lunes, 23 de diciembre de 2013

De la Tierra a la Luna





La ciencia ficción moderna tiene varios antecedentes en el siglo XIX, o incluso antes. Algunos autores señalan el relato “Frankenstein”, concebido por Mary Shelley en el “año sin verano” (1816), como el arranque de los géneros de terror y ciencia ficción modernos. Hace años lo leí y me impresionó. O incluso se remontan más atrás, al relato "Somnium", de Kepler (1623), que relata un viaje a la luna. Sin embargo, si tuviéramos que elegir un padre de la ciencia ficción, no nos cabría ninguna duda: Julio Verne, salvo que consideremos a HG Wells el padre, lo que transformaría al genial Verne en abuelo…
Jules Gabriel Verne nació en Nantes, en 1828. Su destino inicial era convertirse en otro abogado más en su familia burguesa, pero afortunadamente pudo hacer realidad su sueño de escribir.
Su primera novela, París en el Sg XX, fue rechazada por su editor, ya que resultaba demasiado pesimista: la gente del futuro viviría obsesionada por el dinero y por los faxes…primer acierto, monsieur Verne. Poco después, en 1863, comienza una de las grandes series de la literatura mundial: viajes extraordinarios. Todos estos grandes viajes han tenido multitud de adaptaciones al cine, televisión y cómic. Recuerdo la estupenda serie Miguel Strogoff (1975), que disfruté en mi infancia.
Recientemente he querido acercarme más al original, leyendo sus obras. Por ahora, sólo he acabado Veinte mil leguas de viaje submarino (1870), y De la Tierra a la Luna. La primera resulta muy interesante, no sólo por la parte científica, centrada en la geografía, la navegación y su anticipación sobre el desarrollo de grandes submarinos. Sus aspectos dramáticos, centrados en el enigmático Capitán Nemo, resultan también muy atractivos. En esta obra refleja su crítica a la política internacional de las grandes potencias, y a la facilidad con la que los países resuelven sus diferencias a cañonazos.
Pero el tema artillero encuentra su pleno desarrollo en “De la Tierra a la Luna” (1865). La acción se sitúa en EE.UU, un país dinámico que tras la terrible Guerra de Secesión, se centra en el crecimiento económico y la expansión. Un grupo de artilleros nostálgicos, agrupados en torno al Gun Club y guiados por su presidente Barbicane, deciden tratar de reanimar su profesión y alcanzar la luna con un enorme proyectil, demostrando el poderío científico y militar del país. En su camino se cruzará un excéntrico aventurero francés, Michel Ardan,  que complicará los planes originales…
El tono del libro aparentemente es crítico y satírico, pero a mi entender encierra una cierta admiración por el carácter americano, emprendedor y un tanto ingenuo. La parte científica resulta muy interesante, ya que Verne está perfectamente al corriente de los últimos conocimientos astronómicos de su tiempo, y describe con maestría elementos como los telescopios necesarios para observar la luna, la duración del viaje, etc. Se adelanta al Sg XX situando el lanzamiento en Florida, sugiriendo sistemas para producir oxígeno y eliminar CO2 de la nave, etc. Su error principal fue suponer que un cañón podría lanzar un objeto al espacio, lo cual es prácticamente imposible. Por otra parte, en aquella época todavía se pensaba que era probable la existencia de agua y oxígeno en la luna, e incluso de vida inteligente.
Esta breve novela ha tenido gran influencia en la cultura popular y en la ciencia ficción posterior. El pionero del cine de ciencia ficción, el también francés Georges Méliès, rodó Un viaje a la luna en 1902 basándose en esta novela. La novela cuenta con una segunda parte, "Alrededor de la luna", que espero poder leer pronto.
Actualmente estoy leyendo Voyage au centre de la terre (1864) en francés, aprovechando las posibilidades de los diccionarios incorporados a los libros electrónicos. Y está resultándome más interesante, entretenida y con mucho humor.
En definitiva, un autor clásico, un genio de la ciencia ficción y de la novela de viaje, que nos ofrece una lectura entretenida e interesante.

lunes, 16 de diciembre de 2013

12 años de esclavitud



(…) Se suponía que los derechos humanos eran independientes de todos los gobiernos; pero sucedió que en el momento en el que los seres humanos carecieron de un gobierno propio y tuvieron que recurrir a sus derechos [humanos], ninguna autoridad quedó para protegerlos y ninguna institución quiso garantizarlos”, Los orígenes del totalitarismo, Hannah Arendt.

Si existe la justicia cinematográfica (algo que no tengo muy claro) Steve McQueen se llevará el Oscar al mejor director y a la mejor película, Hans Zimmer a la mejor banda sonora y Chiwetel Ejiofor y Michael Fassbender al mejor actor principal y al mejor actor de reparto, respectivamente.

Antepongo a mi fervor, adoración, pasión, por Fassbender, el reconocimiento que se merece el director porque esta película tiene el sello de calidad que, con apenas tres largometrajes, ha sabido convertir en marca de la casa: elegancia, sentimiento, imágenes de una belleza apabullante y el abordamiento de conflictos sin restarnos a los espectadores ni un ápice de crudeza pero siempre intentando mostrarnos las dos caras del ser humano. ¡MacQueen enamora con su talento!

Y es que el planteamiento que hace en “12 años de esclavitud”, basada en un hecho real ocurrido en 1850, consigue que el horror que nos relata nos afecte de lleno puesto que se basa en el secuestro y sometimiento de un hombre, sí de color, pero un hombre libre. Si todos los hombres somos iguales, si no se respetan los derechos humanos, si somos ciudadanos de segunda, si solo una ley establece la frontera entre el libre y el esclavo (como argumenta Brad Pitt, en un papel pequeño pero logrado, frente al iracundo dueño de la plantación, negrero de pro, interpretado por Fassbender), ¿quién nos dice que mañana no llegará alguien que cambiará la ley intercambiando con ello la condición de unos y otros?

Quiero DESTACAR de esta obra de arte LA UTILIZACIÓN DEL SONIDO algo que me fascinó: para diferenciar el mundo que los esclavistas consideran justo y legítimo del horror de la realidad, a la lectura de los pasajes bíblicos recitados por los dueños de las plantaciones,para llevar la palabra del señor a “esas bestias negras”, le acompañan los latigazos propinados a quienes no cumplen los estándares de recolección de algodón, o el llanto de las madres a quienes han separado brutalmente de sus hijos y a quienes las “amas” blancas consuelan diciendo “no te preocupes, pronto los olvidarás”. ¡Es impresionante!

Mostrándonos las debilidades, miedos e inseguridades de los personajes, consigue que, en ciertos momentos, entendamos su comportamiento aunque no lo compartamos, algo muy difícil de lograr cuando estamos hablando de personas capaces de matar a otros sin pestañear.

Chiwetel Ejiofor, como Solomon Northor, se debate entre el miedo, el conformismo, la rabia y el ansia de recuperar su libertad, ofreciendo un contrapunto perfecto a Fassbender que en su papel de Edwin Epps, el cruel dueño de la plantación, nos ofrece una interpretación dotada de una violencia contenida, con explosiones intimidantes de ira y momentos de incertidumbre y quebranto. ¡Por algo está catalogado como el mejor actor de su generación, equiparable a Marlon Brando!

¡Es la mejor película del año!


viernes, 13 de diciembre de 2013

Vamos a escribir un RELATO DE RELEVOS (tralará)


En "Memorias de Africa", Denys Finch-Hatton, que adoraba las historias, le proponía a la Baronesa Karen Blixen una frase cualquiera a partir de la cual ella elaboraba unos relatos que le dejaban extasiado. 

Son muchos los casos de gente que escribe historias a dos manos, tres o incluso escribe un libro entero pero no figura como autor. Por eso se me ha ocurrido que podría resultar interesante intentar escribir un relato de relevos: yo escribo el primer capítulo y le paso el testigo al siguiente que quiera aceptar el reto.

¿Quién se anima?


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CAPITULO I: EL DETECTIVE

Los detectives tendrán que dar cuenta a Interior de sus trabajos”. ¡Coño, empezamos bien! Son las 7 de la mañana, no ha salido el sol, el café aún no traquetea por mis venas y mi habitual agudeza y discernimiento están missing. En su lugar, el embotamiento matutino campa a sus anchas por mi obtuso cerebro a la espera de la mutación que me convierta, si no en el mejor en, al menos, un detective medianamente espabilado.

El Consejo de Ministros aprobará el proyecto de ley de seguridad privada que aumenta el control sobre los detectives privados y sus labores de investigación”. Estos del periódico están empeñados en joderme el día. Me ajusto torpemente las gafas redondas, que me confieren aspecto de hippie trasnochado, a las que no termino de acostumbrarme no sé si por llevar sobre mi nariz un OSNI (Objeto Superpuesto No Identificado) o por estar rumiando aún el malestar que me produjo enterarme que la presbicia que me diagnostico el oftalmólogo en realidad significa “ojo viejo”.

No permitirá a las empresas de seguridad realizar investigaciones privadas. La modificación da satisfacción a los detectives, que ya habían mostrado su preocupación por lo que consideraban una invasión de competencias que, además, podría suponer la quiebra de un colectivo ya de por sí castigado por la crisis”. 

¡Ahí le has dado! En los últimos años estas empresas se han reproducido como por esporas. En España existen unas 1.500 compañías que dan trabajo a casi 90.000 seguratas. Aunque pueden llevar armas de fuego lo normal es que estos RoboCops utilicen porras, bastones o, incluso algunos, armas de electrochoque que a base de descargas eléctricas te permiten incapacitar a cualquier fulano (¡a más de uno se las habría aplicado yo en la sesera!). 

La nueva Ley, según continuaba el artículo, para incrementar el control sobre nuestra actividad exigía documentar los encargos por escrito y hacer constar en el libro-registro, además de los datos concretos de cada caso, los resultados obtenidos que, en todo momento, debían estar a disposición de las autoridades judiciales y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. En una palabra, hacerles el trabajo gratis. ¿Queréis también mi sangre, so mamones? 

Si ya lo decía mi padre: “Detective, detective, ¿detective de qué? Si quieres dar hostias legales te metes a policía y punto”. Y de ahí nadie podía sacarle. Se negó en redondo a costearme los estudios que pude pagarme gracias a mi habilidad para la práctica forense, negociadora e investigadora: recogida de fluidos variados cuando limpiaba los wáteres de los garitos en los que trabajé de camarero; charlas interminables con borrachos perennes que se negaban a marcharse a dormir la mona y alargaban mi turno hasta las tantas; ruedas de reconocimiento para saber quien se había largado la noche antes haciéndome un sinpa (sin pagar su bebida). Vamos, que la escuela de la vida fue acelerando mi formación y, tras varios años, obtuve mi flamante diploma en la Universidad Complutense de Madrid. 

Estudiar en el Instituto de Criminología, que ocupa tres aulas de la Facultad de Derecho, ya te prepara para tu futura profesión de sabueso puesto que para llegar hasta él hay que atravesar largos pasillos, subir sinuosas escaleras y tener buena memoria para acordarte del camino la próxima vez, sobre todo si tu afición al mus te mantiene confinado en la cafetería y alejado de las aulas. 

Dejo el periódico malhumorado y me decanto por “Cosas de hombres” revista con buenos consejos para mejorar tu castigada vida de macho veinticuatro horas. Leo interesado: “El café tiene el valor terapéutico de rejuvenecer la piel al hacerla más suave. Si tu escroto tiene venas varicosas (vasos sanguíneos inflamados) masajearlo con granos de café puede proporcionarte comodidad. Mezcla 1 taza de granos de café fríos, 1/2 taza de azúcar y 1/2 cucharada de aceite de jojoba. Esta mezcla hidratará la piel del escroto. Si te duele tanto que no puedes estar sentado o de pie cómodamente, la aromaterapia también puede ser útil ya que inhalar café reduce el estrés y da una sensación de relajación”. Ésta si es una publicación seria, me digo mientras mi solícita mano acudía en ayuda de mis huevos que, ante la edificante lectura, habían reclamado mi atención con un picor insistente que me ví obligado a mitigar.

Suelo dejar para el final la prensa local porque me calma, pero en esta ocasión el llamativo titular que cubría la primera página me dejó noqueado: “Brutal asesinato en el Valle”.

Ring, ring, el sonido del teléfono me arrancó de mi estupor.

- Hola Fausto, soy Berta. ¿Lo has visto?
- Acertaste de pleno, no fue casual. 
- No, no lo fue. 
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lunes, 9 de diciembre de 2013

Diario de una lectura inconclusa: “La montaña mágica” (V)


Día seis:

Por casualidad, buscando otra información en Internet, descubrí que en “Belle Époque”, de Trueba, Fernando Fernán Gómez le recitaba a Jorge Sanz un párrafo de “La montaña mágica”, algo que me sorprendió porque, pese a haber visto la película, no recordaba esa escena.

Ahora, al llegar al final del Capítulo V, me he dado de bruces con dicho párrafo: “(…) ¡Oh, encantadora belleza orgánica que no se compone ni de pintura al óleo, ni de piedra, sino de materia viva y corruptible, llena del secreto febril de la vida y de la podredumbre! ¡Mira la simetría maravillosa del edificio humano, los hombros y las caderas y los senos floridos a ambos lados del pecho, y las costillas alineadas por parejas y el ombligo en el centro, en la blandura del vientre, y el sexo entre los muslos! Mira los omóplatos cómo se mueven bajo la piel sedosa de la espalda, y la columna vertebral que desciende hacia la doble lujuria fresca de las nalgas, y las grandes ramas de los vasos y los nervios que pasan del tronco a las extremidades por las axilas, y cómo la estructura de los brazos corresponde a la de las piernas (…)”.

La sorprendente declaración de amor que le hace Hans a Clawdia es como una radiografía, pero no en el sentido de estar enamorado hasta los huesos o las trancas, sino que es una declaración anatómica de sentimiento, algo que, desde luego, tienes que releer porque te resulta tan chocante, tan distinto, tan extraño, que casi te parece que ella se marcha al día siguiente para huir de semejante demente.

La respuesta de ella, “Eres, en efecto, un adulador que sabe solicitar de una manera profunda, a la alemana”, me dejó desconcertada. ¿Quiere decir que sabe como requebrar a una mujer, sea cual sea su procedencia, o es una burla ante las palabras de él, dándole a entender que así podrá conquistar a una mujer de su país pero nunca a una rusa?

Ninguno como Quevedo supo expresar que el amor seguirá existiendo más allá de la muerte:

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora a su afán ansiosa y lisonjera

mas no, de esotra parte, en la ribera,
dejará la memoria, en donde ardía:
nadar sabe mi alma el agua fría
y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
venas que humor a tanto fuego han dado,
médulas que han gloriosamente ardido,

su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido,
polvo serán, mas polvo enamorado.
 

En “Todavía alguien”, donde aparece por primera vez Naphta (“Era un hombre de baja estatura y delgado, iba afeitado, y era de una fealdad tan acusada que uno se sentía tentado de calificarla de corrosiva”) me he atascado: es una discusión abstracta y filosófica  cuya comprensión considero que está fuera de mi alcance (espero que alguien del Club me explique su contenido porque este apartado sí que me niego a leerlo dos veces como ya hecho con otros antes).

¡No me extraña que, después de dos encuentros con este nuevo personaje, Joachim tome la determinación de abandonar el Berghof!

“El Consejero”

Mi primer contacto con Cormac McCarthy fue a través de la fantástica película “The Road”, basada en la novela del mismo nombre (esta es parte de la crítica que escribí sobre ella: “The road” es, sobre todo, un viaje hacia nuestra conciencia, hacia la esencia misma de nuestra condición humana… Es un viaje del que vuelves afectado….). Le siguió “No es país para viejos”, tan impactante como la anterior.

Pero no fue hasta que leí una entrevista al actor James Franco con motivo de su adaptación al cine de otra de las obras de este autor, que dirige y protagoniza, cuando me decidí a comprar “Hijo de Dios”.

Cormac McCarthy es un escritor de esos que tanto nos gusta catalogar como “atormentados”, poco dado a conceder entrevistas o a embarcarse en promociones interminables, casi un ermitaño. Si te atreves a cruzar la puerta que te da acceso a su universo te encontrarás con que, cual araña venenosa, disfruta exponiéndote a su mundo interior para comprobar como eso te acaba perturbando. Porque McCarthy busca desconcertar al lector y, sobre todo, asquearte y removerte por dentro.

En “Hijo de Dios” la figura de Lester Ballard se nos presenta con toda la crudeza y el salvajismo posible. Nos hace participes de todas las perversiones por las que el ser humano siente mayor  rechazo (incesto, necrofilia, sadismo, asesinato, escenas escatológicas). No hay nada agradable en esta novela, es la narración de la involución de un hombre que vuelve a la caverna (física y espiritualmente) de la cual nunca debería haber salido.

Con estos antecedentes en mente tenía claro que llevar a la pantalla “El Consejero”, guión escrito expresamente para el cine, no iba resultar tarea fácil puesto que el escritor tiene fama de no serlo. Si le añadimos que también ejerce de productor…

Y no me equivocaba: Ridley Scott ha sido totalmente incapaz de poner imágenes a los diálogos escritos por Cormac y durante toda la película unas y otros parecen discurrir por caminos separados lo que hace prácticamente imposible enterarte de lo que estás viendo.

Pese a contar con buenas interpretaciones (masculinas porque las femeninas dejan bastante que desear) no entiendes la historia. El caso es que los diálogos, a veces como entrecortados, te cuentan lo que va a pasar, pero tú no comprendes por qué va a pasar eso ya que lo que vas viendo en pantalla no te lo indica.

Hasta el personaje más inesperado se dedica a aleccionar, advertir, instruir al pobre Fassbender, desde el joyero holandés al que le compra un anillo o el camarero de un bar de mala muerte de Ciudad Juárez, hasta, y sobre todo,  la ristra de narcotraficantes con los que se va cruzando en el camino que ha elegido (¡chico malo, chico malo!).

Al enterarme de que algunos críticos aseguraban que la película contiene escenas de “alto contenido erótico” (¡¡¡!!!.) no he podido dejar de sorprenderme y asumir que el erotismo es un concepto muy muy subjetivo, porque lo que a unos les ha parecido sexual e impactante, a mi me ha parecido ridículo y patético (¡que una escena de sexo con Fassbender produzca risa, algo que le debemos a nuestra Pe, ya tiene delito!).

Cuando acaba te ves incapaz de contar de qué va la historia, solo después de reflexionar sobre ella e intercambiar opiniones y comentar dudas con otros espectadores, consigues tener una ligera idea de lo que escritor y director nos querían relatar.

Me queda por resolver la cuestión del por qué de ese título: ¿quién o qué es “El Consejero”? Pensando sobre este particular he llegado a la conclusión de que esa función la ejercen en la historia todos excepto Fassbender a quien, en esta ocasión, le ha tocado el papel de discípulo díscolo que no hace caso a nadie y paga por ello.

Una ultima cuestión ¿quién creen que es el protagonista de la historia?

Pues no, se equivocan: yo afirmo que el protagonista es el camión.

domingo, 1 de diciembre de 2013

La Segunda Guerra Mundial. Antony Beevor


Antony Beevor es un conocido historiador británico, especializado en historia militar. Fue alumno de John Keegan, y el mismo sirvió en el ejército durante 5 años.
Beevor es probablemente el historiador militar más leído en la actualidad. Esto se debe a su especialización en la II Guerra Mundial, el conflicto más estudiado de la historia, y a su estilo ameno y riguroso. Sus libros más conocidos hasta la fecha, que yo haya leído, son Stalingrado y Berlín, la caída. Han servido de base a documentales, y en ellos utiliza información sólo recientemente disponible, tras la apertura de los archivos soviéticos. En su libro sobre Berlín nos presenta el estremecedor relato de los últimos meses de la guerra, con unos jerarcas nazis atrincherados y enloquecidos en el búnquer de Hitler, una población desesperada y un Ejército soviético, triunfador  y vengativo. La narración de las atrocidades cometidas por el Ejército rojo, especialmente contra las mujeres, parece que le valió bastantes críticas por parte de Rusia.
Sin embargo, en sus obras anteriores Beevor había presentado de manera igualmente cruda las barbaridades cometidas por los nazis y por el ejército alemán. En todo caso, si alguien tiene dudas acerca de su objetividad, al menos para el lector no erudito en el tema, puede leer su última y gran obra sobre la II Guerra Mundial. En un libro extenso y detallado, intenso e impresionante, presenta los  terribles acontecimientos de la guerra, desde el fatídico verano de 1939, hasta los confusos días posteriores a los bombardeos atómicos americanos sobre Japón y su rendición final. A lo largo de sus 1200 páginas (o de un montón de horas en su versión de audiolibro, que es la que he utilizado), Beevor profundiza en las causas de las decisiones de los líderes políticos, las particularidades de la diplomacia y la política internacional de la época, los aciertos y errores de los líderes políticos y militares, la evolución de la tecnología y el desarrollo industrial, la estrategia general y las tácticas de los ejércitos combatientes, y sobre todo, en el sufrimiento de las poblaciones desplazadas, perseguidas y bombardeadas, y en definitiva, en la desesperación y el horror de la destrucción en una escala jamás alcanzada previamente.
Resulta estremecedor conocer las cifras de heridos y muertos de cualquiera de las batallas de la contienda, a años luz de cualquiera de las contemporáneas; las condiciones horribles de los soldados, de los civiles atrapados en la lucha, de los prisioneros condenados a morir en las peores condiciones, de las mujeres violadas, de pueblos enteros aplastados y destruidos para siempre.
El escenario europeo, con las campañas sucesivas en Polonia, Francia, Rusia, África, Italia, etc., es muy conocido y ha sido abordado en multitud de libros, documentales y películas. El escenario de la guerra en el Pacífico también. Pero no son tan conocidos, al menos por mi, acontecimientos previos como las tensiones y guerras entre Polonia y Rusia, Finlandia y Rusia, etc. Beevor también aborda brevemente el papel de la Guerra civil española en el conflicto global, y otras guerras civiles que arrasaron diversos países en esta época. A la Guerra civil española le dedicó un tomo entero, pero a mi entender es un libro algo más flojo que el resto de su obra.
Además, Beevor narra la guerra en China, con la lucha entre las tres partes implicadas en el conflicto (las tropas chinas comunistas de Mao, las nacionalistas de Chiang Kai Shek, y los japoneses), con gran detalle, y le da la importancia que merece dentro del conflicto global. Por otra parte, resulta muy interesante su descripción de las distintas conferencias y reuniones entre líderes, los errores derivados de personalidades egocéntricas, las discrepancias entre los aliados (Churchill, Stalin, Roosevelt), las negociaciones e intrigas que sobre todo a partir de la segunda mitad de la Guerra, configuraron la Europa de la postguerra y la Guerra fría, el final del Imperio Británico, el auge del poder de EE.UU…
Otra campaña excelentemente narrada es la guerra en la Unión Soviética. Y para ello, Beevor utiliza muchas referencias de un gran periodista y escritor ruso, Vasili Grossman. Fue un valiente corresponsal de guerra, capaz de estar en el momento justo dónde se desarrollaba la acción, y de narrar los acontecimientos sin temor a criticar la brutalidad del régimen soviético, y la grandeza de sus conciudadanos, que fueron los que más sufrieron en todo el conflicto. Estas experiencias fueron luego plasmadas en su gran novela "Vida y destino":
La rica y culta Europa de principios del Sg XX se las arregló para entrar en dos guerras sucesivas que destruyeron gran parte de su legado cultural y humano. Para comprender y conocer mejor la segunda de estas dos Guerras, éste es quizás el libro más completo publicado hasta el momento. Por cierto, otro libro estupendo sobre esta guerra, algo más reducido, es "La guerra que había que ganar", de Murray y Millet, que en "sólo" 500 páginas, nos traza un relato también completo e interesante del conflicto.
La obra de Beevor nos induce a meditar sobre los horrores sucedidos hace no tanto tiempo, y a apreciar más la etapa de relativa paz en la que vivimos, y la necesidad de disponer de entidades supranacionales, que a pesar de sus limitaciones, han contribuido a evitar una Tercera Guerra Mundial (y aquí procedemos a tocar madera con ambas manos). En todo caso, la cuarta, como comentaba Einstein, se lucharía con palos y piedras…
 
Podemos encontrar un buen artículo sobre este libro en El País: