Mucho
antes de que el inspector sueco Wallander apatrullara las bonitas calles de
Ystad; cuando todavía no había nacido el comisario griego Jaritos, y quedaba
mucho para que Silvio Montalbano se las viera con la mafia y la burocracia en
Sicilia; antes incluso de que Carvalho comenzara a quemar libros y a disfrutar
de la buena cocina entre caso y caso, en la Mancha ya contábamos con un sagaz policía
capaz de investigar los casos más enrevesados.
Manuel
González es un policía local de Tomelloso, creado por el escritor Francisco
García Pavón. A Manuel González todo el mundo le conoce como “Plinio”, porque
un abuelo suyo fue seminarista, y se conoce que le gustaba el latín. Una de las
muchas peculiaridades manchegas que nos cuenta en sus novelas es que los apodos
se heredan. Dependiendo de cómo fuera tu ancestro, te llamarán de una manera o
de otra. En el caso de Plinio es un buen apodo, pero el caso de los
“culovistoso”, por el abuelo exhibicionista, no es tan afortunado. La mezcla de
humor y crueldad es una característica de estas novelas, y en general, de la
época que retratan: el tardofranquismo de los 60 y 70, y el comienzo de la
Transición.
Francisco
García Pavón nació en Tomelloso (Ciudad Real) en 1919. Comenzó su carrera de
escritor en 1945 (Cerca de Oviedo). La fama le llegó con su serie policiaca de
Plinio, con la que yo me introduje en el mundo de la novela negra a finales de
los 70. Murió en Madrid en 1989.
En
su momento leí dos de sus novelas, y recientemente las he retomado y las he
leído todas seguidas, gracias a que una de ellas fue propuesta en el club de
novela negra de Taiga.
La
primera de la serie, “los carros vacios” (1965), es una novela corta en la que
se introduce a Plinio y a su amigo y colaborador, el veterinario jubilado Don
Lotario. La novela está ambientada en la época de la Dictadura de Primo de
Rivera, y don Lotario lleva a Plinio con su Ford T. Sin embargo, a partir de la
sdiguiente, “El Reinado de Witiza”, la acción salta a la España de 1968, y Don
Lotario se hace con el inevitable 600. La novela resulta mucho más interesante
que la primera, la trama está bien pensada, y la investigación es original. Su
tema principal es el humor negro y salvaje propio de la época. El autor
aprovecha para describir la vida de un pueblo en plena transición. Cuenta con
cierta nostalgia las costumbres perdidas de un mundo rural antiguo que estaba
desapareciendo. Tomelloso en el 68 ya está llenándose de coches y tractores, la
gente ve la televisión, coge el autobús a Madrid, tira los aperos y carros
antiguos…y sin embargo, otra eternidad nos separa del 68. Resulta difícil leer
una página sin enfrentarse a algún pasaje que hoy resultaría cuando menos
políticamente incorrecto. Lo más llamativo es el machismo y el desprecio a los
homosexuales, y por ello habrá lectores actuales que se sientan ofendidos,
incluso teniendo en cuenta el contexto y la mentalidad de la época. Por otra
parte, el autor aprovecha para hacer una crítica social limitada, que va
incrementándose hasta la llegada de la democracia, en su último libro de la
serie.
El
siguiente libro, “El rapto de las Sabinas” (1968), aumenta la magnitud de los
delitos investigados por el policía local, e introduce elementos
erótico-festivos que resultan divertidos pero a la vez un tanto incómodos.
Aparecen más personajes y la narración mejora, sobre todo con las descripciones
del campo, a veces líricas, otras descarnadas. “Las hermanas coloradas” (1969) mejora
de nuevo la calidad de la narración. Es probablemente la más interesante de toda
la serie. Se desarrolla en Madrid, circunstancia que aprovecha el autor para
narrar la dureza de la gran ciudad y el contraste con la vida del pueblo. Es
una historia triste, anclada en el pasado, nostálgica, sobre lo que pudo ser y
no fue, y con un cierto tinte político, sólo insinuado, interesante y atrevido
en su momento.
Con
“Una semana de lluvia” (1971), Plinio vuelve a su pueblo, en plena feria pasada
por agua. La historia en este caso da un giro al negro, las escenas son más
duras, la muerte está presente, y vuelve un erotismo algo retorcido y
reprimido, que estallará en “Voces en Ruidera” (1973), su novela más
desagradable. No me importó leerla, ya que describe las vacaciones de la época
en el precioso entorno de las lagunas, muy próximas a Tomelloso, pero la historia
narrada se vuelve sórdida, y no especialmente interesante.
“Otra
vez domingo” (1978) da un nuevo giro a la historia de un Plinio ya al final de
su carrera. La Guardia Municipal de Tomelloso pierde sus atribuciones para
investigar crímenes, y Plinio queda como mero asesor de la policía nacional,
pero su prestigio le permite seguir activo durante un tiempo, y resolver un
caso más convencional, pero interesante. El autor vuelve a su mezcla de
costumbrismo y humor negro, tan peculiar.
La
serie de novelas concluye con “El hospital de los dormidos”, una novela algo
diferente, en la que nos despedimos de un Plinio prejubilado, nostálgico,
símbolo de una vida que ya no volverá, contrastando con un momento de ilusión
por el cambio político, que de todas formas es observado con cierto
escepticismo. Aquí vuelve el erotismo con un nuevo giro, un tanto sorprendente,
más abierto. Estamos de nuevo en pleno cambio de época, usos y costumbres.
Además
de estas novelas hay algunos relatos
cortos, y una adaptación a televisión.
Aunque
no gustará a todo el mundo, merece la pena prestar atención a Plinio, un manchego honrado, duro pero sensible,
convencional, aunque abierto a los cambios, con su casa de pueblo, su mujer y su
hija, y sus casos curiosos, a veces divertidos, otras sórdidos y tristes,
siempre con un toque surrealista y guasón. Plino es el padre o el abuelo de
muchos de nuestros detectives. Por cierto, sus novelas están siendo reeditadas
por Rey Lear.
Como
curiosidad, señalar que García Pavón es el padre de la escritora Sonia Garcia Soubriet;
y que Tomelloso es un pueblo interesante, que merece la pena conocer, muy
próximo a las lagunas de Ruidera, y al que ya dedicamos una entrada en este
mismo blog.
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