lunes, 19 de noviembre de 2012

Juego de tronos (II)

Yo, al contrario que Juan (ver su artículo titulado “Juego de tronos: los bestias del reino”), soy muy aficionada a la fantasía medieval con sus caballeros, princesas, magos, brujas, orcos, enanos, gigantes… Con 15 años leí “El señor de los anillos” (aún recuerdo la sensación de no poder dejarlo, el cansancio de ojos) y por supuesto he visto (cuando la estrenaron y varias veces en televisión) la maravillosa adaptación que hizo Peter Jackson para el cine.

También he leído “Ivanhoe”, de Sir Walter Scott, y he visto la película de Richard Thorpe que protagonizó Robert Taylor. Por supuesto he visto casi todas las que han hecho sobre Arturo y los caballeros de la mesa redonda. La más reciente “King Arthur”, dirigida por Antoine Fuqua y protagonizada por Clive Owen, uno de mis feos guapísimos. Aunque mi favorita sobre este celebre personaje es “Excalibur” de John Boorman. La eterna lucha entre el bien y el mal, claramente diferenciados y opuestos, es la base de todas esas historias. Siempre resulta fácil tomar partido. En “Juego de tronos” la cosa se complica.

Recrea a la perfección la barbarie, violencia e inestabilidad propia de esa época. Con el ansía de poder como telón de fondo, se enfrentan clanes familiares que no atascan a la hora de utilizar cualquier método, arma o persona, para lograr su único objetivo: el trono de hierro. El dinero manda y la lealtad te mata. No valen normas ni códigos de conducta. Todos, cada uno dentro de sus posibilidades, luchan con uñas y dientes para salirse con la suya.
El único valor que se erige como verdadero, y al que todos parecen respetar, no es tanto la familia (puesto que abundan los incestos, los hijos bastardos, los amantes, etc) sino la sangre (me refiero a los lazos de sangre y no a la otra aunque ésta corre como un río en cada capítulo). Cada casa hace honor a su lema: “Un Lannister siempre paga sus deudas” no habla de honor sino de dinero, por algo son los más ricos. “Winter is coming” (el invierno se acerca) refleja la misión, especialmente dura, que asume la casa Stark, guardianes del Norte: mantenerse en constante alerta preparados siempre para lo peor. El de la casa Baratheon, “Nuestra es la furia”, retrata a la perfección a sus miembros: fieros en la batalla pero de poco seso. El de los Targaryen y sus dragones “Fuego y sangre”.

La historia te produce un creciente desasosiego porque no hay infancia, no hay respeto, no hay justicia, no hay honor… aunque, eso sí, para mayor gozo de Juan, hay zombis del Norte.

¿Quién es mi personaje favorito? Hasta que lo mataron, Lord Eddard Stark por razones que saltan a la vista (no solo porque esté muy bueno, que lo está, sino porque es bueno), a quien el hecho de ser nombrado “mano” del rey, le hace perder la cabeza (de hecho lo de ser “mano” era un cargo nada apetecible por lo poco que solían durar aquellos que lo ocupaban).
Ante mi grandísimo disgusto por la desaparición en la primera temporada de este personaje, no me quedó otra que elegir uno nuevo y mi favorito pasó a ser Tyrion Lannister, el enano, el nomo, el medio hombre. Ser una continua decepción para su padre y su corta estatura le hacen desarrollar, para sobrevivir, una inteligencia muy por encima de la media junto con un sentido del humor que impide que su vida se convierta en el infierno que podría haber sido. Deslenguado, procaz, sensible, putero, curioso, son algunas de las cualidades que lo adornan. Sus diálogos son de lo mejor de la serie.

Las mujeres no son presentadas como meros objetos decorativos sin otra misión que parir hijos. Las hay crueles, sucias, guerreras, pérfidas, mentirosas, pero todas ellas las pasan canutas dentro de sus respectivas clases sociales: las nobles son “vendidas” para cerrar alianzas con otras familias. Las pobres son usadas y vejadas por los suyos y por los ricos. Al resto solo le queda ejercer de putas freelance, con lo cual no sacan ni para comer, o contratarse en burdeles como el de “Meñique” (uno de los personajes que más odio) donde a cambio de un poco de seguridad sufren bastante más esclavitud.

En un mundo en cambio constante, con una esperanza de vida tan corta, lleno de miedo e incertidumbre, ves como incluso los más crueles tienen sus momentos de flaqueza y te das cuenta de que detrás de cada uno de ellos hay una triste historia que los ha hecho convertirse en quienes son. Siguen sin caerte bien, pero llegas a entenderlos.

La temática, el desarrollo psicológico de los personajes, la perfecta ambientación, los escenarios naturales, las brillantes interpretaciones, hacen de esta serie algo que no debes perderte. Te emociona, te cabrea, te engancha. ¡Es fantástica!

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