La tierra permanece (Earth abides) es una novela de ciencia
ficción post-apocalíptica, escrita por George R. Stewart y publicada en el año
1949. Stewart (1895-1980) fue un historiador y novelista americano, conocido
por esta novela, y por comenzar la tradición de nombrar a los huracanes, ya que
en su novela “Storm”, la tormenta se llamaba María.
Earth abides narra
la historia de Isherwood Williams, un joven estudiante de geografía, amante de
la naturaleza. En una de sus excursiones, es mordido por una serpiente de
cascabel, y permanece inconsciente durante unos días aislado en la sierra. Cuando regresa a la civilización, se encuentra con una catástrofe que ha barrido la población americana, dejando apenas unos
cuantos supervivientes repartidos por el país. Así comienza esta interesante
historia, que se extiende durante toda la vida del protagonista.
El autor se
interesa primero por la evolución de las especies animales, sobre todo aquellas
más relacionadas con los hombres: ganado, hormigas, ratas y perros. Hace
interesantes suposiciones sobre los nuevos equilibrios ecológicos y la relación
entre supervivientes humanos y fauna, ahora situados de nuevo en un mismo
nivel. También analizará la supervivencia y deterioro de las infraestructuras.
¿Cuánto tiempo funcionarán las luces, los coches, el suministro de agua?
¿Aguantarán las carreteras, los puentes, las casas? ¿Funcionarán las armas,
aguantará la pólvora de los cartuchos, durarán las latas con provisiones?.
Finalmente, se centrará en la evolución cultural de los supervivientes, la creación
de una nueva sociedad, las relaciones de pareja y de familia. Temas como el
liderazgo, la violencia, la solidaridad, son tratados de una manera un tanto
distante y desapasionada, pero muy interesante y razonable.
La estructura del libro está muy bien pensada, con tres
periodos principales centrados en la juventud, madurez y vejez del
protagonista, y dos interludios que resumen los acontecimientos de los años más
rutinarios. El autor utiliza un lenguaje preciso, una narración entretenida
pero con momentos reflexivos e incluso poéticos. Es uno de los primeros libros
de ciencia ficción del subgénero apocalíptico, pero mantiene su vigencia, y de hecho,
es probablemente uno de los más sólidos científicamente. El autor no necesita
acontecimientos extremos, no recurre a grandes explosiones, ni a malvados de
cómic, no necesita muertos vivientes en cada esquina ni alienígenas cabrones
para transmitir desasosiego y tensión. En definitiva, un apocalípsis comedido
para transitar a una nueva etapa de la historia de la tierra, una novela
clásica de ciencia ficción, imprescindible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario