martes, 18 de octubre de 2011

El ilusionista

Excelente técnica en la película de animación "L'Illusionniste", de Chomet




Jaques Tati (1907-1982) fue un genial director de cine francés (aunque sus orígenes son complejos, de hecho, su apellido paterno es Tatischeff). Comenzó su andadura como aprendiz en un negocio familiar. Curiosamente, fue en un equipo de rugby dónde descubrió su vocación por el espectáculo.

Poco a poco, va entrando en el mundo del Music Hall y en el cine, carrera que se ve interrumpida por la guerra. Fue desmovilizado ante la rápida derrota francesa, y sigue su carrera en el cabaret. Finalmente, colaborando con el director de cine Fred Orain, comienza la parte más importante de su carrera. Su primera película, “Jour de fête”, fue un éxito en 1949. En 1953, “Les vacances de M Hulot” logra un gran éxito mundial. “Mon oncle”, otro gran éxito, data de 1958. Logró el Oscar a la mejor película extranjera. Por desgracia, su siguiente proyecto, “Playtime”, le arruinó completamente. Finalmente, aquejado de graves problemas de salud, murió en 1982. La película que más me impactó en su día es “Mi tío”, una crítica universal de la modernidad acelerada y deshumanizadora. El estilo de Tati se basa en el cine mudo, en el que la expresión corporal y la composición de la escena son más importantes que los diálogos.

Por su parte, Sylvain Comet es un artista francés experto en animación y cómic. Su primera película de animación fue “Bienvenidos a Belleville” (2003). Recientemente ha estrenado su último proyecto, la estupenda “L’illusionniste”. Está basada en un guión de Tati que nunca se llevó al cine. Está ambientada a finales de los 50, cuando los espectáculos tradicionales de music-hall están en decadencia. Los acróbatas, malabaristas y ventrílocuos están pasados de moda. Poco a poco, el cine y los conciertos de rock van vaciando los teatros de variedades. El protagonista, un elegante y triste ilusionista al final de su carrera, se ve obligado a empaquetar sus escasas posesiones en su maleta, su pequeño baúl de ilusionista, y su enorme conejo, para dejar París y probar suerte, primero en Londres, y finalmente en un provinciano y precioso Edimburgo. La historia es tierna, nostálgica, y profundamente triste. Es la decadencia de un arte, pero también el final de una época. Los dibujos de esta película de animación son excelentes, con unos efectos de luz sorprendentes. París, Londres, la naturaleza, Edimburgo, los viajes en tren…todo parece real y mágico al mismo tiempo. Una película de animación con un ritmo tranquilo al que no estamos acostumbrados en este género, en la que los silencios dejan espacio para que el espectador la recree y la adapte a sus propias vivencias. Una historia sencilla y profunda, sobre la soledad y el cambio constante de la vida.

http://es.wikipedia.org/wiki/L'illusionniste


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