miércoles, 19 de marzo de 2014

Política-Ficción: una distopía castellano-manchega

Castilla-La Mancha, año 35 d. PP.
Mucho tiempo ha transcurrido desde que El Partido se hiciera con el gobierno de nuestra Comunidad Autónoma. Ahí continua, nadie sabe cómo ni entiende el por qué.
No lo vimos venir. La población poco a poco dejó de leer, atontada por las corridas de toros que Castilla-La Mancha TV (la única que desde hacía diez años se veía en la región) repetía una y otra vez. Nuestros ojos, automáticamente, se abrían segundos antes de la cogida que se avecinaba y que, aunque mil veces vista, no dejaba de horrorizarnos cada vez. "Lo mejor del Oeste", aún en antena, hizo el resto.
De nada sirvió la proliferación y auge de la ficción distópica que intentaba alertar a la población sobre la llegada de un mundo de pesadilla, casi apocalíptico, nada deseable. El IVA, que ya llegaba al 80%, hacía imposible el acceso a la cultura: ni libros, ni cine, ni teatro. Entre la prensa escrita, herida de muerte, solo dos periódicos habían logrado permanecer. Sobre el por qué esos y no otros ya nadie se hacía preguntas. Se habían transformado en Boletines Oficiales: entrega de premios a los miembros del gobierno, inauguraciones en solitario y muestras del folklore popular que vivía una tercera juventud.
Los soñadores pusieron todas sus esperanzas en las TICs. Durante su primera legislatura, muy sensibilizados con que Castilla-La Mancha no debía perder el tren del progreso, nuestros gobernantes anunciaron que extenderían el servicio de voz móvil 3G a un total de 121 localidades pequeñas que, hasta ese momento, solo disponían de la banda ancha fija. Decididos a impulsar la innovación y las nuevas tecnologías, aseguraron que las cinco capitales de la región, además de Talavera de la Reina, podrían disfrutar de la tecnología de cuarta generación 4G (banda ancha ultra rápida inalámbrica) que, en sus inicios, prometía velocidades de hasta 150 Megabytes por segundo en descarga y de hasta 50 en subida de datos a Internet.
Nunca llegó a implantarse. Los R&R (Revirados en Red) fueron los culpables. Pese a que el número de caracteres en Twitter quedó reducido a solo 50, idearon un nuevo lenguaje plagado de símbolos y neologismos que lejos de interrumpir o ralentizar la comunicación y difusión de la información la aceleraba aún más. Además, la multiplicación de sitios Web como SlideShare, permitió el acceso de los ciudadanos a toda clase de documentos, misteriosamente desaparecidos de archivos o bibliotecas, y a pasquines y manifiestos que criticaban duramente las políticas sociales que se estaban llevando a cabo en nuestra región. No fue precisa una quema de libros (a "451º Fahrenheit"), prácticamente extinguidos o protegidos en museos a los que solo podía entrar la aristocracia política, bastó con restringir el acceso a los satélites de comunicaciones.
AVISO: Este relato continúa. Si quieres leerlo entero aquí te dejo el enlace al periódico on-line donde se publicó originalmentehttp://tecshell.org/elporvenirclm/opinion


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