domingo, 19 de junio de 2016

PHOTOESPAÑA 2016: VIVIAN MAIER


Madrid, un inusual, por lo fresco, sábado del mes de junio:
Fundación Canal, del 9 de junio al 16 de agosto:
Esta es mi selección, y mis colores, de sus fotografías en blanco y negro:
 
 
 
 
 
 
 
 
Y esta la de sus fotografías en color:
 
La niñera a través del espejo:
 
  
Mi favorita:
La sala estaba llena:
Fue tan inspirador que acabé fotografiando a mi propia sombra....
¡La recomiendo!

lunes, 13 de junio de 2016

En un lugar de La Mancha: El Toboso

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

En busca del tiempo perdido 1: Por el camino de Swann


"Hermosas tardes de domingo, pasadas bajo el castaño del jardín de Combray; tardes de las que yo arrancaba con todo cuidado los mediocres incidentes de mi existencia personal, para poner en lugar suyo una vida de aventuras y de aspiraciones extrañas".

Tengo 14 años y acurruco mi confusa adolescencia, siempre acompañada de un libro, en el alfeizar interior del pequeño ventanuco que da luz a la escalera de acceso a mi casa. Entre sus tapas escondo complejos, miedos e inseguridades, que según cumplo años comienzan a disolverse quedando sus restos adheridos a las páginas de esas novelas que me enseñaron a pensar, cuestionar y aceptarme. ¡Mágico el poder de la lectura! 

Tras varios intentos fallidos, arrepentida de que mi poco tesón me lo impidiera entonces, es ahora cuando, en mi presente de lectora afanosa y comprometida, he decidido partir Por el camino de Swann.

Pereza de alta cuna, lujuria que no entiende de clases, ira en ocasiones, algo de gula, avaricia encubierta, bastante envidia y mucha soberbia, es lo que se encontrarán quienes, buscando el tiempo perdido, tomen el camino desde Combray por el lado de Méséglise-la-Vineuse.

Pero Marcel no regala su arte. 

Al deleite que produce su obra no se llega sin esfuerzo. Sus recuerdos e impresiones laten escondidos en el fondo de largos párrafos, en ocasiones tediosos, cuya lectura desanimará a todos aquellos que, imbuidos del espíritu histérico-nervioso que las nuevas tecnologías han añadido a nuestra vida, se acerquen a Proust sin la capacidad necesaria para realizar una actividad minuciosa, en ocasiones pesada, con perseverancia. Es decir, sin la única virtud capital que el escritor nos exige y que no es otra que la paciencia.

Quien la tenga descubrirá que nadie como Proust, con su prosa de filigrana, diferida en el espacio y el tiempo, para enseñarnos a disfrutar de la felicidad, el placer o la belleza, que llega a través de los sentidos, del intelecto o del corazón.

Leer Combray, primera parte de Por el camino de Swann, es toda una experiencia sensorial: vista ("el tormentoso color violeta de los viñedos"), un sabor delicioso, una cucharada de té con un trozo de magdalena, gusto, que convierte "las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria" y te ayuda a dejar de sentirte "mediocre, contingente y mortal", tacto ("apoyaba blandamente mis mejillas en las hermosas mejillas de la almohada, tan llenas y tan frescas, que son como las mejillas mismas de nuestra niñez"), oído ("Un golpecito en el cristal, como si hubieran tirado algo; luego, un caer ligero y amplio, como de granos de arena lanzados desde una ventana de arriba, y por fin, ese caer que se extiende (…) adopta un ritmo y se hace fluido, sonoro, musical, incontable, universal: llueve"), olfato ("Eran habitaciones de esas de provincia que (…) nos encantan con mil aromas que en ellas exhalan la virtud, la prudencia, el hábito, toda una vida secreta e invisible (…) olores naturales, sí, (…) como de los campos cercanos, pero humanos, caseros y confinados").

En la segunda parte asistimos a una clase magistral de Proust sobre las costumbres de las clases sociales. Una crónica en rosa en la que, desde las veladas más elegantes y exclusivas en palacios aristocráticos, hasta las más chabacanas, pero igualmente exclusivas, en el saloncito de los Verdurín, conoceremos a una variada representación de la sociedad de la época. Príncipes y princesas, de Guermantes o de otros lares, arrogantes nobles a quienes la sangre autoriza a relacionarse cuando les plazca, donde les plazca y con quien les plazca; burguesones, de banales pensamientos e irrisorias preocupaciones ("bajo el bigote gris, labios de hastío, y una triste expresión, que no es tristeza, sino algo más y menos: el vacío del mundo en la oquedad de su cabeza"), apegados a férreas costumbres para diferenciarse de advenedizos de medio pelo; indolentes artistas que, a cambio de apetitosos almuerzos, someten gustosos su intelecto y genio a ordinarios mecenas que los exhiben cual piezas exóticas para alumbrar su círculo de íntimos; coloridas cocottes, entretenidas, prostitutas muy bien relacionadas, siempre a la caza de algún incauto y rico marido; toscos criados derrochando la sabiduría propia de la inteligencia no cultivada... En medio de todos ellos el narrador y su familia junto a Swann y la suya, el cogollito de la novela.

Arte, pasiones, relaciones humanas y el tiempo.

Vivirán el transcurrir inconstante y caprichoso de ese tiempo que salta, se dilata y contrae, a golpe de sensaciones; degustarán su textura, porque olores y sabores son los alfileres con los que Proust fija el recuerdo en la memoria: "cuando nada subsiste ya de un pasado antiguo, cuando han muerto los seres y se han derrumbado las cosas, solos, más frágiles, más vivos, más inmateriales, más persistentes y más fieles que nunca, el olor y el sabor perduran mucho más, y recuerdan, y aguardan, y esperan, sobre las ruinas de todo, y soportan sin doblegarse en su impalpable gotita el edificio enorme del recuerdo".

Mientras que Proust deja que el tiempo avance a su libre albedrío, nunca lineal, en un devenir alegre y despreocupado, Thomas Mann (para muchos su continuador), pesimista, sabedor de que el ser humano se encamina hacia su destrucción, hacia la muerte de la razón y el triunfo de la barbarie, en un acto de infinita tristeza, intenta detenerlo a la sombra de su Montaña Mágica.

Les recomiendo À la recherche du temps perdu, una novela exigente, sí, pero cuya lectura les reportará una gran satisfacción. Basta con ver la precisión y belleza con la que Marcel es capaz de expresar en palabras las situaciones más cotidianas de la existencia. Vean sino: "Hay días montuosos, difíciles, y tardamos mucho en trepar por ellos; y hay otros cuesta abajo, por donde podemos bajar a toda marcha cantando". 

¡Nada como leer a los clásicos!

miércoles, 8 de junio de 2016

Okkupert

Apatrullando Oslo....


El mundo, en un futuro próximo. EEUU ha alcanzado la independencia energética y se retira de la OTAN. El cambio climático sigue avanzando, y el Huracán María da un pasito palante y devasta Noruega. Su población elige como presidente a Jesper Berg, del partido verde. Su primera medida: cerrar los pozos de petróleo y desarrollar la energía nuclear basada en el torio. La idea no gusta nada a la Unión Europea, cuya economía depende todavía del petróleo. Los líderes europeos se alían con Rusia, con el fin de hacer cambiar de opinión al Presidente Berg…por las buenas, o por las malas.

A partir de esta premisa, se desarrolla una interesante serie de política ficción, Occupied, de 10 episodios, en la que se abordan temas como la ecología, la interdependencia entre las economías modernas, los límites de la soberanía nacional, la compleja política internacional, etc. La serie tiene ritmo, no cae en el sensacionalismo ni en la violencia, los personajes están bien planteados, y en general los actores realizan un buen trabajo. La producción es excelente, la más cara de la televisión noruega hasta la fecha.

La trama está basada en una idea del conocido escritor de novela negra Jo Nesbo, creador del comisario Harry Hole. De él he leído Petirrojo, una novela entretenida y llena de acción. Veo que también tiene una serie de novela juvenil, con un título muy sugerente que habría que revisar: “El doctor Proctor y los polvos tirapedos”…


Sin embargo, la serie no ha gustado a todo el mundo. El embajador ruso en Oslo se quejó de que muestra una amenaza rusa inexistente, en un momento en el que se celebra el 70 aniversario de la liberación de Noruega de la invasión alemana por parte del Ejército Rojo. Y es que en general, los rusos no están muy contentos con la imagen que se tiene de ellos en Europa occidental, tal como he podido comprobar en un reciente viaje a Moscú. Pero eso es otra historia…

Con un presupuesto de 90 millones de coronas es la producción más cara de la televisión noruega hasta la fecha. Muy recomendable para los amantes de la intriga política








viernes, 13 de mayo de 2016

El Museo Antonio López Torres de Tomelloso






Hace poco releí la novela “Una semana de lluvia”, de Francisco García Pavón, en la que una serie de sucesos extraños y una meteorlogía adversa alteran la plácida vida en el pueblo de Tomelloso (Ciudad Real). Manuel González “Plinio”, Jefe de la Policía Municipal, deberá atajar la situación y restablecer la calma de la agitada población. En una de sus escenas, Plinio alaba el trabajo del pintor manchego Antonio López Torres (1902-1987), tío del más conocido Antonio López García, del que precisamente se exponen ahora varios cuadros en el Museo Thyssen de Madrid


Me interesaba conocer mejor la obra de Antonio López Torres, y hace poco he tenido ocasión de visitar el museo al que donó su obra en Tomelloso. Dicho museo es obra del arquitecto Fernando Higueras. Se inauguró en 1986 y cuenta con 70 óleos y 40 dibujos. Es un edificio muy interesante, funcional, y muy adecuado para exponer su obra.

http://www.tomelloso.es/cultura/museos-y-exposiciones/museo-antonio-lopez-torres



Antonio López Torres (Tomelloso, 1902-1987) comenzó a dibujar muy joven, y de hecho, en el museo se conservan estupendos dibujos que realizó a partir del año 1915. Aunque el pintor es conocido sobre todo por sus paisajes manchegos (aunque no en exclusiva, ya que se exponen obras situadas en otras ciudades, como Madrid, Santoña, etc.), en el  museo también se conservan excelentes retratos. Sus cuadros de niños trabajando y jugando en el campo manchego recuerdan a los de Sorolla.

Antonio López Torres se formó en la academia de Bellas Artes de san Fernando en Madrid, y ejerció de profesor de dibujo durante toda su vida. Murió en su Tomelloso natal, el 15 de noviembre de 1987, un año después de la inauguración del museo. Merece la pena parar un día en Tomelloso y visitar esta pequeña joya de museo, y ya de paso, la posada de los portales en la plaza de España, un precioso albergue del Siglo XVIII. 

domingo, 1 de mayo de 2016

Abril en Madrid

En el Congreso...
 
 
Exposición de Miró en Caixa Forum: original, colorida, divertida y...¿a ver si adivinan que más?
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Realistas de Madrid en el Museo Thyssen-Bornemisza hasta el 22 de mayo....
 

lunes, 28 de marzo de 2016

Más ciencia ficción: La tierra permanece



La tierra permanece (Earth abides) es una novela de ciencia ficción post-apocalíptica, escrita por George R. Stewart y publicada en el año 1949. Stewart (1895-1980) fue un historiador y novelista americano, conocido por esta novela, y por comenzar la tradición de nombrar a los huracanes, ya que en su novela “Storm”, la tormenta se llamaba María.


Earth abides narra la historia de Isherwood Williams, un joven estudiante de geografía, amante de la naturaleza. En una de sus excursiones, es mordido por una serpiente de cascabel, y permanece inconsciente durante unos días aislado en la sierra. Cuando regresa a la civilización, se encuentra con una catástrofe que ha barrido la población americana, dejando apenas unos cuantos supervivientes repartidos por el país. Así comienza esta interesante historia, que se extiende durante toda la vida del protagonista.

El autor se interesa primero por la evolución de las especies animales, sobre todo aquellas más relacionadas con los hombres: ganado, hormigas, ratas y perros. Hace interesantes suposiciones sobre los nuevos equilibrios ecológicos y la relación entre supervivientes humanos y fauna, ahora situados de nuevo en un mismo nivel. También analizará la supervivencia y deterioro de las infraestructuras. ¿Cuánto tiempo funcionarán las luces, los coches, el suministro de agua? ¿Aguantarán las carreteras, los puentes, las casas? ¿Funcionarán las armas, aguantará la pólvora de los cartuchos, durarán las latas con provisiones?. Finalmente, se centrará en la evolución cultural de los supervivientes, la creación de una nueva sociedad, las relaciones de pareja y de familia. Temas como el liderazgo, la violencia, la solidaridad, son tratados de una manera un tanto distante y desapasionada, pero muy interesante y razonable.

La estructura del libro está muy bien pensada, con tres periodos principales centrados en la juventud, madurez y vejez del protagonista, y dos interludios que resumen los acontecimientos de los años más rutinarios. El autor utiliza un lenguaje preciso, una narración entretenida pero con momentos reflexivos e incluso poéticos. Es uno de los primeros libros de ciencia ficción del subgénero apocalíptico, pero mantiene su vigencia, y de hecho, es probablemente uno de los más sólidos científicamente. El autor no necesita acontecimientos extremos, no recurre a grandes explosiones, ni a malvados de cómic, no necesita muertos vivientes en cada esquina ni alienígenas cabrones para transmitir desasosiego y tensión. En definitiva, un apocalípsis comedido para transitar a una nueva etapa de la historia de la tierra, una novela clásica de ciencia ficción, imprescindible.