“El mundo se divide en dos categorías, Tuco:
los que tienen el revólver cargado y los que cavan. Tú cavas.”
Parece que últimamente Clint
está sufriendo una especie de regresión que le devuelve a la etapa en la que, a
las órdenes de Sergio Leone, recorría a caballo el desierto de Tabernas con su
maloliente poncho (dicen las malas
lenguas que utilizaba el mismo en todas sus películas y apenas lo lavaba),
aclamado y temido como el pistolero más rápido a este lado de Almería.
Después vino el inspector
Callahan (más conocido como Harry el
sucio) empuñando su potente Magnum 44, el
arma corta más poderosa del mundo. En “Gran
Torino” recurre al rifle M-1, calibre 30, semiautomático, supongo que por
aquello de que a los ochenta laaargos puede disminuir la puntería ya sea por la
vista o por un inoportuno temblor de manos asociado a la edad. Da igual, lo que
importa es que haya un machote, guapo o bueno, disparando lo que sea contra el feo
o el malo de turno.
De ahí pasó a las guerras: primero
la II Guerra
Mundial ('Cartas Desde
Iwo Jima' y “Banderas de nuestros
padres”) y ahora, con “El
francotirador”, se adentra en la de Irak.
Sí señores, estamos ante un
francotirador, sniper para los americanos, experto en azoteas y en disparar a
grandes distancias, siempre sin ser visto, su enorme fusil con precisión
milimétrica. Como mucho una o dos balas por blanco y te encuentras con más de
160 muescas en la culata que te convierten en la leyenda. ¡Bravo por el Navy SEAL Chris Kyle!
Supongo que el Critics Choice Awards como Mejor actor de Acción 2014 a Bradley Cooper se lo habrán dado únicamente a
ciertas partes de su anatomía, en concreto a sus dedos (por esos
primeros planos ajustando con precisión la mirilla o mostrándonos, con el
temblor del índice, el terrible dilema que supone decidir, en tan solo un
segundo, si habrá que disparar el gatillo o no) porque desde luego ni los
ojos ni los músculos faciales, si es que los tiene (cuando pasas demasiado tiempo en el gimnasio, a medida que se hinchan
todos los músculos del cuerpo, menos el viril como canta Sabina, vas perdiendo flexibilidad
y ganando rigidez en el cuerpo pero, por lo que parece, también en el rostro), logran
transmitir otra cosa que no sea lo mismo que transmiten los de una vaca cuando
observa el traqueteo del tren mientras trisca una brizna de hierba.
Y aquí llegamos a uno de los
grandes misterios de la humanidad tan irresoluble como el de la fórmula de la
Coca-Cola, a saber ¿en qué se basan los miembros de la Academia de Hollywood
para elegir a los candidatos al Oscar al Mejor Actor cuando no interpretan a un
enfermo terminal o a un discapacitado?
La crítica americana rendida
a los pies de Clint: "Eastwood (...)
detona el explosivo y la tristeza como sólo él sabe hacerlo. Es por eso que su
película se lleva un pedazo de ti”, escribe el crítico de la Revista Rolling Stone. La crítica española,
bastante menos entregada y más realista, no oculta su decepción con el
resultado: "'El Francotirador'
convierte en pura mecánica lo que debería haber sido cine vibrante: una
oportunidad desaprovechada, un disparo en falso", escribe Noel
Ceballos de la Revista Fotogramas.
Perdonen los admiradores de
Clint Eastwood (entre los que, aunque no
lo parezca, me encuentro merced a películas como “Mystic River”, “Million Dollar Baby” o “Sin perdón”) y los amantes del género
bélico, pero considero esta película y su cansina letanía de la lealtad a la
patria y a los hermanos de armas por encima de tu propia familia, como una
burda americanada propagandística para justificar una intervención militar que
nunca debió producirse.
El epílogo, que no podía ser de otro tratándose de Estados
Unidos, lo firma el loco de turno, en este caso veterano de guerra también, que
tirando de pistola se carga, en territorio amigo, al héroe nacional en un
intento de arañar la porción de fama que su falta de pericia, o de valor, le
impidió conseguir mientras estuvo desplegado en territorio enemigo.
¡Putas armas!
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