sábado, 29 de noviembre de 2014

The Shield


 El detective Vic Mackey no se anda con chorradas en el impresionante drama policial "The Shield"
 
The Shield es una de las series policiales más impactantes de todos los tiempos. Consta de siete temporadas emitidas desde el año 2002 al 2008. Fue creada por Shawn Ryan, del que yo sólo había visto la entretenida serie The Unit, y producida por FX. Al parecer, se inspira en una historia real de corrupción policial que tuvo lugar en una unidad de choque de la policía de Los Ángeles durante los años 90. La unidad Rampart se vio envuelta en tiroteos injustificados, palizas, robos y corruptelas de todo tipo, demostrando el tópico de que la realidad supera la ficción.
http://en.wikipedia.org/wiki/Rampart_scandal

Quizás por ello la trama de The Shield parece muy realista. La acción tiene lugar en una comisaría experimental instalada en una antigua iglesia, que presta servicio en un conflictivo barrio de los ángeles (Farmington), amenazado por bandas latinas, traficantes negros y mafiosos del este. La comisaría es dirigida por el ambicioso David Aceveda, de origen mexicano, muy bien interpretado por el actor Benito Martínez (Million dollar baby, House of cards).
La trama desarrolla dos líneas diferentes, aunque interconectadas. Por un lado, asistimos al trabajo de investigación policial llevado a cabo por los detectives  Holland “Dutch” Wagenbach y Claudette Wyms. Sus casos resultan interesantes, y ambos lucharán contra el tiempo, la hostilidad de los vecinos del barrio, y la falta de medios para poner entre rejas a todo tipo de delincuentes. De nuevo, el guión resulta verosímil, los personales secundarios que interpretan el mundo del delito lo bordan, y a pesar de que logran resolver muchos casos, las terribles historias de las víctimas y de los criminales dejan un gusto amargo en el espectador. El actor Jay Karnes (Hijos de la anarquía, House) y la actriz CCH Pounder (Avatar, Hijos de la anarquía) también realizan un excelente trabajo encarnando la vida cada vez más complicada de ambos policías.
La segunda línea argumental, más importante, describe el trabajo de una brigada especial, el Strike team, encargado de luchar contra las bandas más violentas de Farmington. El equipo de cuatro brutales policías está liderado por el maquiavélico y durísimo detective Vic Mackey, en una de las mejores interpretaciones televisivas que he visto. El actor, Michael Chiklis (Los cuatro fantásticos, No ordinary family) se mete en la piel de un personaje contradictorio pero resolutivo, corrupto pero sólo hasta cierto punto, con una ética cuestionable pero definida, capaz de lo peor y lo mejor, y sobre todo, dispuesto a sostener siete temporadas llenas de acción y angustia.
La serie se ve además reforzada por la presencia de actores invitados de la talla de Glenn Close (temporada 4), Forest Whitaker (temporadas 5 y 6), Franka Potente (6) y Laurie Holden (Andrea en The walking dead). La actuación de Whitaker se ve afectada por lo exagerado de su personaje, pero Glenn Close está fantástica.
La serie acaba resultando algo excesiva al final, al tener que resolver tramas cada vez más enredadas y situaciones imposibles. La última temporada resulta especialmente amarga, porque el espectador, ya plenamente identificado con los personajes, es consciente del brutal follón que se va a desencadenar. Pero a pesar de toda su dureza, la serie proporciona también esperanza sobre el trabajo policial y político bien hecho por al menos una parte significativa de los personajes.

En definitiva, una serie que proporciona mucho entretenimiento pero inspira malestar en el espectador que sospecha que la terrible escena que acaba de ver ha sucedido y sucederá de nuevo en algún barrio pobre de nuestras ciudades. Es sin duda una de las grandes series policiales de todos los tiempos, aunque quizás no todo lo conocida que debería en España. Merece la pena verla.
Quien quiera conocer más esta serie, que lea este excelente artículo en Jotdown (aunque revela aspectos de la trama):
Y no tendrá más remedio que verla, si no lo ha hecho aun...
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
  
 
 
 
 

 

 

martes, 11 de noviembre de 2014

INTERSTELLAR

El mundo que conocemos se muere. Cada minuto que pasa las opciones se reducen y sobre el futuro de la raza humana planea una enorme interrogación. Mientras el pueblo se sacude el polvo de encima y mira al cielo esperando agua, como siempre ha hecho el hombre desde que se convirtió en agricultor, las mentes superiores, esto es los integrantes de la NASA, se sacuden las opiniones que cuestionan su labor y miran al cielo esperando que proporcione una autopista hacia un lugar habitable.

Nadie mejor para ejercer de colono interestelar que el piloto Cooper al que da vida Matthew McConaughey un duro tejano (¡yiiiiihaaaa!) acostumbrado a los rigores del clima ("Hay cuatro estaciones en Texas: casi verano, verano, todavía verano y Navidad") algo muy útil cuando no sabes qué tipo de atmosfera te vas a encontrar en el nuevo planeta.

El caso es que Cooper, además de piloto ingeniero, es elegido para conducir y liderar al grupo de exploradores que si cumplen su misión habrán realizado la mayor hazaña en la historia de la humanidad: viajar más allá de nuestra galaxia para descubrir si algún otro planeta puede depararnos una nueva oportunidad, un futuro.

La importancia de la familia, gente sencilla luchando contra la adversidad, vecinos que se apoyan en caso de catástrofes. Las tormentas de polvo están tan bien logradas que casi hacen que carraspees y te lleves una mano a la boca para protegerla. Hasta ahí la historia parece atractiva y es asequible.

La cosa empieza a complicarse cuando introducimos un ingrediente, siempre conflictivo, en la mezcla: el deber. Ser ese padre que, por encima de todo, ama a sus hijos y jamás los abandonaría, o ser ese héroe que elige el sacrificio individual en aras del bien colectivo. "Ser o no ser, he ahí la cuestión". Aunque no crean, tampoco es que Cooper se lo piense mucho tiempo porque entre cultivar maíz y sentarse en el porche de su granja a esperar una lluvia que nunca llega, o calzarse las botas de cowboy espacial y poner rumbo a lo desconocido, la elección la tiene clara incluso antes de que se lo propongan.

Agujeros de gusano, relatividad, espacio/tiempo, dimensión, tridimension, cuatridimension, singularidad, densidad, viajes en el tiempo... El verdadero problema comienza con el despegue de la nave porque a partir de ahí la historia solo es apta para físicos teóricos, astrofísicos, ingenieros aeroespaciales y frikis muy frikis (¡pero frikis de letras!) que con tal de experimentar la gravedad cero un par de horas (bueno en esta ocasión casi tres) son capaces de perdonarle al director todo lo que no entiendan. ¡Por algo es el futuro!

He leído que Nolan ha sido asesorado por un astrofísico, Kip Thorne, profesor de física teórica en el California Institute of Technology, ya jubilado, que ha dedicado gran parte de su vida a estudiar los agujeros negros, esas estrellas del cosmos que en lugar de explotar o apagarse, colapsan hacia un punto llamado singularidad. Resultado: la película tiene más de ciencia que de ficción, con el consiguiente sacrificio del entretenimiento.
Es indudable que en este tipo de superproducciones, en las que se invierte tanto dinero, siempre hay cosas espectaculares, ¡que menos! Así destacan los robots que en esta ocasión han rechazado el antropomorfismo prefiriendo una figura geométrica, con forma de bloque rectangular, que se desplaza tanto como una hélice como imitando el movimiento de los gorilas. ¡Son geniales! Igualmente me parecieron preciosas las imágenes del planeta helado. ¡Y qué decir de las olas gigantes!

En cuanto al prototipo de nave de la película no es nada original pues Stanley Kubrick, allá por el año 1968, ya llevó al cine en "2001: una odisea del espacio" la idea de una nave que gira constantemente para generar gravedad. Pero el nombre de la misma, Endurance (algo así como resistencia), me recordó el libro "Atrapados en el hielo" de Caroline Alexander que me recomendó mi amigo Juan. Narra la hazaña del famoso explorador Ernest Shackleton y una tripulación de veintisiete hombres que, en agosto de 1914, partieron hacia el Atlántico sur para realizar el primer viaje a pie por la Antártida. Tras abrirse camino por helado mar de Weddell, y cuando les faltaban sólo ciento sesenta kilómetros para llegar a su destino, su barco, el Endurance, quedó atrapado en los hielos y su tripulación, abandonada a su suerte. Su terrible experiencia duró veinte meses en los que realizaron dos intentos casi fatales de escapar antes del rescate final. El texto va acompañado de las increíbles fotografías que Frank Hurley tomó durante la aventura y que muestran la muda e impresionante belleza del océano Austral, la terrible destrucción del barco y la heroica lucha diaria de la tripulación para sobrevivir. Es un libro fantástico y estremecedor.

Volviendo a nuestra aventura espacial no hay ningún papel memorable pese a contar con buenos actores como Jessica Chastain o Michael Caine. Podemos destacar, por lo mala, la interpretación de Anne Hathaway de una mema, cursi y sentimentaloide científica, que nos tortura con complicadas teorías sobre que el amor es una fuerza potente cuyos resultados desconocemos. 

¡Cada vez que sale en pantalla acabas deseando que te trague un agujero negro!

En fin, que quieren que les diga.

Desde mi punto de vista el intento de Nolan de insuflarle alma, corazón y vida a las matemáticas y a los cálculos cuánticos fracasa estrepitosamente y acaba pasando factura a los espectadores.

Dicho lo cual, que cada palo aguante su vela.


domingo, 9 de noviembre de 2014

Relatos salvajes

Producida por "El Deseo", Pedro Almodóvar y su hermano Agustín, comenzamos con una fantáaaaastica banda sonora, obra de Gustavo Santaolalla (músico y compositor argentino, ganador de sendos Oscar a la mejor banda sonora por "Babel" y"Brokeback Mountain"), que acompaña a unas preciosas fotografías de animales. Fíjense muy bien en ellas porque son un delicioso aperitivo de lo que veremos mas adelante: imágenes de lobos, leopardos, hienas y otros depredadores que, con sus miradas inteligentes y sus afiladas garras y colmillos, acechan a incautas ovejas, gacelas y otras fuentes de proteínas, prestos a devorarlas.

Aunque nunca hayamos sido agredidos físicamente, ni atracados por un ladrón, no es necesario que medie un delito para que nos resulte conocido el papel de víctima. A menudo nos vemos envueltos en situaciones que, por cotidianas, asumimos y soportamos de manera más o menos estoica o indignada dependiendo del día que tengamos. Pero... ¿qué pasaría si en una de esas ocasiones, hartos de sentirnos sometidos, renegamos del papel de sumisos y reivindicamos el control de la situación? De eso va la vaina.
Seis relatos geniales, inesperados y muy bestias.
Inspirada en "Cuentos asombrosos", serie de TV de los ochenta creada y producida por Steven Spielberg, "Relatos salvajes" (premio del público a la mejor película europea en la 62 edición del Festival de Cine de San Sebastián) narra unas historias en las que los agresores, asesinos o terroristas, no han sido etiquetados como tales por el sistema. En cuanto a las victimas, no son únicamente personas sino estructuras e instituciones: la sociedad en su conjunto.
No se trata del tipo de cuento que termina con un colorín colorado que te invita a conciliar el sueño, sino de unas historias para no dormir, verdaderamente brutales, que inducen, por las barbaridades que narran y cómo las narran, tanto a la risa como al horror o al asco. Son tan tremendas como sorprendentes y cercanas porque, ya me lo dirán cuando las vean, con más de una nos sentiremos identificados aunque no nos atrevamos a reconocerlo en voz alta:
1. Pasternak: a todos aquellos que te han jodido la vida. ¡Atracón de risa inicial!
2. Las ratas: el que la hace la paga. ¡Ten cuidado con lo que deseas!
3. El más fuerte: genuinos machos al volante. ¡Geniales Leonardo Sbaraglia y su partenaire! No se pierdan la melodía "Corazón de fuego". MI FAVORITA. ¡Es la caña!
4. Bombita: la lucha, en solitario, contra la jaula de hierro de Max Weber. ¡Un héroe nacional!
5. La propuesta: justicia universal, o no. ¡Por algo se dice que la justicia es ciega!
6. Hasta que la muerte nos separe: para terminar nada mejor que una celebración familiar. ¡Una boda de cuento!
Intriga, violencia y comedia. ¡Hacia tiempo que no me reía tanto en el cine! Esta película es muy divertida pero, se lo advierto, se trata de humor macabro, o negro como prefieran llamarlo, no apto para todos los paladares.
El director nos muestra como basta un segundo, el tiempo que se tarda en tomar una mala decisión, para cruzar la línea que separa el orden del caos. Perder el control y dejarse arrastrar por el vértigo y el placer que ello conlleva; comprobar que, efectivamente, la venganza es un plato que se sirve frío y se come despacio.
Damián Szifrón emprende una cruzada contra los tiranos, los que se creen superiores a los demás, los macarras abusones, el sistema, los ricos y los finales felices. ¡No deja títere con cabeza!
La película es cruel, maliciosa, brutalmente divertida y esconde una original y demoledora carga de critica social.
¡Sencillamente brillante!
¡Tiembla Tarantino!

El juez


Es una película fantástica. Joaquín Phoenix realiza una interpretación soberbia, sin adornos, ni artificios. Una demostración de lo que es ser un ACTOR con mayúsculas, algo que está al alcance de muy pocos. De hecho creo que si ahora mismo pienso en quien podría hacer algo así, me vienen a la mente solo tres o cuatro nombres: Robert Downey Jr., Anthony Hopkins, Al Pacino, quizás Johnny Depp..." Esta es parte de la critica que escribí, en 2008, sobe "Two Lovers", de James Gray (actualmente en esa lista no podría faltar Michael Fassbender).
Buenos diálogos, magníficos silencios, excepcionales primeros planos que traspasan la pantalla y te conmueven, miradas intensas... "El juez", de David Dobkin, pone de manifiesto que no me equivocaba con Downey Junior porque junto al otro Robert, Duvall, nos ofrece una lección de cómo remover y activar las conciencias dormidas haciéndonos sentir sobrecogidos y totalmente desarmados.
Hank Palmer, un importante abogado con pocos escrúpulos, tras la muerte de su madre regresa a su hogar. Después del entierro, deseoso de salir del lugar donde pasó su infancia, se entera de que el juez del pueblo, su padre de quien está distanciado, es sospechoso de haber cometido un crimen. La investigación del caso lo llevará, poco a poco, a restablecer con los suyos una relación que estaba rota.
Un abogado inteligente, arrogante y tan simpático y encantador como cruel cuando toca serlo. Un mal hijo. Un juez fuerte, orgulloso, comprometido con la justicia por encima de todo, más implacable con su propia familia que con el delito. Un mal padre.
Dos personas que se respetan y admiran en la distancia pero que se odian y se muestran incapaces de comunicarse en la cercanía. Dos almas perdidas que anhelan encontrarse y perdonarse pero no saben como hacerlo. La justicia, su nexo de unión, les mostará el camino.
La familia no la eliges, no te puedes librar de ella cuando te apetezca. Aunque te mudes a miles de kilómetros de distancia va contigo. Nuestra personalidad es el resultado de las circunstancias y experiencias, tanto positivas como negativas, que vivimos durante la niñez en el seno familiar.
En nuestro desarrollo es vital la presencia de adultos que nos sirven de modelo y nos provean de amor, comprensión y disciplina. Las carencias, la falta de afecto o el abandono, generan niños desconfiados y temerosos.
Un entorno nocivo, además, altera la capacidad de controlar los impulsos y trastorna las relaciones con los demás, la disposición para la intimidad, la habilidad para verbalizar sentimientos y la aptitud para adoptar el punto de vista de otros.
Un espectador comprometido no sale indemne de una sala después de ver un drama de este tipo. Las difíciles relaciones familiares han servido de argumento a grandes películas como "The Savages" de Tamara Jenkins, "In the Bedroom" de Tood Field, "Heredarás la tierra" de Jocelyn Moorhouse o la más reciente "Agosto" de John Wells.
Acontecimientos traumáticos, como la enfermedad o muerte de alguno de los progenitores, vuelven a reunir a familias que llevan años sin verse ni relacionarse creando un ambiente propicio para que afloren a la superficie reproches, mentiras, rencillas y rivalidades inconfesables; recuerdos todos que perturban la conciencia y el equilibrio nervioso.
Aristóteles definió la catarsis como la facultad de la tragedia de redimir al espectador de sus propias bajas pasiones al verlas proyectadas en los personajes de la obra: al involucrarse en la trama, la audiencia puede experimentar dichas pasiones junto con los personajes y contemplar el castigo, merecido e inevitable de éstas pero sin experimentarlo él mismo. Pero a veces no es así.
Es muy difícil no verse reflejado en las tragedias familiares. Siempre hay frases similares a otras que recuerdas haber dicho en un momento de rabia, esas de las que ya te estás arrepintiendo antes de terminar de pronunciarlas, gestos idénticos de los que te avergüenzas, ausencias que te duelen y que no puedes compensar.
Hay que elegir el momento adecuado para ver esta película porque es tan buena que no disfrutas viéndola. A mí la relación paterno filial del juez Palmer y su hijo me afectó, me involucre en la historia y sufrí con sus miserias. ¡La escena de la bañera es durísima!
No obstante, deja un resquicio para la esperanza y un mensaje claro: por encima de todo defiende tu legado porque es lo mejor que tienes.