lunes, 6 de agosto de 2012

Hopper en Madrid

Hopper, a medio camino entre la pintura y el cine.


Recientemente he visitado la estupenda exposición que el museo Thyssen de Madrid ha dedicado a Edward Hopper. Dicha exposición cuenta con un pequeño programa que explica muy bien su trayectoria, y paso a resumirlo.


Edward Hopper nació en Nyack (Nueva York) en 1882 y vivió toda su vida en la ciudad de Nueva York, veraneando en su estudio de Cape Cod. Nació en el seno de una familia de clase media, y sintió atracción por la pintura desde muy joven. Aprendió con Robert Henri, un profesor de la New York School of Art, que defendía la pintura realista, representando la vida cotidiana de la sociedad americana.


Al terminar sus estudios, Hopper viajó a París en varias ocasiones, durante 1906 y 1910. Desde entonces, y hasta su muerte en 1967, apenas salió de EEUU para viajar a México. Durante muchos años vivió como ilustrador comercial. Pero en 1925, una exposición de acuarelas en la Rehn Gallery tuvo mucho éxito, y le permitió dedicarse exclusivamente a la pintura. En 1933 el Moma realizó una gran muestra monográfica de su obra, y en 1950 hizo lo propio el Whitney Museum of American Art, institución que conserva la colección más importante de su obra.


El realismo de Henri fue la influencia más importante en Hopper. Henri defendía esta tendencia frente al academicismo y al impresionismo americano. Otros miembros de este movimiento fueron John Solan y George Bellows. Hopper admiraba a Velázquez (viajó brevemente a España desde París), el realismo holandés del Sg XVII, Coubert y Manet, pero quizás la influencia más importante en aquella época fue la de Degas. La obra culminante de esta época es Soir Bleu (1914), presente en la exposición de Madrid. Representa una escena en una terraza de París, con un Pierrot típico de esta época.
http://www.canvasreplicas.com/Hopper177.htm


Hopper trabajó mucho la acuarela, y se centró en el paisaje urbano o suburbano. Esto dotó de gran originalidad a su obra, ya que si bien el paisaje era un género típicamente americano, nadie hasta entonces había pintando de forma tan realista las zonas urbanas o residenciales de la gran ciudad. Fue interesándose por pintar casas aisladas, esas típicas construcciones americanas tan cinematográficas y algunas veces, siniestras. Las gasolineras, carreteras y vías de tren de Hopper, perfectamente realizadas, transmiten cierta inquietud y tristeza.
Pero sus trabajos más conocidos, los más geniales, son los interiores de casas, teatros, bares y hoteles, en los que  retrata a personas que transmiten un sentimiento de soledad y desamparo.  Algunos de estos retratos, como “Mañana en una ciudad”, o  “Sol de la mañana”, pueden contemplarse en la exposición del Thyssen.


La exposición recoge todas estas etapas de Hopper, e introduce también alguna obra de sus maestros. Resulta muy interesante, y merece la pena visitarla, sobre todo a primera hora, con menos público. Acaba con un curioso montaje basado en “Sol de la mañana”, que pretende explorar la relación entre su obra y el cine.

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