4 de octubre de 1957. Sólo 12 años después del final de la II Guerra
Mundial, en plena Guerra Fría, el mundo se estremece impresionado por la
primera gran hazaña de la era espacial: el lanzamiento del satélite soviético
Sputnik 1 desde el Cosmódromo de Baikonur. Se trataba de un sencillo pero
elegante artefacto, esférico, de sólo 83 kilogramos, con apenas dos transmisores
de radio a bordo. Pero sus humildes “beep beep” impresionaron a un mundo que ya no volvería a ser el mismo. Este éxito soviético tuvo gran repercusión ,
especialmente en EE.UU, dónde sirvió de estímulo a la carrera espacial con la
URSS, que finalmente culminaría con la llegada a la luna en 1969. Una de las
películas que mejor refleja esta época es “October skies”.
http://www.imdb.com/title/tt0132477/
Poco después del lanzamiento del Sputnik 1, Nikita Jrushchov,
Secretario del Partido Comunista, quiso exprimir al máximo su potencial propagandístico,
y encargó la misión casi imposible de mejorarlo en un segundo lanzamiento,
previsto para un mes después, coincidiendo con el 40 aniversario de la
Revolución Soviética (7 de noviembre en el calendario occidental). Korolev, el ingeniero líder del
programa espacial soviético, asumió el reto y propuso una idea para volver a
asombrar al mundo: poner en órbita por primera vez a un ser vivo. Korolev había
sido rehabilitado tras pasar varios años prisionero durante la purga de Stalin, incluyendo unos meses en
un gulag que casi le costaron la vida. Trabajó en la réplica rusa del cohete
alemán V2 (mientras los americanos hacían lo mismo bajo la dirección de Von Braun),
pero se interesó más por la exploración espacial, aunque la idea resultaba muy
atrevida para la época.
En un mes que debió resultar frenético para el equipo de Korolev,
se preparó el lanzamiento del Sputnik 2, una cápsula cónica de cuatro metros de
altura, dotada de elementos para soportar la vida de un animal. La nave fue
lanzada por un misil balístico modificado (R-7), y fue todo bien hasta que
falló la última separación de la cápsula. Esto impidió un adecuado control de
la temperatura, y el pobre animal murió en horas, aunque la propaganda soviética ocultó este hecho al mundo durante muchos años.. De todas formas, el proyecto
había previsto la muerte de la perrita desde el principio.
La perrita Laika (ladradora, en ruso) es, por supuesto,
mundialmente conocida, y forma parte de la historia del siglo XX. Se trataba de
una pequeña perra callejera, que fue entrenada con otros perros, y finalmente seleccionada
por su carácter y aptitudes. Su historia es narrada de una manera precisa y
emocionante en el cómic “Laika”, de Nick Abadzis, un autor de novela gráfica de
origen británico y griego.
http://en.wikipedia.org/wiki/Nick_Abadzis
Laika ha recibido diversos premios. Combina la historia
científica y política (gracias a una detallada investigación), con una
especulación de lo que podría haber sido la vida previa de la perrita en las
calles de Moscú. La obra explora la naturaleza humana a través de la relación
con los perros. Todo aquel que haya tenido algún perro se sentirá conmovido por
la estupenda descripción de los sentimientos de Laika, y de los que provoca en
sus cuidadores y maltratadores. Distintos estudios científicos están revelando cada vez más
datos sobre la inteligencia y las emociones de los animales, un conocimiento
que resulta intuitivo para cualquiera con sensibilidad que haya tenido trato
con ellos. De alguna manera, el carácter humano se revela en su actitud hacia
el mundo animal, y por desgracia la imagen que nos devuelve este espejo es
bastante desfavorable.
El comic reflexiona también sobre los límites y los
sacrificios que exige la ambición humana y el progreso, el ambiente opresivo de
la Unión Soviética de la época, las relaciones jerárquicas y humanas en el
trabajo, y en general, es un interesante retrato de una época apasionante y
cruel a la vez. En su página web, el autor expone el curioso material de su
investigación histórica.
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