viajes a Nueva Guinea, de su admiración por la cultura tribal y su arte, es su magnífica colección de acuarelas que representan rostros de indígenas con las peculiaridades de su raza y sus adornos característicos.
 
Noche de luna, 1914, Emil NoldeMe encandiló “Noche de luna” en la que Nolde consigue que la luz  de la luna titile en el agua, recreando una preciosa escena en la que casi puedes oír el sonido de las olas. Un sueño de color azul oscuro, casi negro, con hermosos reflejos dorados. ¡Mágico!

Max Pechstein, pintor alemán, se vio forzosamente enrolado en la I Guerra Mundial cuya tropa abandonó, en 1917, por una crisis nerviosa. Fue calificado como artista degenerado por los nazis, lo que supuso el aislamiento y prohibición de su producción. En “Amanecer” una mujer, medio dormida, contorneada por el azul noche y los dorados amarillos que anuncian la salida del astro solar, descansa desnuda y tranquila. El rojo sensualidad se reserva para los carnosos labios y los reflejos encendidos de su cabello. El voluptuoso cuerpo, erotismo en reposo.

Otto Mueller, pintor e ilustrador alemán, luchó durante la Primera Guerra Mundial en Francia y Rusia. Después de la guerra se convirtió en profesor en la academia de arte de Breslau donde enseñó hasta su muerte en 1930. En 1937 fue calificado como artista degenerado por los nazis, por lo que 357 obras suyas, que estaban en museos alemanes, fueron confiscadas. En “Dos desnudos femeninos” recrea una escena llena de erotismo. Las dos mujeres dejan patente su desnudez exhibiendo descaradamente sus sexos que atrapan la mirada sin poder evitarlo. Los senos, perfectos, de la figura de la izquierda, su posición, destilan una sensualidad que no precisa recurrir a colores intensos para resultar intensa, atrayente y provocadora.

Dos desnudos femeninos en un paisaje, 1922, Otto Müller

Ha sido, sin duda, un recorrido pictórico interesante y muy conmovedor.


sábado, 5 de enero de 2013

Repartiendo estopa: V de Vendetta


V de Vendetta es un famoso cómic escrito por Alan Moore  e ilustrado por David Lloyd en los 80. Moore (Northampton 1953) es un curioso personaje, rebelde, anarquista declarado, y “mago del caos”. Ha trabajado en excelentes comics, como “Juez Dredd”,  “La Liga de los Caballeros Extraordinarios”, “Watchmen”, etc. Leer sus obras es un recorrido por el cómico del Sg XX.

V de Vendetta está ambientada en los 90 (el cómic fue escrito 10 años antes), en una Inglaterra superviviente de una terrible Tercera Guerra Mundial nuclear. El país es gobernado por un dictador aislado en su torre informática, que deja casi todo en manos de una policía fascista. El escenario recuerda claramente al futuro distópico de 1984, Farenheit 451, etc.

Pronto todo cambiará, cuando hace su aparición un revolucionario barroco, poeta, culto y con un retorcido sentido del humor: V. Con su máscara de Guy Fawkes (El famoso conspirador que pretendió volar el Parlamento inglés en 1605), comienza una serie de atentados muy teatrales, con la ayuda de una joven desesperada. Pronto se convierte en una gran amenaza para el Gobierno dictatorial, que desconoce sus motivaciones: ¿políticas?¿venganza personal?. Poco a poco, iremos conociendo su historia, al menos en parte, ya que no deja de ser un personaje enigmático. V, como todo buen héroe-villano, cuenta con grandes habilidades y recursos, y habita en una sede subterránea digna del Fantasma de la Ópera o de Batman.

La historia es muy interesante aunque no resulta fácil de leer. El inglés utilizado es bastante complejo, ya que mezcla el estilo culto y barroco de V con la jerga policial y popular. Además, la acción a  veces se disocia, y mientras observamos un acontecimiento en las viñetas, leemos sobre otro (aunque paralelo o alegórico), en el texto. El trabajo gráfico es bueno aunque no me acaba de convencer, resulta algo esquemático y oscuro, aunque puede ser un efecto buscado. La edición que he leído es la de Vértigo, bastante buena y con contenido extra.
El cómic fue adaptado al cine por los hermanos Wachoski en 2006, y la película fue protagonizada por Hugo Weaving (V) y Natalie Portman (Evey Hammond). La adaptación fue muy criticada por Moore, apoyada por Lloyd  y bastante bien recibida por los fans.

El cómic es en definitiva una llamada de atención sobre la parte más oscura del ser humano y de la sociedad; crítica de la facilidad con la que nuestra civilización cae en los totalitarismos como aparente fácil solución a todos los problemas, y como los individuos más rastreros y violentos encuentran su medio de cultivo perfecto en esas condiciones.

Con los años, la máscara de V se ha convertido en el símbolo del grupo Anonymous, y en general, de los indignados con el sistema y las injusticias en general. Y es que, si V fuera manchego, no dudaría en gritar aquello de “sus vi a crujir a tooos”….

martes, 1 de enero de 2013

Poker de novela negra

Estoy de enhorabuena. En poco tiempo, han sido publicadas cuatro novelas de mis series de detectives favoritas. Así que durante unos días, me he sumergido en nuevos y apasionantes casos.

Comencé con “The wrath of angels” (la ira de los ángeles), de John Conolly. Se trata de un nuevo caso para el extraño y atormentado detective Charlie Parker. El asunto comienza con el descubrimiento de los restos de un accidente de avión en lo más profundo de los bosques de Maine. Al parecer, es posible que en el fuselaje todavía se conserve un objeto de gran interés para las fuerzas ocultas, tanto del mal como de un supuesto bien…

Se trata de la novela más “sobrenatural” de la serie, ya que se centra en el mundo paralelo  de seres fantasmagóricos que siempre han rodeado a Parker.

En principio el fantático no es un género que me interese demasiado, ya que choca con mi vocación de escéptico y amante de la ciencia. Pero la prosa de Connolly atrapa: el ritmo creciente de la acción, el humor, la descripción de los paisajes y de las pasiones de los personajes…hacen que de nuevo la lectura de esta entrega merezca la pena. La historia está menos elaborada que otras veces, pero la calidad de la narración es enorme. En definitiva, los amantes del personaje la disfrutarán, aunque como todas sus novelas, está llena de violencia y crueldad.

A continuación, para cambiar de tercio, leí “La danza de la gaviota”, la última entrega de Andrea Camilleri. Esta novela comienza con mucha acción, a un ritmo mayor del habitual en el autor. Es un caso que toca muy directamente al inspector Montalbano, quien no cejará hasta resolverlo. Sin embargo, las dificultades van a ser mayores que en otras ocasiones. Se trata de un relato muy ágil, aunque excesivamente cinematográfico. Habiendo visto la serie,  las imágenes se forman casi como en el cine. Camilleri siempre trata de mantener un tono relativamente amable, pero en esta ocasión lo oscurece un tanto, aumentando las dosis de violencia y desesperanza.
 
Llegamos ahora a la segunda entrega de la trilogía sobre la crisis, de Petros Markaris: Liquidación final. En este caso, el título del libro y el tema de la trilogía no deja margen a la duda: se trata de su novela más negra en el sentido social, triste y desesperada. Tras una impactante primera escena, comienza un interesante caso, que en otros tiempos parecería descabellado, pero no hoy en día. Markaris no oculta que su intención es realizar una despiadada crítica sobre las desigualdades e injusticias crecientes en la sociedad griega, y en general, en los países meditarráneos. Es un pensador muy interesante y profundo, y realiza una crítica dura pero matizada, sobre el papel que instituciones, políticos, ciudadanos, etc, juegan en la crisis.
 
http://www.elcultural.es/noticias/LETRAS/4101/Petros_Markaris-_Espana_ya_no_esta_como_Grecia_hace_cuatro_anos_esta_como_Grec

Tanto las reflexiones del autor como la propia novela dejan un mal sabor de boca y una  gran tristeza al descubrir como un grupo de indocumentados, pelotas, corruptos y asquerosos en general, copando puestos y cargos de responsabilidad desde el ámbito público y privado, se mueven exclusivamente para saciar sus intereses sin tener en cuanta a los demás. Sus trilogía pone en evidencia lo peor de nuestros países, aunque lo hace desde el amor a su tierra y a la gente honrada, a pesar de todo. Por otra parte, la trama de la novela resulta interesante, y más elaborada que la anterior entrega de la trilogía.
Finalmente, acabamos nuestra actualización con “La caja negra (The black box)”, de Michael Connelly. Se trata de un nuevo episodo en la saga del detective Harry Bosch.



En esta ocasión, el Detective Bosch trabaja en un antiguo caso: una joven apareció muerta en los callejones de Los Ángeles durante los graves disturbios de 1991. Gracias a nuevas técnicas forenses (DNA, balística) e informáticas (data mining), la policía es capaz de aportar nuevas evidencias a casos cerrados, así como establecer relaciones entre distintos delitos. Harry Bosch deberá utilizar todos sus recursos, porque hay mucha gente a la que no le interesa que se hurgue en el pasado...Como en otras ocasiones, se tendrá que enfrentar a jefes interesados solamente en medrar políticamente, y tendrá que superar distintos peligros para lograr que se haga justicia. Aunque algo exagerada, la trama se basa en la experiencia del autor como periodista especializado en este campo, y resulta relativamente creíble. Pero sobre todo, entretenida como todas sus anteriores entregas. Esta novela ganó el premio RBA de Novela Negra, y ha sido rápidamente traducida al español por un nuevo traductor.
http://elementalkeridoblog.blogspot.com.es/2012/12/michael-connelly-la-caja-negra.html

Al parecer, las traducciones hasta ahora no hacen justicia a este autor (yo lo he leído en inglés), lo cual explicaría bastante su falta de éxito en el Club de novela negra Taiga de Toledo.
http://elementalkeridoblog.blogspot.com.es/2009/12/michael-connelly-mal-traducido-como.html

En fin, los amantes del género estamos de enhorabuena por la publicación de cuatro estupendas novelas de cuatro autores muy consagrados. Cuatro novelas algo o mucho más oscuras en general que sus precedesoras, en consonancia con los tiempos difíciles que nos toca vivir.