viernes, 22 de abril de 2011

"Mazapán amargo"

Detrás de todo lector hay una persona curiosa. Detrás de todo crítico literario, un escritor frustrado o, lo que es peor, paralizado. El deseo de escribir esconde secretas ambiciones, anhelos reprimidos, por eso su materialización, cuando emborronas un papel, supone una liberación a la vez que un acto casi suicida porque siempre dejas jirones de ti mismo. Con la publicación lo escrito deja de pertenecerte y abres una puerta por la que pueden entrar la mofa, la befa, tal vez cierto reconocimiento o, en contadas ocasiones, una admiración no encubierta.

Acudí al Hotel San Juan de los Reyes por diversos motivos: Presentaba “Mazapán amargo” una persona que conozco, la compañía era agradable y deseaba conocer de primera mano cómo vive un escritor la experiencia de anunciar su primera obra. Bastante público entre familiares y amigos de Joaquín y Santiago, los autores, algunos miembros del Club de Novela Negra de la Librería Taiga de Toledo, al cual ambos pertenecen y otros curiosos.

Aunque yo quería llevarme bien con esta novela no ha sido posible. Después de leerla, si tuviera que definirla con una sola palabra diría que es una “coctelera” en la que se han ido vertiendo todo los tópicos típicos del género, junto con todos los temas noticiables de la ciudad de Toledo y, tras agitarla bien, ha producido una mezcla excesiva por el número de ingredientes, estereotipada en el sabor y carente de esa “pizca mágica” que decide si un libro es bueno o no.

Nacer a la vida con pretensiones de continuidad del personaje principal es loable, pero anunciarlo antes de conocer su aceptación por parte del público, peca de precipitado. Esperar que a través de las andanzas del inspector Aldana, poco definido, una ciudad como Toledo (patrimonio de la humanidad, inspiración de Reyes, médicos, pintores y escritores de todas las épocas) se convierta en ruta literaria, peca de pretencioso.

Este policía por su edad, físico, situación familiar y peripecia vital me recuerda al famoso inspector venido de las tierras del Norte, del cual ya opine en este mismo blog (“Adiós, muñeco”). A Wallander, después de diez novelas le coges cierto cariño, no lo discuto, pero si tienes que inspirarte en alguien para crear un personaje si logras dotarle de un mínimo de la inteligencia y capacidad analítica de Holmes, la incontinencia verbal y aguda ironía de Marlow o la sagacidad de Poirot, tendrás más posibilidades de enganchar al público adicto a la novela negra.

Desde un punto de vista estrictamente policial y criminalístico existen en “Mazapán amargo” una serie de gazapos y graves traspiés, que hacen desmoronarse la historia antes de terminarla. Es impensable que un inspector abrace a un familiar de una víctima de asesinato (mucho menos si es mujer y está buena, porque siempre hay que guardar las distancias para evitar posibles denuncias por acoso sexual, que nunca se sabe) al igual que no lo hacen ni médicos, ni jueces, dado que el distanciamiento emocional es vital para un ejercicio profesional imparcial que se les supone y exige. Proporcionar consuelo es tarea de los psicólogos clínicos o, si se es creyente, de los curas.

Es impensable que ese mismo inspector, después de abrazar a la susodicha, se la lleve a un bar para practicarle un interrogatorio sin más presencia de testigos que la tila que le pide a ella y la cerveza que se pide él, aun estando de servicio.

Si a un interrogado, por levantarle la voz, le encañona en la sien con su pistola ¿qué hará si alguien se atreve a, por ejemplo, toserle?. ¿Y el individuo en cuestión no le pone una denuncia por agresión policial?.

Un objeto encontrado en el piso de otro sospechoso le convence automáticamente de que es el asesino. ¿No se le ocurre que pudo dejarlo allí otra persona para inculparle, por ejemplo su mujer que tenía móvil y oportunidad?. Aunque la hermana afirmara que era un objeto que el fallecido no se quitaba nunca ¿no es cierto que estaban distanciados, que no se veían mucho y que ni siquiera sabía que su hermano tenía una relación amorosa?.¿No pudo regalarle el citado objeto el fallecido?.

Pero el despropósito supremo es que el inspector llame al sospechoso número uno, desde la casa de éste, para anunciarle que ha encontrado pruebas que le inculpan y exigirle que se vaya yendo para la comisaria…¿?. ¡Solo le falta decirle “te mando un taxi”!.

No me extraña que a esta lumbrera lo largaran de Marbella ya que si, por desgracia, para triunfar allí tienes que ser “un vivo”, este poli espabilado lo que se dice espabilado, no parece mucho. ¡Eso sí, “calentito” es un rato y si no que se lo pregunten al legionario!.

Dice el refrán que “el que mucho abarca, poco aprieta” y esta novela, quizás por el exceso de ambición, resulta confusa (no sabes si lees novela histórica, un tratado sobre poesía, el programa de Arguiñano o el suplemento anual de la “Revista Ecos”), plana, aburrida la mayoría de las veces y, sobre todo, “poco negra”. Se queda en gris a secas.

7 comentarios:

  1. Teresa, te agradezco el comentario (que hablen de la novela, aunque sea mal como es en este caso)pero no comparto el contenido. Dices que es poco negra y propones: 1.- Que el inspector no abrace a la hermana del muerto (muchos lectores me han dicho que por qué no tuvo sexo con ella), 2.- Que no puede charlar con ella a solas (por respeto al distanciamiento emocional) y 3.- Que un inspector no encañona a un tío en un interrogatorio (y aquí, amiga, puedo decirte que es poco habitual pero pasa, y lo sé de primera mano, de un amigo mío poli que nos asesoró). ¿Tú crees, con estos ingredientes de respeto emocional o de que corra el aire, que así va a salir algo negro? Más bien me parece que sería algo paliducho, tirando a blanquete. Lo de la medalla se presta a distintas interpretaciones, pero, claro, una novela no es una ecuación, como sabes, y admite varias cábalas. Y lo de la llamada desde su piso a mí me gustó porque era añadir un plus de carga psicológica: el saber que su familia ya sabía el tomate. Y eso hunde a cualquiera, facilitando así el desenlace. Hay aquí algunos homenajes encubiertos al gran Carvalho (que creo que te han pasado, ay, desapercibidos). De todas formas quiero darte las gracias por comentar la novela (y por intentar haberte llevado bien con ella), aunque no te haya gustado o te haya entrado por una oreja y te haya salido por la otra. Siento mucho que no te haya aportado nada la novela o que sea semejante a la revista Ecos. Pero al menos pienso que tu opinión es tan sólo un punto de vista (nada friki, por cierto, porque esperas lo correcto, lo natural, lo científico) al que no hay que decir Amén. Porque no es palabra de Dios, o de Diosa ¿no?

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  2. Desde mi posición de simple aficionado a la literatura y de miembro de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad en activo, sólo puedo decir que me ha dejado cuando menos perplejo la dura en injusta crítica de Teresa a la novela Mazapán Amargo.
    Como simple aficionado a la literatura y lector de Mazapán Amargo, sólo puedo decir que me ha gustado la obra porque ha conseguido lo que considero que la mayoría de mortales deseamos cuando nos aventuramos a leer un libro: que nos enganche.
    En mi opinión,- y en la de muchas personas normales, sencillas y sin pretensiones de ser " mas papistas que el Papa" a la hora de criticar un libro- tanto el lenguaje como la trama enganchan de tal modo, que uno desea que los capítulos avancen para llegar al desenlace.
    He realizado un " sondeo" entre los amigos y conocidos que compraron el libro, y todos coinciden en señalar que la novela engancha y gusta.
    Como toledano, no le pido a una novela que se inspira en mi ciudad, que me hable de la Imperial Ciudad que ha sido inspiradora de "médicos, reyes..." Y otro tipo de excelencias. Le pido que me refleje el paisaje actual de Toledo y su sociedad; esa que se mueve en tiendas, bares y bibliotecas, en barrios y parques...Algo que consigue la novela y denota el apego de los autores a la ciudad en que viven.
    Ahora bien, como miembro de la policía en activo, creo que tengo cierta autoridad para señalar que el comentario de teresa orbita más en la realidad de las series de televisión y de los códigos deontológicos policiales, que en la del día a día de un agente de policía.
    Es completamente normal y cotidiano que un agente, cuando acude a auxiliar a una víctima o la interroga, interactúe con ella y en ocasiones ésta le abrace o traspase barreras que no se contienen en ningún código o manual. Ante todo, somos humanos, y una cosa es que uno deba intentar ser imparcial y objetivo, y otra muy diferente es que uno se quede de piedra ante el dolor de otra persona. En numerosas ocasiones las víctimas de delitos graves encuentran en un policía un auxilio, una persona a la que contarle lo que sienten, y por que no, a la que abrazar o agarrarse ante la desesperación. Por lo tanto, me parece que el comentario en lo referente a los desajustes o gazapos que se cometen cuado la novela trata el mundo policial revela que la persona que lo ha escrito no conoce en absoluto la realidad de la policía española; Y si la conoce, quizá sea la que se mueve a altas esferas en los despachos de las comisarías y jefaturas, pero no la de los agentes que están a pie de calle, como es mi caso.
    En resumen, considero que la crítica que se le hace al libro es injusta desde el punto de vista de un lector normal que busca que una novela le enganche. Y me parece aberrante y pretenciosa al señalar una realidad policial que para nada es la que se vive día a día en las ciudades y pueblos de España.

    Un saludo.

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  3. La novela me parece muy buena y si bien es verdad que es mejorable en algunos sentidos es un buen intento de reflejar la realidad actual de Toledo envuelta en una situación de asesinato.. situaciones que en Toledo no vemos normalmente... La novela es correcta y amable con todo el mundo y realiza por supuesto una visión personal de la ciudad y sus gentes visto por propios toledanos. Claro que hay licencias literarias como en tantas novelas negras y series policiacas... sino esto sería un aburrimiento. Se puede contar una historia y la vida de este inspector sentado 8 horas en la comisaría...

    Además nos relata una historia en un contexto actual, estabamos un poco cansados de relatos de toledo en otros periodos históricos.

    Animo Santiago sacanos la segunda parte que la estamos esperando

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  4. Al autor: Gracias por leer mi crítica y rebatirla. Es solo la opinión de UNA LECTORA que, pese a no gustarle la novela se ha comprometido con ella y con vosotros, al leerla entera y haceros llegar su opinión no con animo de ofender, que en ningún momento ha sido mi intención, sino de exponer los que yo considero fallos. Esperar lo correcto y científico en una novela negra, en la parte que tiene que ser correcta y científica, ayuda a que te la creas. ¡Yo os envidio (por si no quedó claro en el primer párrafo de mi critica)!. Lograr escribir una novela y que te la publiquen es un sueño, creo que de todo lector, que no puede empañar una sola critica mala.
    Un saludo.

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  5. Al anónimo/a perteneciente las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad: Podrás estar de acuerdo con mi crítica o no. Pero decir que es “aberrante y pretenciosa al señalar una realidad policial que para nada es la que se vive día a día en las ciudades y pueblos de España”, menos mal que te refieres a que un policía pueda abrazar a un familiar de un crimen y no al hecho de que vayáis encañonando en la sien a quien os levanta la voz en un interrogatorio, algo que realmente sería muy preocupante ¿no crees?.
    Si eres policía en activo no discuto que conozcas el día a día de un agente a pie de calle y que sea normal que “cuando acude a auxiliar a una víctima o la interroga, interactúe con ella y en ocasiones ésta le abrace o traspase barreras que no se contienen en ningún código o manual”. Admito que en ocasiones, como dices, eso ocurra. Efectivamente soy aficionada a todo tipo de series policíacas, pero también tengo cierto conocimiento de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad (a las cuales ha pertenecido mi padre y pertenecen mis hermanos), aparte de conocer “esa realidad policial que se vive día a día en los pueblos de España”, desde el otro lado, es decir como usuaria. Y no, nunca me ha abrazado un medico cuando me ha dado malas noticias (aunque estuviera llorando con desesperación) y nunca me ha abrazado un policía cuando he ido a poner una denuncia por muy alterada que estuviera (¡a lo mejor es porque no estoy lo bastante buena!), pero tampoco lo he esperado. Lo que si me he encontrado es un trato correcto y empático, sin llegar a ser excesivo, y un ejercicio profesional que he agradecido.
    Por tanto, aunque mi opinión sea distinta a la tuya ambas son igual de respetables. ¡Por cierto!, hubiera agradecido un nombre para saber a quien me estoy dirigiendo.
    Gracias.

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  6. Por alusiones...

    Como lector y aficionado a la literatura no me importaría dar mi nombre, pero como policía ni debo ni puedo hacerlo cuando hablo del funcionamiento de la institución "por dentro".Símplemente expreso mi opinión sustentada en años de Servicio.
    Todas las opiniones son respetables, aunque sinceramente no creo que sea igual la que compara la novela con un programa de Arguiñano o con un suplemento de Ecos, que las que tratan de hacer una crítica constructiva sin hacer sangre de manera innecesaria.
    Respecto a lo que se dice en la novela respecto a la actuación de la policía, creo sinceramente que ni yo ni ninguno de mis compañeros de diferentes ciudades o unidades se rasgaría las vestiduras al leer el libro. Pues es adecuado a la realidad, aunque esa realidad no tenga que presentarse necesariamente en todos y cada uno de los agentes y localidades.
    Creo que hay gente que vive apegada a la realidad, como los autores del libro , y otra que se queda en la visión buenista del funcionamiento del Estado o en la que nos ofrecen series como CSI o El Comisario.
    Por poner un ejemplo que no tiene que ver nada con mi profesión, tengo varios amigos médicos y sinceramente, ni se reunen a altas horas de la madrugada para debatir sobre lo que le sucede a sus pacientes ni se pasan las 24 horas del día hablando de medicina. Son personas de carne y hueso y no doctores House, como nos muestra la famosa serie.
    Un saludo

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  7. Siento no haber leído (todavía) el libro objeto de los comentarios. Si les soy sincero, tampoco tengo muchas esperanzas en hacerlo, pues conozco a la persona que ha iniciado este hilo con su crítica (en el sentido más honorable de esta palabra) y me fió muy mucho de su opinión, aun reconociendo que no es "palabra de Diosa" como apunta Santiago.
    Mi "crítica" es más "formal", pero creo que no carente de su importancia. Antes de esta novela se publicó otra: “Mazapanes amargos” de Sylvia Lagarda-Mata.
    Con esta cuasi identidad en el título no se hacen favor mutuo pero, desde luego, a quien más perjudica es a quien pudo evitarla.
    ¿Tan reducido es el mundo de las palabras y de los conceptos? ¿No cabría esperar una mayor riqueza en la expresión y en la conceptualización de quien, aun con mero afán de divertimento, se dedica al oficio noble de la escritura?

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