domingo, 18 de enero de 2015

Old Man's war: crónica de las guerras viejunas


 
 
Según Scalzi, cuando nos jubilemos podremos elegir entre jugar al dominó en el bar de la plaza, o repartir hostias como panes en mundos lejanos...
 
John Scalzi es un conocido escritor de ciencia ficción. Nacido en California en 1969, ha sido crítico de cine, periodista y blogero. Mantiene una web llamada whatever, en la que escribe sobre cine, libros y temas de actualidad. Además es presidente de la Asociación americana de escritores de ciencia ficción.
Hace un tiempo leí una entrevista suya en la que se reconocía inspirado por Robert A. Heinlein en su primera novela,”Old Man’s war” (La vieja guardia en su versión en español). La novela de Heinlein, “Starship troopers”, marcó el género de ciencia ficción militar, así que tenía interés en leer la novela de Scalzi, y la he terminado hace poco.
La novela relata la vida de John Perry, un escritor americano que acaba de cumplir 75 años. O mejor dicho, cuenta la segunda vida de Perry, ya que la primera está acabando. Perry  ha sido un hombre tranquilo, que ha disfrutado de un buen matrimonio y de salud, en un pueblo como tantos otros. Sin embargo, ante la reciente muerte de su mujer, y su deterioro físico, lento pero inexorable, decide aceptar la oferta de las Fuerzas de Defensa Coloniales: unirse como soldado para participar en las cruentas guerras espaciales libradas con distintas razas alienígenas. Para ello, se une a un grupo de viejunos que se ven obligados a abandonar la tierra para siempre, despedirse de sus amigos y familiares, cerrar sus asuntos, y lanzarse a la aventura a cambio de una vaga promesa de salud y juventud. Ninguno de ellos está muy seguro de cómo serán rejuvenecidos, ya que la tecnología se mantiene en secreto. Sus primeros pasos en el ejército, y el comienzo de su entrenamiento van a estar llenos de sorpresas...
Así comienza la entretenida novela de Scalzi, que mezcla humor, acción e intriga, con un estilo narrativo sencillo y eficaz. El autor aprovecha tópicos como el carácter agriado de un viejo protestón, o las chorradas militares típicas del sargento a cargo de la instrucción, para hacernos reír en una historia que sin embargo, va adquiriendo un tono sombrío por momentos.
Aunque quizás no alcanza el nivel de Starship Troopers o The Forever war (Joe Haldeman), aprovecha los avances científicos más recientes para imaginar una tecnología militar espectacular: nanotecnología, informática, inteligencia artificial, astronomía…La novela está más próxima a Heinlein que a Haldeman, ya que defiende la necesidad de un estamento militar poderoso y moderno, en un universo peligroso y en conflicto constante. La fuerza se impone a la diplomacia en un espacio duro y sin piedad.
Aunque su propósito es sobre todo el entretenimiento, el autor no deja de plantear algunos temas profundos, especialmente acerca de la identidad de una persona y que nos hace humanos. Veo que esta novela tiene dos secuelas(The lost brigades y The last colony), así que no voy a perder tiempo en conocer como continúan las aventuras del viejo soldado Perry en una Galaxia muy, muy cercana…
 
 
 
 
 
 

sábado, 10 de enero de 2015

BIG EYES

Todo aquel que se acerque a “Big eyes” esperando adentrarse (a través de los enormes, desproporcionados y oscuros ojos infantiles que pintaba Margaret Keane) en el excéntrico e igualmente oscuro universo burtoniano se llevará un gran chasco.

No solo se verá envuelto en una paleta de tonos pastel, muy alejada de los amados rojos y negros de Tim, sino que se topará de lleno con la biografía de una mujer sumisa y perdida, como tantas otras de su época, que utilizaba su técnica pictórica para hablarle, a cuantos quisieran verlo, de su angustia existencial.

Eran los años cincuenta. Los hombres, tras la Guerra, volvieron a sus puestos de trabajo y las mujeres, que durante su ausencia mantuvieron las fábricas con su trabajo y a las familias con su tesón, volvieron a ser confinadas al mundo doméstico. Se esperaba de ellas que fueran el bálsamo que curara las heridas del horror vivido en las almas masculinas. Se les exigía, ante todo, ser buenas madres y esposas femeninas, entregadas y cariñosas. Lo que hiciera falta para proporcionar el ansiado descanso del guerrero. Un rol socialmente impuesto que se ha repetido y sigue repitiéndose con demasiada frecuencia.

Margaret, que huyo de un primer matrimonio y debía mantener a su hija, intentando ganarse la vida conoció a Keane, un supuesto pintor que derrochaba el encanto y las habilidades sociales que a ella le faltaban. Walter, que supo reconocer en ella el talento del que él carecía, tenía una extraordinaria visión comercial que le llevó, tras convertirse en su segundo marido, a apropiarse de la autoría de sus cuadros montando un elaborado entramado destinado a darle veracidad a una mentira que acabó adquiriendo proporciones tan grandes como los “Big eyes” que ella pintaba y que él, sin ningún reparo, pudor ni vergüenza, se atribuyó hasta el final de sus días.

Amy Adams realiza una maravillosa y creíble interpretación de esa mujer cohibida y asustada que, llegado el momento, fue capaz de enfrentarse a las normas establecidas y pelear por lo que era suyo, convirtiéndose en una pionera de la lucha de las mujeres por reivindicar su espacio en el mundo. Por su parte Christoph Waltz nos presenta a un Keane excesivo, irritante e histriónico, que desde el principio consigue ponerte en su contra. La pareja funciona y brilla con luz propia.

Aunque en su momento los principales críticos de arte definieron estos cuadros como demasiado kitsch (cualquier arte que es pretencioso, pasado de moda o de muy mal gustologró calar en la gente de la calle que, al no poder pagar el precio de los cuadros originales, compraba miles de litografías y postales, lo que generó numerosos imitadores y una considerable fortuna a Keane.


¿Por qué Burton ha hecho una película tan diferente a lo que nos tiene acostumbrados? Muy fácil, se lo debía a Margaret. Solo hay que pensar en Víctor Frankenstein, ese niño tan inteligente y fanático de la ciencia, y su perro Sparky; o en Víctor Van Dort y su “Novia cadáverEmily; o en  Eduardo Manostijeras, un diferente en un mundo homogéneo o en el Sombrero Loco de “Alicia en el país de las maravillas”.

 Si, Tim se lo debía a Margaret.

Este es un homenaje a la obra de una artista admirada por Burton. Era su momento y quizás por ello Tim ha procurado pasar desapercibido a la hora de contar la vida de su musa. No hay nada en la historia que distraiga la atención.

Como ya está en cada una decidir si la obra de Margaret Keane nos gusta o no, solo apuntarles que en España existen dos cuadros originales de esta pintora: “Margarita en el campo” y “Niña con gatos”, éste atribuido a su esposo Walter. Aunque ambos pertenecen al Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, se encuentran en el Museo Provincial de Jaén.

En sus fichas se confirma la autoría de Margaret Keane.

Seguro que a partir de "Big eyes" se triplica el interés por ver estas dos obras y vuelven al Reina Sofía, ¿quieren aportar algo?




sábado, 3 de enero de 2015

Descifrando Enigma: la realidad supera a la ficción

Una buena película, superada por la historia original
 
La historia de la criptología, y en especial el descriframiento de la máquina Enigma por parte de los aliados durante la II Guerra Mundial, siempre me ha llamado la atención. Hace diez años visité Bletchley Park, la residencia inglesa en la que un grupo de matemáticos, lingüistas y criptógrafos consiguieron descifrar los mensajes codificados con la máquina Enigma emitidos por el ejército alemán. Este lugar, relativamente cercano a Londres, merece una visita. Estuvo abandonado muchos años, pero poco a poco se ha ido recuperando para el público. En él, se puede visitar el famoso Pabellón 8 dirigido por Turing, y una réplica de la máquina Bombe, diseñada para descifrar los mensajes de Enigma.
 
Este proceso había comenzado años antes en Polonia, y las autoridades trasladaron sus conocimientos y una máquina Enigma a Francia, ante el inminente ataque alemán. Posteriormente, terminaron en Inglaterra. La historia, que ha estado clasificada mucho tiempo, resulta apasionante, y ya la traté en nuestro blog hace unos años.
Este tema ha sido abordado por el cine, sobre todo en la película “Enigma”, dirigida por Michael Apted en 2001, que narraba una interesante historia relacionada con las matanzas de Katyn y el esfuerzo de los ingleses y americanos para mantener viva la frágil alianza con la Rusia soviética, con el fin de vencer a los nazis. Cuenta con una buena interpretación (Kate Winslet) y es muy recomendable.
Recientemente, se ha estrenado otra película que narra con mayor detalle la vida del grupo de científicos y expertos que trabajando contra reloj bajo la terrible presión de la guerra, fueron capaces de resolver el problema. Se trata de “The imitation game” (Descifrando Enigma), dirigida por Morten Tyldum, del que conozco la inquietante y violenta película “Headhunters”. En esta ocasión, cuenta con una excelente producción e interpretaciones para narrar la historia centrándose en el principal protagonista, el matemático Alan Turing.
La dramática historia de Turing es bien conocida. El genial científico, nacido en Londres en 1912, estudió en una escuela en Sherborne, (donde por cierto tuve ocasión de hacer un curso de inglés hace muchos años), y posteriormente continuó sus estudios en Cambridge. Turing estudió a los grandes científicos de su tiempo (Einstein, Hilbert), y desarrolló el concepto de “máquina de Turing”, que fundó las bases de la computación moderna. También se interesó por la criptografía, lo que le llevó a trabajar para el Gobierno durante la II Guerra Mundial en Bletchley Park, mejorando la aproximación previa de polacos y franceses.
La contribución de Turing fue crucial, y se ha estimado que problablemente redujo la duración de la guerra dos años. Una prueba de la importancia de su trabajo es que parte de él no fue desclasificado hasta el año 2012. Despúes de la guerra, Turing, un héroe desconocido para el gran público, fue profesor en la Universidad de Manchester y continuó sus trabajos en computación. Allí propuso su famoso Test de Turing, para definir la inteligencia artificial: una máquina será inteligente cuando un humano no pueda distinguirla de otro humano en conversación con ella. Esta idea sigue siendo actual en el desarrollo de la inteligencia artificial.
El dramático fin de Turing también es muy conocido. En 1952, fue condenado por homosexualidad, y forzado a tomar un tratamiento hormonal para reducir la libido si quería evitar la cárcel, dentro de la represión que sufrían  y sufrirían  todavía durante años los homosexuales en el Reino Unido. El brutal tratamiento de un año le causó impotencia y ginecomastia, y además le fueron quitados los privilegios de acceso a información confidencial del gobierno. Todo ello le arrastró al suicidio en junio de 1954, a la edad de 42 años. El reconocimiento a su gran aportación ha aumentado constantemente desde su terrible muerte.
La película The imitation game recoge estupendamente el ambiente de la época de Bletchley Park. Turing es interpretado por Benedict Cumberbatch, actor conocido por la reciente serie “Sherlock”, y cuenta con otros actores famosos, como la estupenda Keira Knightley, y Charles Dance, que parece seguir repartiendo estopa como buen Lannister.
Al parecer, la película comete algunas imprecisiones históricas (ATENCIÓN, AQUÍ REVELAMOS ALGUN ASPECTO DE LA TRAMA)
Quizás la más preocupante, y que  me parece excesiva como licencia, es acentuar los rasgos de excentricidad de Turing, llevándolo casi al autismo.
También resulta injusta la descripción del comandante Denniston; seguramente consideraron que necesitaban un malo en la película, y qué mejor villano que Tywin Lannister. Tampoco se reconoce el esfuerzo que polacos y franceses habían hecho antes de la guerra para descifrar enigma, ni la aportación de otros científicos al esfuerzo. Y otro aspecto importante es el grado de responsabilidad del equipo, que parece llegar más allá, involucrándose en qué utilizar la información. En realidad, su uso quedó en manos de la inteligencia inglesa, que hizo un trabajo magnífico para poder aprovercharla al máximo sin revelar claramente al enemigo que su código había sido quebrado.

En definitiva, siendo la historia real impresionante, no veo la necesidad de modificar un solo aspecto, y en este sentido me ha decepcionado, si bien la película per se es muy buena. En todo caso, sirve de homenaje a un personaje crucial en la ciencia y en la lucha contra el nazismo, en contraste con el terrible tratamiento que recibió por parte de las autoridades inglesas de los años 50.

viernes, 2 de enero de 2015

Un gran robot: Big hero 6

Amistad entre un chaval y un robot en la estupenda "Big Hero 6"

Las fiestas navideñas suelen traer algún que otro estreno de películas de animación, muchas veces interesantes. Desde hace tiempo, los creadores de este género son capaces de dirigirse tanto al público infantil o juvenil, como al adulto, con lecturas a varios niveles. Y este es el caso de la excelente “Big Hero 6”, actualmente en cartel. Se trata de la primera película de la factoría Disney basada librementen en el universo Marvel, concretamente, en el cómic Big Hero 6 del americano Steven T. Seagle. Este autor es conocido por su cómic autobiográfico “It´s a bird”, que todavía no he leído. Big Hero 6 narra las aventuras de un genio de la robótica, Hiro Hamada, que vive con su hermano mayor y su tía en la curiosa ciudad de San Fransokyo. Se trata de un estrambótico híbrido entre San Francisco y Tokio, con un ambiente futurista muy bien conseguido. Hiro se mueve en el mundo de las peleas callejeras de robots (genial la primera escena), y siente desprecio por el ambiente supuestamente pijo y académico de la universidad en la que trabaja su hermano Tadashi. Sin embargo, un concurso de robótica en la universidad va a cambiar radicalmente su vida…
 
La película mezcla perfectamente humor, aventuras y drama (casi siempre presente en las películas de Disney), y resulta muy entretenida y emocionante. Contiene situaciones y escenas divertidísimas, dentro de una trama clásica de superación y lucha contra el mal. Sus personajes son un homenaje a los frikis amantes de la ciencia y de los cómic (entre los cuales me encuentro, obviamente), destacando el genial robot Baymax. Su diseño y su personalidad resultan muy originales (salvo quizás una cierta inspiración en la maravillosa película de animación “El gigante de Hierro”, 1999). Baymax es un robot divertido y entrañable que llena la pantalla, literalmente. Big Hero 6 refleja, al parecer bastante fielmente, interesantes avances recientes en robótica. Además, se beneficia de la actual tecnología de animación, que ofrece unos resultados espectaculares. De hecho, para procesar las imágenes, Disney tuvo que utilizar 2.300 potentes ordenadores en red, con un resultado asombroso en la pantalla, capaz de hacer justicia al estupendo guión. Una película que gustará a casi todo el mundo, independientemente de edades o grado de frikismo. Pero para los amantes de la animación y del cómic, será una auténtica delicia.