Una buena película, superada por la historia original
La
historia de la criptología, y en especial el descriframiento de la máquina
Enigma por parte de los aliados durante la II Guerra Mundial, siempre me ha
llamado la atención. Hace diez años visité Bletchley Park, la residencia
inglesa en la que un grupo de matemáticos, lingüistas y criptógrafos
consiguieron descifrar los mensajes codificados con la máquina Enigma emitidos
por el ejército alemán. Este lugar, relativamente cercano a Londres, merece una
visita. Estuvo abandonado muchos años, pero poco a poco se ha ido recuperando
para el público. En él, se puede visitar el famoso Pabellón 8 dirigido por
Turing, y una réplica de la máquina Bombe, diseñada para descifrar los mensajes
de Enigma.
Este
proceso había comenzado años antes en Polonia, y las autoridades trasladaron
sus conocimientos y una máquina Enigma a Francia, ante el inminente ataque
alemán. Posteriormente, terminaron en Inglaterra. La historia, que ha estado
clasificada mucho tiempo, resulta apasionante, y ya la traté en nuestro blog
hace unos años.
Este
tema ha sido abordado por el cine, sobre todo en la película “Enigma”, dirigida
por Michael Apted en 2001, que narraba una interesante historia relacionada con
las matanzas de Katyn y el esfuerzo de los ingleses y americanos para mantener
viva la frágil alianza con la Rusia soviética, con el fin de vencer a los
nazis. Cuenta con una buena interpretación (Kate Winslet) y es muy
recomendable.
Recientemente,
se ha estrenado otra película que narra con mayor detalle la vida del grupo de
científicos y expertos que trabajando contra reloj bajo la terrible presión de
la guerra, fueron capaces de resolver el problema. Se trata de “The imitation
game” (Descifrando Enigma), dirigida por Morten Tyldum, del que conozco la inquietante y violenta película
“Headhunters”. En esta ocasión, cuenta con una excelente producción e
interpretaciones para narrar la historia centrándose en el principal
protagonista, el matemático Alan Turing.
La
dramática historia de Turing es bien conocida. El genial científico, nacido en
Londres en 1912, estudió en una escuela en Sherborne, (donde por cierto tuve
ocasión de hacer un curso de inglés hace muchos años), y posteriormente
continuó sus estudios en Cambridge. Turing estudió a los grandes científicos de
su tiempo (Einstein, Hilbert), y desarrolló el concepto de “máquina de Turing”,
que fundó las bases de la computación moderna. También se interesó por la
criptografía, lo que le llevó a trabajar para el Gobierno durante la II Guerra
Mundial en Bletchley Park, mejorando la aproximación previa de polacos y
franceses.
La
contribución de Turing fue crucial, y se ha estimado que problablemente redujo
la duración de la guerra dos años. Una prueba de la importancia de su trabajo
es que parte de él no fue desclasificado hasta el año 2012. Despúes de la
guerra, Turing, un héroe desconocido para el gran público, fue profesor en la
Universidad de Manchester y continuó sus trabajos en computación. Allí propuso
su famoso Test de Turing, para definir la inteligencia artificial: una máquina
será inteligente cuando un humano no pueda distinguirla de otro humano en
conversación con ella. Esta idea sigue siendo actual en el desarrollo de la
inteligencia artificial.
El
dramático fin de Turing también es muy conocido. En 1952, fue condenado por
homosexualidad, y forzado a tomar un tratamiento hormonal para reducir la
libido si quería evitar la cárcel, dentro de la represión que sufrían y sufrirían todavía durante años los homosexuales en el Reino Unido. El brutal tratamiento de un año le causó
impotencia y ginecomastia, y además le fueron quitados los privilegios de
acceso a información confidencial del gobierno. Todo ello le arrastró al
suicidio en junio de 1954, a la edad de 42 años. El reconocimiento a su gran
aportación ha aumentado constantemente desde su terrible muerte.
La
película The imitation game recoge estupendamente el ambiente de la época de
Bletchley Park. Turing es interpretado por Benedict Cumberbatch, actor conocido
por la reciente serie “Sherlock”, y cuenta con otros actores famosos, como la estupenda
Keira Knightley, y Charles Dance, que parece seguir repartiendo estopa como
buen Lannister.
Al
parecer, la película comete algunas imprecisiones históricas (ATENCIÓN, AQUÍ
REVELAMOS ALGUN ASPECTO DE LA TRAMA)
Quizás
la más preocupante, y que me parece
excesiva como licencia, es acentuar los rasgos de excentricidad de Turing,
llevándolo casi al autismo.
También
resulta injusta la descripción del comandante Denniston; seguramente
consideraron que necesitaban un malo en la película, y qué mejor villano que
Tywin Lannister. Tampoco se reconoce el esfuerzo que polacos y franceses habían
hecho antes de la guerra para descifrar enigma, ni la aportación de otros
científicos al esfuerzo. Y otro aspecto importante es el grado de
responsabilidad del equipo, que parece llegar más allá, involucrándose en qué
utilizar la información. En realidad, su uso quedó en manos de la inteligencia
inglesa, que hizo un trabajo magnífico para poder aprovercharla al máximo sin
revelar claramente al enemigo que su código había sido quebrado.
En
definitiva, siendo la historia real impresionante, no veo la necesidad de
modificar un solo aspecto, y en este sentido me ha decepcionado, si bien la película
per se es muy buena. En todo caso, sirve de homenaje a un personaje crucial en
la ciencia y en la lucha contra el nazismo, en contraste con el terrible
tratamiento que recibió por parte de las autoridades inglesas de los años 50.
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