lunes, 1 de agosto de 2011

"1280 almas", Jim Thompson

Aunque creía que no sabía nada sobre este autor, puesto que ésta es la primera novela suya que leo, estaba equivocada pues buceando en las atestadas aguas de la Red, donde encuentras todo lo que buscas (aunque creo que de manera somera, repetitiva y a veces poco fiable), he descubierto que en sus libros se han basado películas que he visto dirigidas, además, por dos de mis directores favoritos: “Los timadores” de Stephen Frears (“Café irlandés” y “Las amistades peligrosas”, son dos de mis películas 10) y “La huida” dirigida magistralmente por Sam Peckinpah (sus violentas “Perros de paja” y “Grupo salvaje” son impresionantes) y mejor interpretada por un Steve McQueen en la cumbre de su carrera.

El Club de Novela Negra de la Librería Taiga, entre las posibles lecturas para este verano, recomendó “1280 almas”, considerada por buena parte de la crítica y del público como la mejor obra de Jim Thompson (según se afirma en la contraportada del libro).

Nick Corey es un sheriff hiperbólico (“Con el sueño me ocurría lo mismo. Puede decirse que no pegaba ojo. Me metía en la cama pensando que aquella noche tenía que descansar, pero qué va. Pasaban veinte treinta minutos antes de que me durmiera. Y luego, después de solo ocho o nueve horas, me desvelaba y ya no podía volverme a dormir, cascado y hecho polvo como estaba.”) y castigador, de ademanes y rostro cateto que niega lo que esconde.

Un cabrón, cínico y mentiroso que, cual paciente araña, va tejiendo los hilos que acaban uniendo a todos aquellos que le molestan para acabar arrastrándolos hacia su final.

Lo curioso del tipo es que el autor se las apaña para que en ningún momento tengas la visión de que se trata de un psicópata asesino, sino todo lo contrario. Casi se podía definir como “el hombre tranquilo” puesto que lo que hace, pese a ser perverso, atroz y sanguinario, lo hace con una naturalidad tan pasmosa, casi como respirar, que mientras lo está ejecutando consigue que no te sorprenda y no es hasta instantes después de perpetrado el crimen cuando tomas conciencia de lo que ha hecho, ¡a ese extremo llega su sangre fría!.

Además, Jim Thompson demuestra un conocimiento profundo del alma humana y de las normas que dictan nuestra conducta presentando unos personajes complejos dominados por pasiones, bajos instintos y un egoísmo profundo que les impide acercarse a los demás. Efectivamente no hay buenos y malos, solo individuos que, por lograr lo que quieren, son capaces de arrasar con todo aquello que se cruza en su camino, sean leyes, personas o instituciones.

Así Nick Corey que es alguien porque es sheriff, y es sheriff porque no es nadie, aprende pronto una lección básica: “Según la ley, yo debería estar al acecho de los grandes y los poderosos, de los tipos que realmente gobiernan este lugar, pero no se me permite tocarlos, así que me veo forzado a equilibrar la balanza siendo dos veces implacable con la basura blanca, los negros y los individuos como tú, que tienen el cerebro perdido por el culo porque no tienen otro sitio donde utilizarlo”. Se autoconvence de que eliminando a los que no importan a nadie cumple una misión divina, y cumpliéndola vive feliz y satisfecho.

La manera en que está escrito el libro lo convierte prácticamente en un guión de cine, de hecho el director francés Bertrand Taverner hizo una película titulada “Coup de torchon”, basada en él.

Es una novela ácida, muy crítica, con unos diálogos ingeniosos, llena de situaciones divertidas y de actos perversos, crueles y salvajes.

Es, en definitiva, un retrato realista, sin concesiones, de la jauría humana.

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