martes, 30 de octubre de 2012

Por la Ribeira Sacra

Partí hacia el Norte en busca del otoño (todo aquel que conozca Toledo sabe que solo tiene tres estaciones: verano, invierno y la del tren) ¡y vaya si lo encontré! Han sido cinco días de lluvia intensa y engañosamente constante por unos paisajes de ensueño:

Pintaron de gris el cielo
y el suelo
se fue adornando con hojas
se fue cubriendo de otoño
 
Tras un viaje de siete horas arribamos a nuestro destino: A Penalba (Nogueira de Ramuín, Ourense), pueblecito situado entre las laderas de dos montañas; un balcón natural que te regala unas vistas impresionantes del río Miño.

En este paraíso natural se ubica “O Remanso Dos patos”. Hotel pequeño, cálido y acogedor donde cada detalle está cuidado con esmero. Una decoración coqueta que invita a la relajación y al descanso. Un trato atento y cercano, sin resultar invasivo. Una cocina repleta de deliciosos sabores tradicionales, sazonada con una pizca de modernidad. Un lugar para disfrutar.

Como hemos llegado a la hora de comer, y no podemos hacerlo en el hotel al no estar previsto, sin bajar las maletas nos acercamos a Os Peares. Elegimos un bar al lado de la carretera donde comprobamos que las moscas gallegas (las ventanas y la puerta están abiertas de par en par) son tan pesadas como las manchegas. Pese a todo la comida no es mala: nos dejan encima de la mesa una fuente gigante de lentejas con chorizo y oreja de cerdo y un jugoso bistec con patatas. Lo más impactante de este lugar, aparte del recorrido serpenteante del río, es el viaducto, una impresionante estructura aérea que permite circular por encima de nuestras cabezas enormes camiones a gran velocidad. ¡Pone los pelos de punta!

Después de un pequeño paseo por el pueblo, hay que desentumecer los músculos cansados y contraídos después de tantas horas de coche, tornamos al hotel para deshacer el equipaje y descansar. Una ducha calentita y a las nueve cena en el bonito comedor: foie de pato casero, carrillada de ternera y sorbete de arándanos. ¡Menuda delicia!

El segundo día amanece lloviendo. Tomamos nuestro primer desayuno en el hotel: yogurt, zumo, tostadas, croissants, mermelada y café que, debo insistir, me gusta muy caliente.

Ponemos rumbo hacia Santo Estevo de Ribas do Sil, monasterio benedictino, hoy parador nacional, situado en pleno centro de la Ribeira Sacra, lugar de confluencia de los ríos Miño y Sil.
Desde lo alto de la carretera contemplamos la impresionante fachada barroca del S. XVIII envuelta en lluvia y niebla, lo que confiere al lugar un halo onírico que lo hace parecer irreal.

Ya dentro, recorremos los tres claustros: el de los Obispos, el más antiguo, comunica directamente con la iglesia. El claustro pequeño está situado al norte del anterior. El de la Porterí¬a o claustro Grande, situado al oeste de los dos anteriores, es de planta rectangular. La iglesia (cerrada porque cuando llueve entra agua pero que, amablemente, nos abren para poder visitar) es románica pero con elementos de estilo gótico.
 
Tierra de frailes y afiladores, disfrutamos de una exposición sobre estos últimos que cuenta con fotografías, dibujos, esculturas y las clásicas bicicletas que utilizaban las gentes que se dedicaban a este oficio. Igualmente recorremos “A pegada dun psiquiátrico” exposición que conmemora el 50 aniversario de la creación del Hospital Psiquiátrico “Dr. Cabaleiro Goás” de la localidad ourensana de Toén. Una serie escultórica sobre la locura, realizada por Florencio de Arboiro, fotografías de los internos, diversos objetos de éstos y otros utilizados en sus terapias, te van narrando la historia del nacimiento, evolución y decadencia de este centro. ¡Realmente curiosa!

Todo comenzó cuando el dios Jupiter, prendado de la hermosa tierra gallega quiso poseerla y para ello la atravesó con un río, el Miño. Su mujer, la diosa Juno, celosa por tener que compartir su amor con una extraña, pensó que si en la faz de la aquella hermosura abría una gran herida, Jupiter terminaría rechazándola. Esta herida, que en algunos lugares llega a los 500 metros de profundidad, es lo que conocemos como los Cañones del Sil, un espectacular paraje que recorre el corazón de la Ribeira Sacra” (Centro de Interpretación, Monasterio de San Pedro de Rocas).

Nos detenemos, pese a la lluvia y el fuerte viento que nos impide guarecernos bajo un paraguas, en uno de los miradores que te permiten contemplar los cañones del Sil rellenos de niebla. Desde “A mirada máxica”, segundo de los miradores que visitamos, divisamos a lo lejos, desde unas pasarelas de madera colgadas en el vacío, el catamarán que recorre el río y que no cogemos porque llueve tanto que no vamos a poder disfrutar de las vistas.

Parada de Sil localidad donde se ubica, entre bosques de castaños centenarios (recolectamos algunas castañas del suelo para probarlas), arrullado por el rumor del río y las hojas, el Monasterio Santa Cristina de Ribas de Sil, uno de los mejores exponentes del románico rural gallego.

Tiene su origen en el asentamiento de eremitas que se refugiaban en las orillas del río. Desde el siglo XII perteneció a la orden benedictina que construyó el primitivo monasterio y la iglesia. Este monasterio, el lugar donde se halla, es de una belleza apabullante. Entiendes porque aquellos ermitaños, que anhelaban recogimiento y una vida de oración, escogieron este lugar.

Si Dios existe este rincón sería algo muy parecido al paraiso terrenal. El sonido del silencio, solo roto por los murmullos del bosque y del agua, te envuelve, te arropa y, sin saber cómo ni por qué, sientes una especie de melancolía dulce que casi te hace llorar. Es una sensación extraña pero muy real. Siguiendo por la carreteruca mojada, mal asfaltada, sin líneas y rodeada de una vegetación espesa, tanto por arriba como  por los lados, llegamos a A Teixeira, otro pueblecito ourensano, donde nos detenemos para comer en un bar de obreros.
Un breve descanso, ahora no llueve, y ponemos rumbo hacia Castro Caldelas, centro histórico de la comarca de Tierra de Caldelas, donde se yergue, imponente, el castillo. Esta fortaleza, que data del siglo XIV, tanto por el entorno en el que está situada como por su magnifico estado de conservación, es algo que merece la pena ver.

Tras visitar el Santuario da Nosa Señora dos Remedios, nos acercamos, dentro de la misma localidad, a “O Forno” (Rúa Toural, 6), casa fundada en 1929, a comprar una bica mantecada, dulce típico de la Ribeira Sacra, elaborado con mantequilla, azucar, huevos, masa fermentada, harina, canela y limón. Como dice en su publicidad: “La sabia combinación de métodos artesanos ancestrales con ingredientes de la máxima calidad, permite recuperar y expresar en este dulce típico los aromas y sabores tradicionales”. Es un postre suave y esponjoso aunque, para mi gusto, excesivamente dulce.

A las afueras de Castro Caldelas se encuetra el Monasterio de Xan Xoán do Camba, fundado en el siglo X, uno de los más antiguos de Galicia. Leo, sorprendida, que fue un monasterio dúplice, es decir, que en el convivían hombres y mujeres, ¡qué modernos! Es una pena, pero no podemos visitarlo porque está cerrado. Como vuelve a llover, y pronto anochecerá, decidimos regresar al hotel. Estamos cansados pero hemos difrutado con los cinco sentidos.

Tercer día. Hoy empezaremos por Esgos donde se encuentra el Monasterio y eremitorio de San Pedro de Rocas, el más antiguo de Galicia, y uno de los más antiguos de Europa, cuyo origen se remonta a los inicios del cristianismo y de la vida monástica en Galicia. Data del año 573 y en 1923 fue declarado monumento histórico-artístico.

Todo el conjunto arquitectónico de San Pedro de Rocas consta de tres naves excavadas en el interior de una gigantesca roca del Monte Barbeirón.
Se cree que estas naves se ubicaron en el interior de la piedra aprovechando la existencia de cuevas de antiguos pobladores. Llama la atención su original campanario situado sobre una peña exterior. De valor incalculable son sus famosos sarcófagos, de forma antropoide, excavados en la misma roca que sirve de base a toda la estructura.

Recomiendo a todo el que viaje a esta zona que no deje de visitar este monasterio y el de Santa Cristina de Ribas de Sil. Son auténticas joyas tanto por su valor histórico-artístico como por los enclaves en los que se ubican.

Seguimos hacia Xunqueira de Espadanedo para ver el Monasterio de Santa María de Xunqueira. Recorremos su hermoso claustro románico. La iglesia, también románica, está abierta pero a oscuras, por lo que apenas podemos apreciarla.                                                    

En Montederramo nos aguarda el monasterio de Santa María de Montederramo un enorme edificio de estilo herreriano (muy parecido al Monasterio de El Escorial). Está cerrado y un cartel en la puerta te informa de que para visitarlo debes solicitar hora en el Ayuntamiento.

Si podemos entrar al claustro donde, para nuestra sorpresa, nos encontramos un coche aparcado dentro. Además una parte del techo está prácticamente en ruinas por lo que creo que debería estar cerrado.

Es una pena que esté tan deteriorado y en ese estado de abandono porque es realmente bonito.

Después de una parada para comer, volvemos a la carretera. A nosotros, que venimos de la Mancha y hemos vendimiado durante muchos años, nos llaman enormemente la atención los viñedos.
 
La Ribeira Sacra, dado que las vides están plantadas en las laderas de los valles y en los desfiladeros de los ríos Miño y Sil, es una de las zonas vinícolas más llamativas de España. ¡Sabiendo lo dura que es en tierra llana, no quiero ni pensar lo que tiene que ser la vendimia aquí!

Cruzamos a la provincia de Lugo para visitar Monforte de Lemos, núcleo de la comarca conocida como Tierra de Lemos, la población más grande de la zona, Me resulta francamente decepcionante. Es una localidad repleta de feos edificios de pisos, mucho cemento, aluminio y poca o nula preocupación por la estética.

Intentamos entrar al Colegio de Nuestra Señora de la Antigua (impresiona por su fachada), conocido como el Escorial Gallego, pero no podemos porque tiene que ser visita guiada y a unas horas establecidas.

Cruzamos el río Cabe, por el puente viejo, hacia el convento de las Clarisas que también está cerrado.

Subimos al parador, lloviendo nuevamente a mares, y preguntamos si se puede visitar. La avinagrada recepcionista nos indica que la cafetería está al fondo. Volvemos al hotel arrepentidos de habernos desplazado hasta aquí.

Hoy, último día de nuestra estancia, vamos a dedicarlo a Ourense. A la entrada de la ciudad te recibe el Miño que los romanos domaron con la construcción del majestuoso Ponte Veilla o Maior (que ha sufrido numerosas reconstrucciones), controlando a partir de entonces el paso del río y la explotación de las aguas termales (“aquae aurente”, la llamaban, ciudad de oro y del agua).


Impresionante el Puente del Milenio, inaugurado en el año 2001, un estructura curva que combina acero y hormigón. Cuenta con una pasarela peatonal que se eleva a 22 metros de altura, ofreciendo unas vistas excepcionales de la ciudad a todos aquellos que se atrevan a subir.

El río y sus orillas, limpias y muy cuidadas, junto con los puentes que lo atraviesan, son lo mejor de una ciudad poco atractiva en las afueras por la cantidad de feos bloques de pisos que denotan una ausencia total de preocupación por el paisaje.

En el casco histórico la Catedral de San Martiño, templo románico tardío con algunos elementos góticos, me parece desmesurada en las proporciones, parca en el adorno y fría en su conjunto. Más fortaleza o castillo que templo sagrado invita poco al recogimiento y la oración.

Bastante llamativa la Iglesia de Santa Eufemia, antigua iglesia de los jesuitas, de estilo barroco gallego, por su curiosa fachada cóncava.

As Burgas”, muy célebres en la ciudad, es un conjunto de tres fuentes de aguas termales y mineromedicinales que manan a 67º.

La Praza Maior, con su forma irregular, resulta atractiva gracias a los balcones y galerías de las casas de los siglos XVIII y XIX.

Debo decir que de las ciudades gallegas que conozco Ourense no es la que más me ha gustado (A Coruña sigue encabezando la lista seguida de Santiago).

En este viaje he entendido el significado de la palabra “morriña”. Los bosques repletos de castaños, hayas y robles melojos, tan verdes, tan espesos, que invitan a creer en brujas, duendes y trasgos. ¡Son mágicos! La lluvia que te saluda por la mañana y te despide por la noche. La niebla que recorre los cauces de los ríos. La gente con su engañoso hablar dulce y cadencioso detrás del que se ocultan caracteres decididos y fuertes.

Una tierra que te atrapa y seduce con la melancolía que de ella emana. Un lugar al que querrás volver.

La banda sonora de este viaje solo podía ser “Negra sombra”, poema de Rosalía de Castro perteneciente a su obra “Follas novas”, en la nostálgica voz de Luz Casal acompañada por la flauta de Carlos Núñez.

lunes, 29 de octubre de 2012

Blancanieves con mantilla negra




Pablo Berger es un relativamente poco conocido cineasta vasco, especializado en videoclips y publicidad. Al menos, yo reconozco que no le conocía. Leo en wikipedia que su primera película fue Torremolinos 73, película que debe ser un tanto friki, y que resultó exitosa. Me la apunto para verla.

http://es.wikipedia.org/wiki/Pablo_Berger

En cualquier caso, este currículum no me parecía demasiado prometedor a la hora de decidir ir a ver su última obra, “Blancanieves”. Pero el hecho de ser un proyecto muy original, y estar protagonizado por Maribel Verdú, me animó a verla…y a descubrir así una obra maestra, una película genial.

Lo peor es que se haya estrenado después de la estupenda “El artista”, que salió triunfante de su apuesta por recrear una película de cine mudo en blanco y negro. Esta bonita película nos sorprendió a finales del 2011, demostrando una vez más que la calidad del cine radica más en el guión y en las interpretaciones que en los medios técnicos. Es una pena, porque habrá mucha gente que piense que Blancanieves copia a la película francesa, y no es así.

http://www.imdb.com/title/tt1655442/

Blancanieves realiza una apuesta a priori muy arriesgada: fusionar el cuento de los hermanos Grimm con los aspectos más “cañís” de España: la copla, el baile, los toros...El resultado es espectacular. El cuento se vuelve negro, cruel, terrible, mientras que la Sevilla de los años 20, su toreo y su flamenco, se sublima y alcanza una belleza emocionante.


La película evoca obras como “La parada de los monstruos/Freaks” de Tod Browning, de 1932 (Tuve ocasión de ver esta película en cine hace unos años, y aun resulta sobrecogedora), o “Viridiana” de Buñuel. Nos sumerge en un mundo cruel y esperpéntico, pero también hermoso a su manera. Existen muchas similitudes entre el circo de Freaks y los bomberos-toreros-7 enanitos de Blancanieves. De Viridiana recoge su crítica despiadada hacia la sociedad tradicional, y comparte su humor negro y aspectos surrealistas.

http://www.blogdecine.com/criticas/blancanieves-genialidad-atemporal

Las interpretaciones en Blancanieves son magníficas. Por supuesto, Maribel Verdú, que borda el papel de madrastra, pero también las dos actrices que interpretan a Blancanieves. Especialmente la niña Sofia Oria, que resulta entrañable.

Mucha suerte para el director en su carrera por los Oscars. Él lo tiene muy claro, lo va a ganar, ¡que para eso es de Bilbao!. Y con esta obra maestra bajo el brazo, no le falta razón…

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/09/27/actualidad/1348740265_170247.html







sábado, 20 de octubre de 2012

El engaño Hemingway (1990)


París, principios de los años 20. Un joven Ernest Hemingway se traslada a vivir con su mujer, Hadley Richardson,  al Barrio Latino. En París, el joven periodista tiene ocasión de conocer a escritores de la talla de Gertrude Stein y James Joyce, a artistas como Picasso o Miró, etc. Heminway envíaba artículos al periódico Toronto Star. Pero además, se está dedicando a escribir sus primeros relatos cortos e incluso una novela. En diciembre de 1922, Hemingway  queda con su mujer en Ginebra, y le pide que le traiga sus relatos.  Hadley empaqueta todo el material, incluyendo las copias a carbón, y abandona por un momento la bolsa de mano en su compartimento del tren, que todavía no había partido de la Gare de Lyon. Cuando vuelve a los pocos minutos, la bolsa ha desaparecido.
Este hecho verídico es el sugerente comienzo de la entretenida novela de ciencia ficción “The Hemingway hoax”, escrita por Joe Haldeman. Ya hemos comentado previamente su  extraordinaria novela “La guerra interminable”. En esta ocasión, Haldeman juega con el concepto de realidades paralelas para configurar una elegante trama llena de sorpresas. La historia comienza suavemente, pero poco a poco se complica y se vuelve más interesante. El autor no se corta un pelo a la hora de introducir elementos sexuales, y cuando lo necesita, violentos. Pero en ningún momento abandona un tono humorístico y desenfadado, que hace la lectura muy entretenida.

La novela sirve de homenaje a Hemingway, invitando al lector a conocer más sobre su apasionante vida.

domingo, 14 de octubre de 2012

Perro, tres vidas – Gato, una

Frankenweenie (Tim Burton, 2012)

¿Cómo va uno a dejar pasar la ocasión de ver una recreación de la historia de mi tocayo Frankenstein y su criaturita, encima realizada por Tim Burton en animación 3D y en blanco y negro? En realidad, aunque sea animación 3D, porque los muñequitos así están diseñados, la he visto en la versión 2D. No creo que las tres dimensiones sean un recurso que haya que utilizar sistemáticamente, a riesgo de ceder demasiado protagonismo a la forma sobre el fondo y a que los árboles no nos dejen ver el bosque. Esto último no sé si es adecuado aquí, pero un refrán en medio del texto siempre le da un algo de respetabilidad.

No se trata de un remake propiamente dicho, sino una visión personal de Burton sobre la ultraversionada historia de Mary Shelley, con muchos detalles laterales que le dan contenido y la hacen una versión nueva y diferente. Mal vamos a hablar de remake si de entrada la cosa a resucitar es un perro, mascota de un Victor Frankenstein infantil, en una pequeña ciudad estadounidense, probablemente en la década de 1950. Con todo, la recreación de ambientes sórdidos, el cementerio (¿Por qué siempre llueve en los entierros?), el laboratorio, algunas escenas de terror supersticioso popular, etc, nos llevan al film de 1931 dirigido por James Whale y protagonizado por Boris Karloff. O si se prefiere bajar un poco el nivel de tensión, nos podríamos remitir a El Jovencito Frankenstein de Mel Brooks, con Gene Wilder y Marty Feldman. Esta última, sin embargo, no tenía ninguna pretensión de seriedad o mayor trascendencia, mientras que la película que nos ocupa es muy sentida y muy seria. No perdamos de vista, por si mi torpe crítica puede llevar a ello, que hablamos de animación con personajes bastante grotescos, muy de Tim Burton, y por lo tanto el lenguaje visual va a ser diferente.

Para mi ha sido un disfrute desde el principio hasta el final, y trufado de pequeños detalles mayores y menores, muchos de los cuales seguramente se me habrán escapado. Evidente e hilarante homenaje a Gremlins y un guiño a la autora de la novela de 1818, a quien toman prestado el apellido (realmente el de su marido Percy) para dárselo a una de las mascotas resucitables. También nos encontramos una particular visión de Godzilla. Todo ello en una historia que pasa del universo micro al macro en una escalada homologable a cualquier gran clásico de terror. Si no fuera porque vivimos una época en que la industria se atropella a sí misma en una rueda que todo lo aplasta, me atrevería a afirmar que estamos ante un futuro clásico del cine de animación de terror. Altamente recomendable. Puro universo Burton con cierto toque de desarrollo Spielberg. Si hubiera algo que criticar, diría que el final podría haber sido... Bueno, que cada cual opine.

Si es que alguien que llama a su gato “bigotitos” merece que le pase cualquier cosa.

Magic Mike


It's Raining Men
 (http://www.youtube.com/watch?v=hGLZqDXau98&feature=player_detailpage)

Muy alto dejaron el listón los chicos de “Full monty”. El bajito, el viejo, el gordo, el flaco, el negro, el blancucho pelirrojo y “caballo”, demostraron que pese a tener cuerpo “escombro” lo importante para deleitar al público femenino era la gracia, la picardía y, sobre todo, la actitud. Su “acero caliente” consiguió traspasar la pantalla y emocionar y divertir a partes iguales. Comedia, drama social y gente que buscando una solución al gravísimo problema del paro encuentra una salida a ritmo de Hot Chocolate y Donna Summer con sus “You Sexy Thing” y “Hot Stuff” haciendo bailar a medio mundo con ellos. ¡Eso si es dejar huella!

Si seguimos hablando de strippers, desnudos masculinos o actores porno, no podemos olvidarnos de “Boogie Nights” donde Mark Wahlberg también luce anatomía. Esta película está basada en la vida del mítico John Holmes, uno de los actores porno más famosos de todos los tiempos y a quien, probablemente, el simple hecho de miccionar cada día, con las correspondientes sacudidas posteriores, le provocó el conocido como “síndrome del túnel carpiano”…. ¡que su pene medía entre 25 y 28 cm!

Con “Magic Mike” tenemos sobre un escenario cutre una caterva de individuos cuyo casting no tiene desperdicio: Matthew McConaughey, Mateo para los amigos, no se ha tenido que esforzar para aparecer como un cateto con palillo en la boca y botas de cowboy (con el sombrero de barras y estrellas remata el look). Paleto tejano pero, eso sí, sin oler a vaca (“Texas, más ganado que demócratas”), sino como los propios ángeles, que para eso Dolce & Gabbana inexplicablemente, al menos para mí, lo han elegido como imagen de su perfume “The One Gentleman”.

Channing Tatum, con ese cuello toro, tiene a su favor que, si no ha sido doblado, es capaz de hacer unos movimientos que parecen bastante complicados, por lo que tiene su merito… Cuestión aparte sería su capacidad como actor.

Adam Rodríguez resulta que dejó su prometedora carrera como C.S.I. en Miami, a las ordenes del petirrojo Horatio Caine, como el agente Eric Delko, para iniciar otra bastante dudosa como stripper también en Miami… ¡menudo carrerón! (y encima tiene el culo fofo).

Para el final he dejado “al hombre”, Joe Mangianello, quien ha logrado que los vampiros dejen de ser mis monstruos favoritos y sean desbancados por “el hombre loboAlcide Herveaux de la serie de televisión “True Blood”.

En resumen, estamos ante un “Flashdance”, versión masculina, con menos acrobacias y más culos al aire. En el femenino tenemos a Alex, chica, que sueña con llegar a ser bailarina (profesión femenina por naturaleza) y entretanto, para poder vivir y pagar sus clases de baile, trabaja por el día como soldadora y de noche baila en un club nocturno. En el masculino tenemos a Mike, mostrenco, que sueña con tener su propia empresa, para que nadie le mandé, diseñando muebles (control, creatividad e independencia, características inherentes a cualquier profesión masculina que se precie) y que, mientras lo logra, trabaja por el día en una obra y por la noche baila en un club, bueno más que bailar menea sus atributos.

Película superficial, plana, sosa y encima moralizante. Definitivamente Steven Soderbergh no se encuentra entre mis directores favoritos.

¡En fin, en cuestión de desnudos inolvidables y excelentes actores siempre nos quedará Fassbender!

lunes, 1 de octubre de 2012

La merienda de los trífidos


Un trífido de mal vivir dispuesto a desayunarse una rubia, en el clásico de Johhn Wyndham


La década de los 50 y 60 fue prolífica en cine de ciencia ficción serie B. El descubrimiento reciente de los horrores de la radiacción nuclear, los avances en la carrera espacial y en biología, más la tensa situación política de la Guerra Fría, fueron un caldo de cultivo perfecto. De él, surgieron todo tipo de bichejos, lo mismo masas informes capaces de engullir lo que se pusiera de por medio,  hormigas atómicas dispuestas a merendarse algo más que las miguitas sobrantes de un pícnic campestre, o lagartos prehistóricos no menos hambrientos y horripilantes. Otras veces, visitaban nuestro planeta seres de bastante mala calaña, generalmente verdes y con todo tipo de apéndices extraños y armas psicodélicas.
Por ello, sólo tenía una vaga idea sobre “the day of the triffids” (el día de los trífidos, película de 1962 basada en una novela de John Wyndham, publicada en 1951). Sabía que en ella aperecían una especie de plantas carnívoras con tres patas capaces de sembrar el pánico en una Inglaterra apenas repuesta de ls invasiones marcianas de finales del Sg XIX. Pues bien, recientemente he leído por primera vez la novela, y he decir que es eso, si, pero más, mucho, mucho más.

Se trata de una excelente historia, impresionante por su ágil estilo narrativo, magnífico uso del inglés, e interesante por su análisis agudo y crítico de nuestra sociedad. La historia aprovecha estupendamente el clima de paranoia de los 50 para describir un escenario apocalíptico en el que nuestros peores temores se han hecho realidad. Por un lado, la bioingeniería consigue unas plantas que producen un excelente aceite, aunque con el ligero inconveniente de que al menor descuido, recuperan dicho aceite con un añadido de carne humana que nunca viene mal (por cierto, idea bastante avanzada para su época, tratando sobre los riesgos de la posteriormente desarrollada ingeniería genética aplicada a la industria y a la alimentación). Por otra parte, se añade un fenómeno misterioso y relacionado con el espacio, que no vamos a detallar más. Ambos factores desembocan en la destrucción de nuestra civilización, una situación desesperada en la que sólo unos pocos privilegiados conseguirán sobrevivir. ¿Qué ocurrirá entonces? ¿Se mantendrán las convenciones sociales, al menos durante un tiempo, o sólo regirá la ley del más fuerte? ¿Ni siquiera se respetará la hora del té?.
El protagonista, Bill Masen, nos conduce en una especie de “road movie” por la ciudad de Londres, y por la bella campiña inglesa, huyendo de todo tipo de enemigos de diversos tamaños (virus, plantas, parroquianos cabreados…). Afortunadamente, una poco convencional joven le ayudará en su empeño. El autor nos deleita con generosas dósis de clásico humor inglés, sutil e inteligente, lo que hace que la  historia sea más llevadera que otras obras apocalípticas como “La carretera”.
0http://en.wikipedia.org/wiki/The_Day_of_the_Triffids

El autor, con el más inglés imposible nombre de “John Wyndham Parkes Lucas Beynon Harris”, probó con varios trabajos en su vida (agricultura, leyes, publicidad, etc.), y comenzó a vender relatos cortos a finales de los años 20. Después de participar en la Segunda Guerra Mundial, la publicación de esta novela le supuso un enorme éxito, que le animó a seguir escribiendo varias novelas más (entre ellas, probablemente la más conocida sea “Las crisálidas”).
Al parecer, existe también una miniserie que no he visto, aunque no tiene demasiada buena pinta...
Y si quieres conocer más  detalles sobre la novela, puedes leer esta entrada: