viernes, 16 de octubre de 2015

Yo, él y Raquel



Este es el extraño título en español de la película “Me and earl and the dying girl”, del director Alfonso Gómez-Rejón. A pesar de su castizo nombre, Gómez-Rejón nació en Laredo, Texas. Comenzó su carrera como ayudante personal de Martin Scorsese, Robert de Niro y Alejandro González Inárritu. Después pudo asumir tareas de dirección en “Julie y Julia”, “Babel”, “La sombra del poder”, “Come, reza y ama”, y en “Argo”. Además, ha dirigido la serie de televisión “American Horror Story”

La película está basada en la exitosa novela del mismo nombre escrita por Jesse Andrews. Novela (que no he leído) y película narran la historia de Greg, un alumno de secundaria que se enfrenta al reto de transitar por el último curso sin llamar la atención. Su objetivo es ser amiguete de todos y enemigo de nadie. Con un elaborado plan de camuflaje, consigue resultar agradable, o al menos indiferente para sus desquiciados compañeros de instituto. Sólo cuenta con una curiosa amistad de infancia, Earl, con quien comparte pasión por el cine clásico, especialmente el cine europeo intelectual. Entre ambos se dedican a recrear películas de culto, empezando con una demencial versión de Aguirre y la cólera de Dios, pasando por los 400 golpes, y acabando con una desternillante versión de Cowboy de medianoche. La lista de películas parodiadas es una excelente selección del cine de todos los tiempos.


 Este recurso ya fue utilizado en la divertida “Rewind” de 2008,


pero sin ser original, el homenaje al cine resulta divertido, sobre todo por el contraste entre la seriedad de las películas parodiadas y el resultado su versión adolescente. Así arranca la película, pero pronto un problema grave arrastra a Greg a una experiencia intensa, dura y hermosa, de las que marcan para siempre. El giro dramático está muy bien planteado, y en ningún momento se recurre a trucos fáciles para arrancar las lágrimas del espectador; pero precisamente la verosimilitud de las situaciones y el relato natural acaban provocándolas. Una película clásica y original a la vez, que mezcla bien comedia y drama, en la línea de otras películas serias sobre la adolescencia.

martes, 22 de septiembre de 2015

Justified

Uno de los mejores duelos de la TV te espera en Justified
 
 
Miami, una piscina de lujo. El marshall Raylan Givens se planta en la mesa de un mafioso, y le conmina a abandonar la ciudad antes del amanecer. Al mafioso en cuestión no le hace mucha gracia la chulería de Givens, y acerca peligrosamente la mano a su automática. La mano de Raylan tampoco anda lejos de la suya…
Así arranca Justified (La ley de Raylan), la excelente serie americana que durante seis temporadas sigue las andanzas de Rayland, un conflictivo pero eficaz marshall, estupendamente interpretado por Timothy Olyphant, que ya contaba con experiencia como sheriff en la extraordinaria serie Deadwood . La serie se basa en las novelas negras de Elmore Leonard, un escritor a medio camino entre la novela, el cine y la televisión.
Los Marshall son un cuerpo federal de policía judicial, creado en 1789, y se encargan de perseguir a fugitivos, transportar a presos, y labores de apoyo judicial.
Volviendo a la serie, la actitud de Raylan, próxima a un sheriff del siglo XIX, le lleva a ser castigado con un destino nada sencillo: la ciudad de Lexington, en el sureño estado de Kentucky. Y ahí se tendrá que enfrentar con los peculiares personajes de su condado natal, Harlan, empezando con su padre, con el que no tiene la mejor de las relaciones.
La serie trata el mundo de la América profunda, especialmente el de los blancos pobres (white trash); algunos honrados (mineros), y otros, traficantes de poca monta, delincuentes, supremacistas blancos, y un conjunto de paletos memorables. Entre todos los personajes, destaca Boyd Crawder, un delincuente con aspiraciones, estupendamente interpretado por Walton Goggins, que  ya bordó un papel similar en la serie The Shield. Sus apariciones no tienen desperdicio, y su rebuscado y sureño inglés, tampoco.
La serie rebosa de humor negro, acción y violencia, pero también contiene una parte de reflexión y crítica de las desigualdades sociales. Se comienza a ver como un entretenimiento, pero se acaba descubriendo una de las mejores series actuales, que además cuenta con una estupenda banda sonora, al menos para los amantes del bluegrass y las músicas sureñas.
Y si quieres conocer más sobre la serie, aquí tienes un artículo muy completo que me recomendó Enrique.
Una serie para disfrutar y reflexionar…como dice Giliam Welch en su preciosa canción “Annabelle” , we cannot have all things to please us…

miércoles, 9 de septiembre de 2015

Anacleto: agente secreto

Corría el año 1964 cuando Anacleto (mi nombre es Cleto, Ana Cleto), el más elegante espía patrio, salía por primera vez de su anonimato y se dejaba ver en la revista “Pulgarcito”.

Moreno, pelo negro, flequillo rebelde incluido, nariz alargada, impecablemente vestido, nunca sin su pajarita. En lugar de vodka Martini “agitado, no revuelto”, un sempiterno cigarrillo en la boca que no le abandona ni en sus peores momentos.

Enfrente el malvado Vázquez, alter ego de Manuel Vázquez Gallego el creador del personaje, empeñado en hacérselas pasar canutas a nuestro 004 (le falta mucho para ascender a 007), ya sea en mitad del desierto o en el Baix Empordà.


Tras años sin saber de él, nuestro agente reaparece, peinando canas, para trasladar de celda a su archienemigo a quien encerró hace 30 años. Vázquez, gracias a un cutre plan y unos esbirros más cutres aún, logra escapar jurando vengarse de Anacleto & Son.

Así, de golpe y porrazo, Adolfo, un treintañero pelín vago, sin ambición, que nunca encuentra el momento para sacarse el carnet de conducir, se entera de que su padre, a quien siempre ha visto como un cabrón butifarrero en realidad es un cabrón, sí, pero espía. Sin apenas tiempo para asumirlo, la masía familiar se convierte en un campo de tiro donde disparas, aunque no apuntes, o te disparan. Se forma tremendo cisco en Casa Tarradellas y es entonces cuando se supone que se desata la acción delirante, las situaciones cómicas, descacharrantes… pero no se escucha ni una sola risa en la enorme sala. ¡Mala señal!

Todo parece forzado. Te sientes empujado hacia una carcajada que nunca llega a producirse. Gags gastados, chistes fáciles, actores a los que estamos hartos de ver hasta en la sopa (como Eduardo Gómez Manzano) en papeles repetitivos y una acción que transcurre siempre a medio gas. Ni siquiera la vena cómica de Quim Gutiérrez (que la tiene) ni cómo le sienta el esmoquin (que le sienta de maravilla) son suficientes para salvar la situación. Falta guión, guión y guión.

La película es simplona, nada cachonda, floja, muy floja, y no puedo entender cómo, a diferencia de “Un día perfecto”, de León de Aranoa, el común de los críticos parece considerarla algo digno de ver.

Sigo pensando que en España nos pierde el empeño en seguir haciendo comedietas, sin pizca de gracia, que lo único que consiguen es zancadillear el trabajo que desde otros géneros, como el de terror o el thriller policiaco, están haciendo diferentes directores para devolver a nuestro cine el reconocimiento que merece y que nunca debería haber perdido.

Lo único que mereció la pena fue que, entre la insoportable cantidad de anuncios que nos colocaron al principio (¡luego dicen que cada vez va menos gente al cine!), pudimos verle a él, al inigualable, al guapísimo, al autentico 007, es decir Daniel Craig, en el tráiler de “Spectre”, la vigesimocuarta película de James Bond, dirigida nuevamente por Sam Mendes.


¡Esa sí que no pienso perdérmela!

lunes, 24 de agosto de 2015

Wool: la novela de moda en ciencia ficción

No salgas pafuera pekadorrr que te vas a hacerr pupitarr...


La tierra, en un futuro próximo. Algún tipo de desastre ha condenado a un grupo de supervivientes a refugiarse en un enorme silo, que se extiende decenas de niveles por debajo de la contaminada superficie. Con el transcurrir del tiempo, el silo se divide en clases sociales: los mecánicos, los agricultores, los transportistas, y la nueva clase dirigente: los informáticos. El enorme silo cuenta con una pequeña fuerza de seguridad, compuesta por un Sheriff y varios ayudantes. La vida en el interior del silo parece transcurrir de manera apacible. Sin embargo, una investigación del Sheriff Holston sacará a la luz un oscuro asunto, y pondrá en marcha una serie de acontecimientos cada vez más dramáticos… 

Este es el sugerente mundo imaginado por el escritor americano Hugh Howey, en su serie “Wool” (Espejismo). Lo interesante del tema es que empezó publicándola como una serie de relatos a través del sistema de publicación directa de Kindle. El primer relato tuvo mucho éxito, lo que permitió al autor seguir su proyecto, y obtener bastante dinero por derechos de autor. La serie cuenta con tres novelas, de las cuales acabo de terminar la primera, Wool. Está compuesta de cinco relatos: Holston, Proper gauge, Casting off, The unraveling, y The stranded. Las cuatro primeras partes tienen la estructura clásica de relato corto, ágil y preciso, con historias interesantes que van desvelando parte de la trama. El último relato explica los misterios planteados, aunque resulta algo largo, y las escenas de acción demasiado minuciosas. Parece recurrir a una especie de cámara lenta literaria que rompe el ritmo de las anteriores. En todo caso, el resultado final es satisfactorio, y bastante original. 

La serie continua con otras dos novelas: Shift, precuela que explica el origen del silo, y Dust, que cierra la serie. Los derechos cinematográficos han sido adquiridos por la 20th Century Fox. La novela tiene todos los ingredientes para convertirse en una buena pelicula de ciencia ficción. Al parecer, Ridley Scott estaría interesado en dirigirla…


http://www.theguardian.com/books/2013/jan/09/wool-by-hugh-cowey-review 


jueves, 20 de agosto de 2015

Cidade do Porto

Francesinhas:
 Anochecer a orillas del Douro:
 do Porto (catedral):
 Rua das Flores: 
Vista desde la Igreja da Misericórdia:
 Mercado artesanal:


 Puente Luis I de día....
y de noche.....

 Palàcio do Comércio: 
  Preciosas iglesias:

 y magnificas playas:

¡Preciosa ciudad Oporto!

lunes, 27 de julio de 2015

Inside out: el final de la infancia


Alegria y tristeza tendrán que aprender a convivir en el interior de Riley, en la excelente Inside Out

Desde el estreno de la innovadora Toy Story hace ya 20 años, los estudios Pixar nos han deleitado con 20 excelentes películas de animación, dirigidas aparentemente a un público infantil, pero con una doble lectura que las hace más interesantes para adultos.

http://elpais.com/elpais/2015/07/15/icon/1436959269_596682.html

Leyendo la lista de sus títulos, compruebo que he visto todas, aunque me gustaron especialmente “Wall-e” y “Up”. Precisamente el director de esta última, Pete Docter, ha rodado la última entrega de Pixar: la muy interesante “inside out” (del revés). Durante su infancia Docters se mudó a Dinamarca, y sufrió para adaptarse al nuevo país. Su experiencia le llevó a plantar esta historia, triste y divertida a la vez. La película refleja la vida de una niña de 11 años, Riley, que se muda con sus padres desde un tranquilo pueblo de Minnesota a la gran ciudad. Aunque es una niña estudiosa, deportista y cariñosa, sus emociones le van a jugar una mala pasada durante los primeros días de vida en San Francisco.

Este tema, ya tratado en numerosas ocasiones, es abordado de manera original en Inside Out: cada una de las emociones básicas está representada por un divertido personaje, que las encarna. La líder, alegria, tiene que hacer milagros para mantener a la tristeza, miedo, asco e ira a raya, para que no desbaraten la estructura cerebral de recuerdos, afectos y relaciones que constituyen la personalidad de Riley. La película aborda de manera amena pero bastante rigurosa el funcionamiento de la memoria y la afectividad, utilizando metáforas y creando una aventura entretenida que puede atraer a los más pequeños. Lógicamente las alegorías tienen sus límites, pero los autores se han asesorado bien en la parte científica.
 
Sin duda es la película más ambiciosa y adulta de todas las de Pixar. El juego de emociones, sobre todo la relación entre alegría y tristeza es un aspecto muy logrado de la película, así como la evolución de la personalidad al llegar a la preadolescencia, y la creación, modificación y destrucción de los recuerdos de vivencias con gran carga afectiva. Todo ello abordado con humor, y nostalgia por el mundo idealizado de una infancia que llega a su fin. Muchos momentos de la película resuenan en nuestro interior, ya que resultan muy evocadores y familiares.

La película ha recibido excelentes críticas y marca un nuevo hito en el cine de animación.

https://en.wikipedia.org/wiki/Inside_Out_(2015_film)

http://www.filmaffinity.com/es/film135623.html

martes, 16 de junio de 2015

Bienvenido a mi casa


 






El jueves 11 de junio la prensa británica informaba del fallecimiento de Christopher Lee pero yo, sencillamente, no podía creerlo. ¿Que son 93 años para el no muerto?

Aunque se reveló contra la última parte de esa definición (como Saruman el Blanco se sintió atraído por la oscuridad y como Drácula, el demonio, fue la oscuridad misma), tanto por su palidez vampírica como por su sobrenombre de mago, el color blanco (tonalidad acromática de claridad máxima y de oscuridad nula) marcó la carrera cinematográfica de Sir Christopher Frank Carandini Lee.

Cuando Bram Stoker creó “Drácula” (novela a la que Oscar Wilde definió como la obra de terror mejor escrita de todos los tiempos) no fue consciente de que estaba otorgando a la figura del vampiro, criatura de la noche que se alimenta de la sangre de otros, la categoría de monstruo high-class. Cuando Cristopher Lee lo interpretó para el cine no fue consciente de que lo estaba elevando a la categoría de icono, porque además de contar con un físico que cumplía a rajatabla las creencias populares transilvanas (consideraban que los vampiros eran flacos, muy pálidos, con largas uñas y puntiagudos colmillos) prestó al personaje su aire elegante y aristocrático que lo convirtió en la envidia de los restantes monstruos (hombres lobo, momias y zombis) que a su lado resultaban pelín proletarios, poco higiénicos y bastante chapuceros.

La ausencia de reflejo en los espejos, su rapidez, capacidad de volar y la falta de sombra, que no dejaba advertir su presencia por mucho que miraras hacia atrás, impedía estar prevenido frente a sus ataques. Solo nos quedaba colgarnos una crucecita al cuello esperando que, en el momento crucial, le hiciera desistir del mordisco fatal pues en mi caso, al carecer del generoso escote que exhibían en sus películas las victimas femeninas a las que transformaba en sus iguales, ni siquiera mi apreciado grupo sanguíneo (O negativo que me convierte en donante universal) me hubiera salvado de una muerte segura.

El terror que me provocaba era adictivo por lo que sí, lo reconozco, lo invité a entrar y ya nunca se fue porque, como todo el mundo sabe, una vez que lo haces el vampiro puede entrar y salir a placer.

“Así tuve oportunidad de observarlo, y percibí que tenía una fisonomía de rasgos muy acentuados.

Su cara era fuerte, muy fuerte, aguileña, con un puente muy marcado sobre la fina nariz y las ventanas de ella peculiarmente arqueadas; con una frente alta y despejada, y el pelo gris que le crecía escasamente alrededor de las sienes, pero profusamente en otras partes. Sus cejas eran muy espesas, casi se encontraban en el entrecejo, y con un pelo tan abundante que parecía encresparse por su misma profusión.

La boca, por lo que podía ver de ella bajo el tupido bigote, era fina y tenía una apariencia más bien cruel, con unos dientes blancos peculiarmente agudos; éstos sobresalían sobre los labios, cuya notable rudeza mostraba una singular vitalidad en un hombre de su edad. En cuanto a lo demás, sus orejas eran pálidas y extremadamente puntiagudas en la parte superior; el mentón era amplio y fuerte, y las mejillas firmes, aunque delgadas. La tez era de una palidez extraordinaria.

Entre tanto, había notado los dorsos de sus manos mientras descansaban sobre sus rodillas a la luz del fuego, y me habían parecido bastante blancas y finas; pero viéndolas más de cerca, no pude evitar notar que eran bastante toscas, anchas y con dedos rechonchos. Cosa rara, tenían pelos en el centro de la palma. Las uñas eran largas y finas, y recortadas en aguda punta. Cuando el conde se inclinó hacia mí y una de sus manos me tocó, no pude reprimir un escalofrío. Pudo haber sido su aliento, que era fétido, pero lo cierto es que una terrible sensación de náusea se apoderó de mí, la cual, a pesar del esfuerzo que hice, no pude reprimir. Evidentemente, el conde, notándola, se retiró, y con una sonrisa un tanto lúgubre, que mostró más que hasta entonces sus protuberantes dientes, se sentó otra vez en su propio lado frente a la chimenea. Los dos permanecimos silenciosos unos instantes, y cuando miró hacia la ventana vi. los primeros débiles fulgores de la aurora, que se acercaba. Una extraña quietud parecía envolverlo todo; pero al escuchar más atentamente, pude oír, como si proviniera del valle situado más abajo, el aullido de muchos lobos”.

La fascinación por estas criaturas fue en aumento y a lo largo de estos años he dejado entrar a otros vampiros en mi vida (de la Saga Crepúsculo a nadie): el Conde Draco de “Barrio Sésamo”, Nosferatu, Blade (mitad hombre mitad vampiro) y su archi enemigo Deacon Frost,  Lestat de Lioncourt, la pequeña Eli... Pero ninguno de ellos consiguió aterrorizarme como lo hicieron los 1,97 metros de altura, los rasgos angulosos y los ojos hipnóticos que Christopher Lee prestó a la figura del Conde Drácula.
Nunca ganó un Oscar pero en 1983, en la 16 edición del Festival Internacional de Sitges, recibió junto a Vincent Price, Peter Cushing y John Carradine, tres de los grandes del cine fantástico, el premio al Mejor Actor por la película “House of the Long Shadows” de Peter Walker. ¡Un merecido reconocimiento!

Puede que el hombre haya fallecido pero el actor vivirá eternamente, como corresponde a su categoría de no muerto, en el corazón de todos los amantes del género de terror.

Ni ristras de ajos (aunque sean D.O. Ajo Morado de Las Pedroñeras), ni agua bendita, ni crucifijos sobre la cama. Tanto mi puerta como mi ventana siempre permanecerán abiertas para Drácula al igual que él, mucho tiempo atrás, me abrió las de su castillo:

 “—Bienvenido a mi casa. Venga libremente, váyase a salvo, y deje algo de la alegría que trae consigo. La fuerza del apretón de mano era tan parecida a la que yo había notado en el cochero, cuyo rostro no había podido ver, que por un momento dudé si no se trataba de la misma persona a quien le estaba hablando; así es que para asegurarme, le pregunté:

— ¿El conde Drácula? Se inclinó cortésmente al responderme.

—Yo soy Drácula; y le doy mi bienvenida (...) en mi casa”.

Los ojos de Sir Christopher Lee relampaguearon malignamente al pronunciar esas palabras.