domingo, 2 de julio de 2017

Desmontando a Wonder Woman

Que se atrevan a catalogar a Wonder Woman de “icono feminista”, amén de un rojo, doloroso y picante sarpullido, me produce, por lo insultante, tremenda indignación. Que alguien escriba “rompe con los moldes del género", cuando ese alguien es una mujer (Sheri Linden periodista en The Hollywood Reporter), me provoca un estupor que ni te cuento.

Que Janire Zurbano (Cinemanía), presa de un pueril entusiasmo por el supuesto mensaje feminista que, a su entender, encierra la película, asegure que "Una mujer puede protagonizar un blockbuster, dirigirlo y hasta conseguir algo mejor que El caballero oscuro. ¡Viva, viva y viva!", me deja boquiabierta. Si tenemos en cuenta que El caballero oscuro suele encabezar los rankings de las mejores películas sobre Batman, que la saga dirigida por Christopher Nolan se encuentran, por consenso unánime de crítica y público, entre las mejores de superhéroes que se han rodado, y que he visto la película de Patty Jenkins, no me queda otra que preguntar: ¿En serio Janire, mejor que El caballero oscuro

Y es que si quieren saber el verdadero tono cromático y nivel de glucosa en el que se mueve esta “novedosa” propuesta, basta con leer lo que Chris Hewitt, para alabar el trabajo de la protagonista femenina, publicó en la revista de cine inglesa Empire: “Lo de esta chica es, sencillamente, genial. Está excelente. Hasta su romance con Steve es algo encantador; tanto que logra mantenerte pegado a la pantalla". Encanto y romance son dos elementos que, como los aficionados saben, resultan imprescindibles en toda cinta de acción y seres con poderes sobrehumanos que se precie y, por tanto, lo único que precisa Jenkins para ratificar que su película no va, como le gusta decir, de “una mujer-superhéroe”, sino de “un superhéroe” en género neutro… ¡Acabáramos!

¿Con qué genero neutro, eh? Veamos. 

Primero la genealogía. William Moulton Marston, su “padre”, pionero defensor del poliamor (mantenía relaciones con dos mujeres a la vez y éstas las mantenían entre sí, pero nada de otros gallos en el corral poliamoroso), fue un feminista digamos “estratégico” ya que, como aficionado reconocido al bondage (práctica sexual en la que una persona domina y la otra, atada, se entrega), preconizaba que la mujer podía ser fuerte y poderosa como un varón, sí, pero que la única manera de alcanzar ese estadio superior era a través de la sumisión… Feminista no sé, pero listo fue un rato porque no solo logró convertir en realidad la fantasía sexual favorita del ¿99,9 %? del universo masculino, sino que elaboró toda una teoría sobre su conveniencia. 

Después la onomástica. Mientras ellos ostentan nombres que recuerdan al lema olímpico “Citius, altius, fortius”, es decir, "más rápido” (The Flash/ El destello), “más alto” (Superman), “más fuerte” (Hulk/ grande), a nuestra heroína se le reserva el nombre de Maravilla palabra que, según la RAE, se aplica a sucesos o cosas extraordinarias que por lo singular (únicas en su especie) invitan a su contemplación. Vamos que una mujer poderosa, algo tan raro como un perro verde, es algo digno de ser mirado y requetemirado. 

Seguimos con las relaciones sociales, porque hasta en el saludo (forma de mostrar cortesía y buena educación al resto de personas con las que tratamos) existen diferencias de género. Mientras que ellos se muestran secos y arrogantes, dando por sentado que todo el mundo mundial los conoce (como muestra baste el lacónico y roncoSoy Batman), la presentación de Wonder, “Soy Diana de Themyscira, hija de Hippolyta”, busca, claramente, afectividad y cercanía. 

Lenguaje. Si eres multimillonario, genio, arrogante, exhibicionista, guapo, simpático, rico, y además Iron Man, puedes permitirte el lujo de expresarte como se te venga en gana soltando perlas del tipo “He privatizado exitosamente la paz mundial”. Cuando eres Thor, un cacho dios rubio argardiano de más de dos metros, y no solo blandes tu poderosa “herramienta” de guerra (que posee fuerza, durabilidad y agilidad divinas) sino que le has puesto nombre, aunque sea un impronunciable Mjölnir, casi puedes apostar a que nadie se fijara en lo que dices cuando hablas, ni siquiera en si hablas. Y ¿cómo te expresas cuando eres la Mujer Maravilla? Pues con frasesss como ésssta: “No se trata de merecer, se trata de lo que usted cree. Y yo creo en el amor… solo el amor podrá verdaderamente, salvar el mundo”. 

Pero si hay algo que marca la diferencia entre hombres y mujeres en el mundo de los superhéroes es, sin duda, la vestimenta, porque a excepción de Hulk (que cuando se transforma revienta cualquier cosa que lleve puesta, pero da igual porque las balas le rebotan) díganme cuántos de ellos van con la ropa interior al aire (Superman no cuenta porque en las últimas entregas ya no lleva sus ridículos calzoncillos rojos). El culote original que vestía nuestra Wonder (salpicado de estrellas como la bandera americana), en esta ocasión ha sido sustituido por una mini faldita azul, igual de cómoda y útil para el combate, que, por supuesto, sigue dejando los muslacos al aire, algo que, no me pregunten por qué, me trae a la memoria la letra de una copla que se canta en las fiestas populares: “A la Mari Pepa, le ha pillado el toro, le ha metido el cuerno, por el chirimbolo”. Sí, lo sé, nada sexual ni machista. 

Lucha. El gesto más característico de Wonder, del que obtiene su máximo poder, consiste en cruzar las muñecas frente al rostro (posición defensiva en todas las artes marciales) juntando sus brazaletes de la sumisión, así se llaman, que todas las amazonas están obligadas a llevar. 

Por si fuera poco, Wonder, para conciliar su vida laboral y personal, se ve impelida a ceder la mitad del protagonismo a un hombre, Steve Trevor sufrido piloto, que sacrifica su vida en nombre del presente, dejándole a ella el futuro (“Puedo salvar el día de hoy, pero tú puedes salvar el mundo”). 

¿Quieren más? Las numerosas volteretas a cámara lenta atontan. El sssiseante doblaje de Gal Gadot es insssoportable (casi tanto como el hecho de que se pase la dos horas poniendo morritos y con los labios entreabiertos). La historia, una auténtica memez, es aburrida y carece de humor. Lo único destacable es Robin Wright dando vida a la general Antiope, tía de Wonder Woman. ¡Ella si resulta creíble! 

Por todo lo expuesto hasta ahora, aunque la protagonista de la película sea una mujer (por poderosa que sea) y esté dirigida por otra, empeñarse en asociar esta Wonder Woman con empoderamiento femenino supone una perversión total del término (adquisición de poder e independencia por parte de un grupo social desfavorecido para mejorar su situación) que yo, por mi parte, rechazo de plano. 

Ahora, como siempre, que cada cual decida.

Crítica publicada en CLM-24  y DCLM.

2 comentarios:

  1. Por eso me quedo con Ellen Ripley... una mujer normal que saca lo poderosa al superar su debilidad, saca al superviviente en la primera y termina en la 2a como toda una "mamá osa"...

    Si Wonder woman no puede decir "get away from her... you, BITCH!", difícilmente ganará mi atención...

    ¿Quieren a una mujer PODEROSA en el universo DC? Amanda Waller, SI! La mujer gorda que le puso la piel de gallina a Batman, ESA es una mujer que infunde respeto, no solo por el rango que ostenta sino por su enorme inteligencia y valor(agarrarse a golpes con Granny Goodness es de tener los ovarios bien puestos)... Algun dia las femiNAZIs aprenderán(quizas muy tarde) que una mujer poderosa es diferente al pobre estandar que ellas manejan.

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  2. Creced y multiplicaos

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