domingo, 29 de septiembre de 2013

Hannah Arendt y la banalidad del mal


Margarethe Von Trotta es una premiada directora y guionista alemana, perteneciente al movimiento del nuevo cine alemán. Películas suyas son: las hermanas alemanas, la calle de las rosas, Rosa Luxemburgo, el largo silencio, la promesa y visión. En estos momentos está en cartelera su última película, “Hannah Arendt”.
Hannah Arendt (1906-19075) fue una de las filósofas más influyentes del pasado siglo. Nació en Hannover, en el seno de una familia judía. Estudió en la Universidad de Marburgo, dónde asistió a las clases de Heidegger. El famoso filósofo y la joven estudiante mantuvieron una relación sentimental secreta. Finalmente, Arendt dejó Marburgo y continuó sus estudios en Friburgo y Heidelberg. En su tesis doctoral analizó aspectos de la filosofía de Heidegger y de Jaspers. Poco a poco fue interesándose por cuestiones políticas y por el judaísmo. Fue comprometiéndose en la lucha contra los nazis, y se vio obligada a huir del país en 1933. Primero pasó por Francia, pero la ocupación alemana y la colaboración francesa en la persecución de los judíos hizo que fuera detenida en 1940. Tras conseguir huir del campo de internamiento, consiguió emigrar a los EE.UU. Aunque defendió la causa judía, e incluso la creación de un ejército judío autónomo que luchara con los aliados, nunca se sintió cómoda con el sionismo. Tras la II Guerra Mundial, Arendt se centró en la filosofía existencialista, y estudió en profundidad el nazismo y el estalinismo. Este trabajo culminó con la publicación de su libro “Los orígenes del totalitarismo”.
 
La película se centra en los años en los que Hanna Arendt cubrió el juicio de Adolf Eichmann en Israel (1961-1964). Eichmann fue un Teniente Coronel de las SS y uno de los principales responsables del Holocausto judío durante la II Guerra Mundial. Eichmann, de origen alemán, vivió su infancia y juventud en Austria, donde se apuntó al partido Nazi austriaco. Se hizo un puesto entre los jerarcas nazis, y participó en la conferencia de Wannsee, donde se acabó de perfilar la llamada “solución final” al "problema judío". Eichmann se encargó de organizar el siniestro transporte ferroviario hacia los campos de concentración. Tras la derrota de Alemania, fue capturado por el ejército americano, pero consiguió escapar, y con el apoyo de sectores fascistas de la iglesia, huyó a Argentina en 1950. Esta historia está bien contada en las novelas de Philip Kerr. Eichmann trabajó durante años en la Mercedes Benz, y vivía en el norte de Buenos Aires. Pero un vecino judío le reconoció y lo denunció al Mossad. En 1960 fue secuestrado por el Mossad en la llamada Operación Garibaldi, y trasladado a Israel. El secuestro originó un incidente diplomático entre ambos países. En Israel fue juzgado, condenado a morir en la horca y ejecutado en 1962.
La defensa de Eichmann se basó en la obediencia debida. El propio acusado afirmó con rotundidad que nunca fue antisemita, que simplemente cumplía órdenes. El amplio material de juicio inspiró a Hanna Arendt, y culminó con la publicación de su informe “Eichman en Jerusalén”, en el que presenta un nuevo concepto de la maldad: “la banalización del mal”. Arendt se vio sorprendida por la escasa inteligencia de uno de los mayores asesinos de la historia.
Arendt se centra en el efecto de los regímenes totalitarios en hombres normales, que se vuelven capaces de cometer crímenes atroces, sin necesidad de ser psicópatas. Concluyó que, en vez de un monstruo, Eichmann era más bien un payaso.
La película refleja perfectamente como este informe fue muy mal recibido por la comunidad judía, que acusó a Arendt de antisemitismo. Los judíos se irritaron mucho por la crítica que hizo Arendt al propio secuestro, y al comportamiento casi colaboracionista (o, al menos, de no resistencia) de los líderes judíos durante la Guerra, que según ella, facilitó mucho el trabajo a los nazis. Muchos amigos y colegas le dieron la espalda, y sólo su círculo más próximo y la mayor parte de sus alumnos la apoyaron en ese momento tan complicado.
La película narra muy bien la vida personal y el trabajo de esta interesante filósofa, polémica pero honesta y valiente. Merece la pena verla y reflexionar sobre los efectos terribles del totalitarismo y la naturaleza del mal.

domingo, 22 de septiembre de 2013

Macchiaioli: los "impresionistas" italianos.


La visita, de Silvestro Lega
 
Los” Macchiaioli” fueron un grupo de jóvenes pintores italianos que en 1855, en Florencia, buscaron superar la pintura académica y se centraron en el arte al aire libre. Dibujaron el maravilloso paisaje de la Toscana, utilizando la yuxtaposición de manchas de color. De ahí su nombre, que en italiano significa “manchistas”.

http://es.wikipedia.org/wiki/Macchiaioli

Este grupo de pintores, menos conocido que los impresionistas franceses, crearon obras interesantes y a veces realmente bellas. Durante estos días una exposición en la Fundación Mapfre en Madrid recoge una selección de sus obras. En la primera sala podemos contemplar paisajes en los que llama la atención una composición casi fotográfica. Utilizan formatos panorámicos, de manera muy llamativa, y cuidan mucho la perspectiva, con varios planos que se alejan, acentuando la profundidad de campo.
Los pintores más destacados del grupo fueron Giovanni Fattori, Silvestro Lega, Telemaco Signorini, Giuseppe Abbati, Giovanni Boldini, Odoardo Borrani y Cristiano Banti. Se reunian en el Caffè Michelangiolo, y además de arte, discutían mucho de política, ya que vivieron de lleno la agitada época del Risorgimento italiano. El mecenas Diego Martelli permitió al grupo continuar con una serie de retratos de campesinos, burguesía, etc, pero siempre al aire libre. Continuan su investigación sobre el color y la óptica, y encuentran soluciones diferentes a los impresionistas. Quizás no tan bellas, pero muy interesantes. A pesar de su espíritu innovador, la técnica clásica de los pintores renacentistas del Quattrocento les influye claramente. El ejemplo más claro en la exposición es “la visita”, de Lega, un precioso cuadro con el que ilustro esta entrada.
El compromiso político con la unificación de Italia llevó a este grupo de jóvenes a alistarse en las campañas militares, y a reflejarlas en sus cuadros. Algunos de ellos pueden contemplarse también en la exposición. Tanto los retratos y paisajes como las escenas bélicas han influido en el cine italiano del siglo XX, sobre todo en Visconti (El gatopardo, Senso).
Más información sobre la exposición en:

domingo, 1 de septiembre de 2013

Cazadores de sombras: ciudad de hueso

Ni “Sterling, Cooper, Draper & Pryce”, con el imponente Don a la cabeza, lograría persuadirme de que la última andanada de actores y actrices con la que nos están bombardeando desde Hollywood se pueden considerar como tales. Entre los que son hijos (Lily Collins con su insulsa cara de “olive noir” y sus cejas peludas), sobrinos (Emma Roberts) y aquellos con cuya presencia nos machacan en trilogías insoportables que parecen no tener fin (Kristen Stewart y el resto del insufrible reparto de “Crepúsculo”) están transformando los cines en auténticos eriales solo habitados, aquí y allá, por algún adolescente con nula capacidad de análisis, y menos de crítica, permanentemente conectados con el exterior a través de sus teléfonos  algo que en estos casos entiendo porque no me cabe ninguna duda de que sea lo que sea lo que esté sucediendo en el exterior es más interesante que lo que está pasando en la oscuridad de la sala.

Lejos quedan aquellas generaciones de niños prodigio (Leonardo di Caprio, Elijah Jordan Wood, Kirsten Dunst y tantos otros) que sorprendieron al mundo con sus actuaciones infantiles y siguen haciéndolo ahora convertidos en adultos. La cantera se ha secado o al menos lo parece. Ahora cada nuevo “ac-troz” juvenil va precedido de una campaña de imagen en prensa y televisión destinada a marearnos y aturdirnos con su atractivo físico, gusto por la moda, novios, etc, (cien por cien puro marketing) para que no percibamos su nula capacidad interpretativa.

En esta ocasión Harald Zwart, el director, nos presenta otro de sus subproductos para adolescentes lleno de tópicos en el que, por destacar algo, destacaría la duración: 130  laargos minutos.

Estamos ante una película que se encuadra dentro de lo que yo denomino  “Género PATCHWORK” (el patchwork es el arte de unir telas de diferentes colores y tamaños utilizando múltiples técnicas para llegar a formar distintos motivos y objetos útiles o simplemente decorativos; para su práctica no se necesita experiencia anterior por lo que cualquier persona puede desarrollar su propia creatividad sin requerir ningún conocimiento previo de costura).

Así con un poco de “Indiana Jones y la última cruzada” (la reconciliación de un padre con su hijo durante la búsqueda del Santo Grial), mucho de la estética de “Blade” , algo del “antológico” enfrentamiento entre lobos y vampiros de una de las de “Crepúsculo”, una pizca de “City of Angels”, bastante de cuentos de hadas con “La bella durmiente” (¡Cersei Lannister levitando!), todo ello ambientado en un sucedáneo del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería, juntamos estos retales y “voilà”: “Cazadores de sombras”.

Menos mal que aparece el fascinante Jonathan Rhys Meyers en un papel que, aunque nada novedoso (“Clary, soy tu padre”), nos permite disfrutar con la vista cada vez que aparece en pantalla su impresionante anatomía.

Sí, ya lo sé: ¡quién me manda!

¡Y van a hacer otras dos…!