viernes, 7 de octubre de 2011

(Algunos) Paseos por Lisboa (I)


“Nada me puede dar el campo o la naturaleza que valga la majestad irregular de la ciudad tranquila, a la luz de la luna, vista desde Graça o São Pedro de Alcântara. No existen para mí flores como, a la luz del sol, el variadísimo colorido de Lisboa.”

“Imposible conocer bien esa ciudad infinita…” 

“Lisboa tiene aún la coherencia estética de las ciudades antiguas. Pocas en Europa pueden decir lo mismo.”

Lisboa sorprende a cada paso. Con su aire decadente, antiguo, cosmopolita y señorial, popular y bulliciosa en ocasiones, a veces ensimismada y dormida junto al río... Sus calles y escadinhas imposibles, junto a escondidos jardines y miradores que invitan al sosiego, construyen un laberinto luminoso que despierta emociones olvidadas. Su inmensa capacidad de evocación suscita sombras, colores, imágenes tal vez soñadas o apenas entrevistas, rincones olvidados de una inocente y deslumbrante hermosura…


El Cementerio Inglés de Lisboa

Junto al Jardim da Estrela, en la rua de São Jorge, tiene su entrada el Cementerio Inglés de Lisboa. Una sencilla portada con el escudo británico en la fachada da entrada al camposanto. Fundado en 1717, se trata del cementerio más antiguo de la capital, y en él se realizan, desde 1725, los enterramientos de los súbditos británicos de religión anglicana afincados en la ciudad. En su recinto se encuentra una pequeña iglesia victoriana dedicada a St. George, que celebra sus oficios dominicales en inglés.


La historia refiere que en 1804 se permitieron las primeras lápidas judías en el cementerio inglés de Lisboa. Por fin, en 1821, se proclamó la libertad religiosa en Portugal, lo que permitió el enterramiento de otras confesiones religiosas. Aquí podemos comprobar que, como dice un profesor de Historia de la Arquitectura y Urbanismo, (Cemeteries in Portugal. An historical and artistic approach), los cementerios son, sin duda, uno de los reflejos más impresionantes del momento histórico en una determinada cultura.




Todo el entorno tiene cierta atmósfera romántica cuyos setos y jardines, limpios pero algo descuidados, invitan al paseo y a una meditación contemplativa.

En un lugar prominente destaca la tumba del magistrado y novelista británico Henry Fielding, conocido por ser el autor de la novela Tom Jones, que falleció en Lisboa en 1754, durante uno de sus viajes.


En uno de los laterales puede leerse la siguiente inscripción laudatoria en latín:

Henrici Fielding. A somersetensibus apud glastoniam oriundi. Viri summo ingenio, en quae restant. Stylo quo non alius unquam, intima qui potuit cordis reserare, mores hominum excolendos suscepit.
Virtuti decorem, vitio faeditatem asseruit, suum cuique tribuens, non quin ipse subinde irretiretur evitandis. Ardens in amicitia, in miseria sublevanda effusus, hilaris, urbanus, et conjux, et pater adamatus, aliis, non sibi vixit.
Vixit sed mortem victricem vincit. Dum natura durat, dum saecula currunt, naturae prolem scriptis prae se ferens, suam et suae gentis extendet famam


Como en otros antiguos cementerios, pueden encontrarse algunas excelentes muestras de arte funerario.


Junto a uno de sus muros se encuentran una serie de tumbas de combatientes de la Commonwealth muertos durante la Segunda Guerra Mundial: pilotos, artilleros aéreos y operadores de comunicaciones de la RAF.

  
¿Qué oscuro azar les condujo hasta este lugar?, ¿qué extraños designios llevaron a estos hombres a reposar para siempre en Lisboa?


(Continuará...)

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