Festival macarra en una serie bruta, bruta...
La serie “Sons of anarchy” narra la vida, obra y milagros (forjados a mamporrazos) de un club de
moteros de California. Muchos de estos clubs se crearon después de la Segunda
Guerra Mundial, basándose en valores como la libertad, la fraternidad y apoyo
mutuo, un sentido de individualismo e independencia ante el estado, etc, e
inspirados en parafernalia militar. Sin embargo, pronto derivaron en dos
grandes ramas: aquellos más centrados en el mundo de la motocicleta, y otros
que derivaron en organizaciones fuera de la ley, algunas directamente delictivas o mafiosas. La más conocida de ellas es,
seguramente, el club “Los ángeles del infierno”. El de esta serie, ni que
decir tiene, pertenece a este segundo grupo mucho más interesante
cinematográficamente, y seguramente se inspira especialmente en el grupo Hells
Angels. La serie ha sido creada por el actor, guionista y director
Kurt Sutter, que ha trabajado en otras como The Shield.
http://en.wikipedia.org/wiki/Kurt_Sutter
Los actores no son en general muy conocidos. A destacar
Dayton Callie, que ya había participado en la excelente serie Deadwood, y en
ésta interpreta a un policía local, y sobre todo,Ron Perlman, un
clásico secundario en numerosas películas, como La ciudad de los niños
perdidos, Hellboy, etc.
http://en.wikipedia.org/wiki/Ron_Perlman
La primera temporada de la serie, sin resultar demasiado
interesante, engancha por su ritmo frenético, su humor negro, y la violencia
macarra y algo ingenua de los miembros del club. Es interesante como aborda el
mantenimiento del club como un mal menor en su comunidad, un aparentemente idílico pueblecito con el irónico nombre de "Charming", como barrera frente a
otras amenazas peores.
Por desgracia, se nota que las siguientes temporadas tienen
que estirar los temas en exceso: fidelidad al club, machismo, traidores, luchas
entre clubs de motoristas, mafiosos y terroristas, el papel de distintas
agencias federales contra el crimen, tensiones familiares, etc. El argumento se
vuelve demasiado exagerado e inverosímil, y la violencia excesiva. El guión,
muy rebuscado, consigue de todas formas sorprendernos a veces con giros
alocados, pero ingeniosos y llenos de humor negro y cierta justicia poética. Lo
mejor, las escenas de los moteros a bordo de sus preciosas Harleys, con sus
vistosas chupas de cuero negro, viajando
por las carreteras secundarias de California.
A pesar de la exageración, la serie parece muy bien
documentada sobre el mundo de estos clubs, con sus estrictas pero democráticas
reglas internas, su jerarquía, sus formas de “trabajar”, etc. Como en todas las obras en las que los protagonistas son
mafiosos, el espectador se vea animado a mirar con simpatía a los delincuentes,
y con recelo a unas fuerzas del orden muchas veces peores que ellos mismos…
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