viernes, 28 de junio de 2013

“Una providencia especial”, Richard Yates


Richard Yates me acongoja. ¡No puedo evitarlo! (como diría el malvado Vizconde de Valmont de “Las amistades peligrosas”). No creo haberme enfrentado a ningún otro escritor que resulte tan fácil de leer y tan difícil de asimilar.

No habla de grandes tragedias ni horribles sucesos que te permitan contemplarlos desde una confortable distancia. Su campo de acción es la existencia cotidiana presentada con una crudeza tal que te deja noqueado. No puedes escapar, formas parte de la historia a tu pesar y nunca sales indemne.

Me sigue sorprendiendo esa capacidad suya de descolocarte, de removerte por dentro, de hacerte reflexionar. Al menos a mí me pasa (http://elfrikismoilustrado.blogspot.com.es/2012/08/escritores-americanos-richard-yates.html)

En “Una providencia especial” vuelca toda la amargura que le supuso su participación en la II Guerra Mundial: a través de los ojos del soldado Robert Prentice, 18 años recién cumplidos, nos narra la realidad de la guerra (inútil, sucia, cruel) tan alejada de los sueño de grandes gestas, camaradería y heroicidades con los que se llenó la cabeza de los crios que se alistaron para participar en esa contienda, quienes apenas sabían, ni podían, como sujetar un fusil.

Relata, sin piedad, los momentos de desconcierto y terror que supone cada intervención bélica, a la vez que nos hace participes de los pensamientos entrecortados de unos jóvenes que, presos del terror, intentan avanzar guiados por sueños de gloria, hasta que éstos estallan en mil pedazos cuando ven como a su alrededor van muriendo sus compañeros.

Paralela a la historia del soldado Prentice corre la de su madre, Alice Prentice, una mujer diferente con aspiraciones artísticas. Una mujer que, pese a chocar una y otra vez con las penurias económicas, se niega a aceptar su situación y deja transcurrir la vida en medio de una pompa de jabón, rellena de mentiras y falsas apariencias, a punto de explotar en cualquier momento.

Una madre absorbente que utiliza a su hijo como parapeto contra la adversidad.

Una mujer sola.

martes, 25 de junio de 2013

Firefly: aventuras en el oeste espacial



Firefly es una serie americana del año 2002, creada por Joss Whedon; un director, productor y escritor de cómics, conocido por su trabajos en X men, Shield, etc. La serie nos sitúa en un futuro relativamente próximo (2517). Tras la victoria de Alianza central, poderosa y dictatorial, en una guerra contra los rebeldes, el Capitán Mal Reynods (Natha Fillon), un aventurero justo y lleno de recursos; y su mano derecha, la leal guerrera Zoe Alleyne (Gina Torres), se hacen con una cascada nave de transporte de segunda mano y se lanzan a ganarse la vida como “transportistas”. Por desgracia, las duras circunstancias les obligarán a aceptar trabajos cada vez más alejados de la ley y arriesgados, en los confines de la civilización. A su tripulación irán incorporando personajes estrafalarios y divertidos. El piloto Hoban Wash (Alan Tudyk), un as de la aeronáutica; la jipiosa y encantadora mecánica Kaylee (Jewel Staite), el matón Jayne Cobb (Adam Baldwin), siempre dispuesto a repartir cera en cualquier planetucho perdido; el supuestamente predicador Derrial Book (Ron Glass), capaz de saltarse un precepto o dos en un momento dado; el médico Simon Tam (Sean Maher) con su enigmática y enferma hermana River (Summer Grau), y la hermosa prostituta de lujo Inara Serra (Morena Baccarin), que añade intriga y erotismo al conjunto.
 

Todos ellos nos llevarán a extraños mundos fronterizos, más propios del salvaje oeste que de la ciencia ficción. La tecnología, los personajes y las aventuras se sitúan a medio camino entre Tatooine y laas Montañas Rocosas. Los protagonistas manejan avanzadas pistolas láser, pero habitualmente tienen que recurrir a viejos Winchester o revólveres. Las naves disponen de gravedad artificial, aunque sus motores parecen sacados de Mad Max o de un submarino de la Segunda Guerra Mundial. Las comunicaciones son buenas, pero las consolas de mando, las herramientas y los vehículos son variopintos y artesalanes. Parece como si los creadores hubieran asaltado el almacén de un estudio cinematográfico de noche para pillar el material de la serie. Por supuesto, esto le da un encanto especial, alejado del glamour de la tecnología punta de películas como Obvlivion o Avatar, llenas de gadgets de última moda y vacías de guíon. Porque es precisamente este último el punto fuerte de la serie: diálogos rápidos e ingeniosos, situaciones divertidas o peligrosas resueltas con humor, ingenio y sorpresas, personajes inolvidables, malos buenísimos, buenos pillines, princesas con navajas en la liga, nobles de doble vida, aventureros, cazarrecompensas, mafiosos, contrabandistas, prostitutas, sheriffs, chulos de bar, borrachuzos, duros mineros, traidore,s espías, federales cabroncetes…configuran un mundo duro y peligroso, pero enormemente divertido.

La obra está inspirada en el duro destino de los perdedores de la Guerra Civil americana. Muchos de ellos tuvieron que emigrar al Oeste y buscarse la vida alli. Específicamente, Whedon se basó en la novela “The killing Angels” de Michael Shaara, sobre la Batalla de Gettysburg. 

Mención aparte merece la estupenda nave de la clase Firefly (luciérnaga), Serenity. Resistente, curtida en mil aventuras, maniobrable y llena de huecos y trastos, es un aspecto clave de la trama. Todos los personajes se van identificando más o menos con su nave, especialmente la divertida mecánica, enamorada de su motor. La serie se ajusta bastante bien a la ciencia; por ejemplo, no hay sonido en las escenas espaciales. Eso si, utiliza gravedad artificial, un recurso casi imprescindible para este tipo de series. Otro truco muy interesante es la existencia de un lenguaje universal, una especie de chino, aunque los protagonistas hablan inglés entre si. Todas estas ideas y muchas más suplen un presupuesto limitado, que no da para grandes efectos especiales. Pero no se echan de menos. 

¿Tiene algún "pero" esta serie? Si, un defecto enorme…¡¡¡sólo se rodó una temporada !!! ¿Cómo es posible? A pesar de las presiones de sus seguidores, sólo se consiguió una breve continuación en forma del película: Serenity. De hecho la ví en su día pero no la entendí bien, sin haber visto la serie previamente. Planeo volver a verla, evidentemente.

Al parecer los fans (llamados browncoats) se organizaron bien, y existe incluso un documental que cuenta su historia, “done the imposible”. La serie ha ido escalando puestos entre las clasificaciones de las mejores series de ciencia ficción, y ha alcanzado un estatus de serie de culto. Todavía se mantiene el foro de discusión original sobre la serie.

  Por lo tanto, es una serie tristemente inacabada, como le paso a Deadwood. ¿Se retomará algún día? Por desgracia ya han pasado más de diez años...



En todo caso, si te gusta la ciencia ficción y el cine del oeste, la disfrutarás.
 








sábado, 22 de junio de 2013

El hombre de acero

Lo mejor de la película es el nacimiento de Clark en Krypton. Si obviamos las mareantes escenas voladoras (para la mayor gloria, nuevamente, de las dichosas 3D), esa parte entretiene bastante por la profusión de instrumentos y maquinas (unas veces sorprendentes, otras graciosas, algunas ya vistas), que buscan mostrarnos una civilización que se encuentra a años luz de la tierra, aunque eso sí, solo en cuanto a tecnología, porque si de resolver conflictos se trata cuando la pistolita última generación no tira, se utiliza el método terrestre por excelencia, es decir, a puñetazo limpio. Así acaban haciéndolo Jor-El (ahí el bueno de Russell jugaba con ventaja porque después de “Cinderella man” algo le quedaría, ¿no?) y el traidor General Zod interpretado por Michael Shannon (¡que lejos de su brillante papel en “Take Shelter”!)

Cuando Krypton desaparece del mapa, y de la película, se acabó lo que se daba. Nos cuentan, recurriendo a la analepsis, de manera simplona y tópica la vida de Superman en la granja y su disgusto cuando se entera de que es un E.T. Nos cuelan en la historia a una, igualmente simplona, Loise Lane (Amy Adams), presentándola como una aguerrida reportera que, con su naricilla pecosa, es capaz de poner en jaque al FBI y al mismísimo ejercito de los EEUU si se le cuadra.

Aunque Henry Cavill ha dotado a este superhéroe, gracias a su impresionante físico y al nuevo diseño del traje (al que, por fin, le han quitado los ridículos calzoncillos rojos por fuera), de un atractivo sexual del que siempre careció, no le aporta nada más. ¡Con lo fascinante que resultaba en su papel de Duque de Suffolk en “Los Tudor”!

Ahora bien, con quien más disfruté fue con la presencia de Laurence Fishburne al que ya casi considero de la familia porque, últimamente, me lo encuentro lo mismo en la TV como CSI que, como en el caso que nos ocupa, de director del “Daily Planet”. Eso sí, cada vez más gordo, algo que tiene que agradecerle a los “suculentos” guisos del Doctor Lecter, ya que también aparece en la estupenda serie “Hannibal” de la cual soy ferviente seguidora.

Dicho lo anterior, poco más queda: 43 minutos, escasos, de pobres diálogos y 100 minutos de ruido, ese es el resumen.

No sufras Ironman, sigues siendo mi favorito.

















viernes, 14 de junio de 2013

Tuneando un Dobson 150 de Pedret


Aunque normalmente escribo sobre novelas o cine, en esta ocasión lo voy a hacer sobre mi gran afición: la astronomía.
 
Mi segundo telescopio fue un Dobson de Optic´'s Pedret, comprado en Óptica Roma en el año 1998. Entonces era uno de los pocos telescopios Newton en montura Dobson disponibles. Tenían de 6, 8 y 10 pulgadas, y yo elegí el primero, más que nada porque los demás no me cabían en mi pequeño Fiat Punto, jeje. Hace 15 años (no es tanto), la oferta en telescopios era mucho más reducida que la actual, y los precios, mucho más elevados. Creo recordar que me costó 50.000 pesetas; ahora por 300 euros compras un 8 pulgadas.
 
Lo utilicé durante varios años, hasta que me pasé a un Meade LXD 75 (un SC de 8 pulgadas, primero en una EQ 5 y luego en la montura original LXD). Ahora la montura LXD está averiada, así que he recuperado el Dobson. Como tenía que limpiarlo, aprovechando el pase por el taller, me propuse añadirle un sistema de círculos graduados, ya que me encantó el que ha puesto nuestro amigo Juan en su GSO Dobson de 10". Este sistema permite encontrar objetos mediante coordenadas horizontales. Para ello se necesita algún programa tipo Stellarium, que nos permita consultar en tiempo real las coordenadas del objeto, su azimut (0-359º) y su altitud (0-90º). La disponibilidad de estos programas en versiones Apple y Android han supuesto un gran avance. En concreto, yo utilizo la versión para Android, que es gratis, en una Nexus 7, muy cómoda para llevar a las observaciones. El otro día en los Montes de Toledo lo probamos con éxito.

http://www.stellarium.org/

Aquí vemos un sistema similar al que yo buscaba, en un telescopio más pequeño, de 8":


 ¿Sería posible en un 6"? ¿Darían los círculos más pequeños suficiente precisión para buscar objetos?

Bueno, lo primero era desmontar el telescopio y limpiarlo un poco. Debo decir que es una operación que nunca había realizado, así que me daba bastante miedo, aparte de que no tengo experiencia en modificar o construir telescopios. Pero por otra parte, el telescopio estaba ya algo viejo y amortizado, así que me lancé a ello.

Como comprobé que el espejo primario estaba bastante sucio, quité la celda de sujeción para limpiarlo, marcando los tornillos tal como me recomendó Enrique Pereira en Navas. Aquí podemos verlo, con mucho polvo y rayas. No en vano saqué piedrecitas y ramillas del tubo...los Dobson soportan una vida dura.


¿Cómo limpiarlo? Para ello lo más sencillo me pareció seguir las excelentes instrucciones de Patricio Domínguez, disponibles en su página web:

http://www.astrosurf.com/patricio/tecnicas/limpieza-espejo-LB16.htm

En resumen: detergente y ducha, frotado con mucho cuidado, aclarado con agua destilada y secado en vertical. Aquí vemos el espejo secándose:


El resultado final que he obtenido no es malo, pero no he conseguido eliminar un par de manchas ; y los arañazos siguen, claro. Seguramente le vendría bien un realuminizado, pero no me quiero meter en más lío.

Por otra parte, tocaba limpiar el tubo y la base, cambiar algunos tornillos oxidados, limpiar el bonito óxido verde del cobre (se aprecia en los soportes del espejo primario), etc. Aquí vemos la sufrida base; he cambiado la mitad de los tornillos, dejando de un color los que sujetan el espejo, y de otro los que lo empujan, aparte de retocarla un poco con pintura negra.

 
Al desmontar me daba miedo encontrarme con muelles oxidados, ya que reemplazarlos podía ser complicado. Pero no, este espejo no tiene muelles, va sujeto a la celda por tornillos recubiertos de un fieltro protector. Parecía bien conservado así que no lo he tocado. Me parece un sistema sencillo a la par que elegante, jaja...
 
 
Por cierto, al montar de nuevo el espejo me quedaba un poco holgado, y se movía algo incluso con los soportes de cobre, no se si esto es normal. Le he puesto un poco de relleno por los bordes, con un papel plastificado doblado, y así no se mueve nada.
 
Aquí vemos el tubo sin el espejo. Es curioso el diseño, ya no se ven así. Comentar que por desgracia no dispongo de un buen espacio para estos trabajos, así que he tenido que utilizar una cama, la mesa de la cocina...no es lo más adecuado, desde luego.
 
 
El tubo por dentro conserva la pintura negra perfectamente. Por su parte el secundario estaba también bastante sucio. Le he quitado el polvo pero no lo he desmontado, quizás en otra ocasión.
 
Bueno, ahora toca la operación círculos. Para ello utilicé un modelo que me envió Juan Sanz, lo saqué en una imprenta al tamaño adecuado (27 cm de diámetro), lo recorté y lo grapé a la base de esta forma:
 
 
 
He tenido que agujerear la transparencia en los tres puntos de apoyo, de teflón, y en el centro para el eje de giro, claro. Aquí compruebo una pequeña cagadilla: los números bonitos miran para dentro, y yo los necesitaba para fuera, ya que la ventana a abrir tiene peculiaridades, no es la misma que en un Lightbridge. En mi caso, he tenido que perforar una ventana doble, lateral y en la base, así que no puedo llegar a ver los números. Bueno, no problemo, los dibujo a mano con un rotulador indeleble, eso si, con una caligrafía un tanto chusca....
 
Y llegamos a la operación ventana, la más complicada de todo. Su profundidad está limitada por la distancia de los soportes de teflón al borde, 4 cm. Para abrirla he utilizado una taladradora, una sierra de calar y un serrucho para atacar el borde de las dos caras perpendiculares. No vi fácil desmontar la base en forma de caja, así que me atreví con esta solución. Luego igualé un poco el corte con una Dremel, pero el resultado es sólo regular. Aquí vemos el corte en bruto:
 
 
Y aquí una vez lijado, aplicando cinta de cantear para evitar que entre la humedad en el contrachapado, y con algo de masilla:
 
 
Le pongo también una linternita de los chinos pintada de rojo. La aguja es una de coser grande, sujeta con un tornillo, lo que le da algo de recorrido para poder calibrar. El resultado no es bonito pero parece suficientemente práctico, ¿funcionará?. Eso si, hay que agacharse para consultarla, no es tan cómoda como los elegantes círculos en las bases circulares actuales.
 
Para calcular la inclinación del tubo unos cuantos amigos del grupo hemos pedido clinómetros como los de Juan, que dan un excelente resultado. Hay que comentar que nos ha Dobson-circulizado a varios (un Lightbrigde de 12 pulgadas de José Luis y el nuevo 12 pulgadas de Pablo). Pero mientras llegan los clinómetros, decido hacer una prueba con otro círculo graduado, esta vez en el lateral:
 
 
El círculo va grapado, con cuidado para que el centro del su radio coincida con el eje de giro del tubo. La cinta aislante cutrecilla permite un poco de holgura para calibrar la aguja. Finalmente, un nivel permite la calibración a 0 grados. En la base van también dos niveles para equilibrarla en el campo. Para transportarlo, es mejor quitar la aguja. Se pone y se calibra en un minuto.
 
Y aquí el resultado final:
 
 
 
Y aquí toca comentar el fallo más gordo, aunque tiene una parte buena. Tenía la idea de que este tubo era reversible, para usarlo obsevando a la izquierda y a la derecha, pero luego caí en que por los buscadores el observador debe ir mejor a la derecha...y tengo la ventana a la izquierda. Esto me obliga a cambiarme de lado, pero tiene un efecto secundario bueno: puedo a dejar las lucecitas rojas de ambas agujas encendidas y observar sin que molesten (y siempre que no haya nadie observando al otro lado, claro).
 
Siguiente operación: colimado de los espejos secundario y primario, siguiendo el método de Patricio, que lo explica perfectamente en su blog, utilizando un ocular Chesire. Alineo los buscadores (el original de 30 mm y un telrad añadido), y listo para la primera prueba...
 
Y finalmente, lo pruebo por la noche desde una ventana mirando al norte y otra al oeste....¡Funciona, funciona!!. Con un ocular de 32 mm, que da algo más de un grado, consigo pillar las estrellas que busco casi todas las veces. Incluso es posible calibrar el sistema sin la polar, lo consigo con Régulo, ayer un poco por encima de la luna. A ver que tal se porta en la próxima salida.
 
Bueno, esta ha sido mi primera experiencia tuneadora. Lo siguiente es ponerle aletas al buga, jeje...espero que os haya sido de interés. Por cierto, el Lightbride de José Luis (Bigban) está quedando mucho más bonito, supongo que subirá alguna foto al foro Hubble.
 
Finalmente, añado otros pequeños detalles al invento. Una minúscula brújula de poco más de 1 cm, pero que funciona perfectamente:
 
 
 
Un portaoculares-portaobjetos, a partir de un estuche escolar comprado en un chino, recortado y barnizado:
 

Y finalmente lo más importante: un clinómetro digital, para dar mayor precisión a la búsqueda:
 
 
 
En la primera prueba a cielo abierto, todavía sin el clinómetro, conseguí una precisión de un grado o así, y meter los objetos en el campo del ocular de 32 mm casi la mitad de las veces. Es importante mejorar un poco porque el buscador es de 30 mm, insuficiente para ver bastantes objetos de cielo profundo. Supongo que con el clinómetro mejorarán las búsquedas.
 

miércoles, 12 de junio de 2013

Canción negra: Joaquín Sabina

El 12 de febrero de 1949 nacía Joaquín Ramón Martínez Sabina en Úbeda, la ciudad de los cerros, frente a la solemne Sierra Mágina, a la que se empeñó en renombrar, anteponiendo una “i” y cambiando el acento, a base de notas y versos, lo que marcó su camino desde la confusa adolescencia.
 
Es por mi que se va a la ciudad del llanto, es por mi que se va al dolor eterno y el lugar donde sufre la raza condenada, yo fui creado por el poder divino, la suprema sabiduría y el primer amor, y no hubo nada que existiera antes que yo, abandona la esperanza si entras aquí”. Y entró. El “perro andaluz sin domesticar”, lejos de arredrarse, cruzó la puerta del infierno dando inicio a su particular, y Divina, tragiComedia.

Este incomodo e irreverente ubetense, tras años de exilio, complicados avatares y escarceos varios, recaló en Madrid y Madrid lo adoptó. Así comenzó su romance más duradero.

Sabina es, fue, el hombre de vida licenciosa, el CRÁPULA con mayúsculas. El héroe solitario que combate, a base de retranca e ironía, la fidelidad, el matrimonio, la paternidad, la seguridad, la monotonía.

Defensor de putas, ladrones, borrachos y otras gentes de “buen” vivir. El poeta de la contradicción y el desatino, de las buenas corridas y mejor vino.

Porque no es “un fulano con la lágrima fácil, de esos que se quejan solo por vicio”, resulta imposible saber donde termina el artista y empieza el hombre.

Disipación, embriaguez. Oscuridad, lucidez. Cara oculta del Retrato de Dorian.

Residente habitual del sótano de los bajos fondos, ¿quién mejor que él para hacer CANCIÓN NEGRA?

El caso de la rubia platino

Me adelantó un talón de setecientas
más gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino,
mi último tren llegaba con retraso,
así que decidí aceptar el caso
de la rubia platino.

Yo era un huelebraguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia,
extorsión y líos de faldas,
estaba, como buen expolicía,
a sueldo de un pez gordo, que sabía
cubrirse las espaldas.

Ninguna zorra vale ese dinero,
pensé, mientras dejaba mi sombrero
nuevo en el guardarropa,
cantaba regular, pero movía
el culo, con un swing, que derretía
el hielo de las copas.

Cuando salió, por fin, del reservado,
sentí que las campanas del pasado
repicaban a duelo,
la última vez que oí esa melodía
me recetaron tres años y un día,
más IVA, en la Modelo.

Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.

Los besos que te dan las chicas malas
salen más caros cuando los regalan
y huelen a fracaso,
pero el crupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena
y el caso era un gran caso.

En un bistró, del puerto de Marsella
nos fuimos demorando, entre botella
y botella de Oporto:
"Los que pusieron precio a tu cabeza
le dije exagerando su belleza,
se habían quedado cortos".

Puede que me estuviera enamorando,
porque, antes del café, cambié de bando,
de hotel y de sombrero.
Mi viejo puso un cuarto, con dos camas,
fingiendo que la dama era una dama
y su hijo un caballero.

Ni siquiera, señores del jurado,
padezco, como alega mi abogado,
locura transitoria.
Disparé al corazón que yo quería,
con premeditación, alevosía
y más pena que gloria.

Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
diez de los grandes por seguirle los pasos,
a la rubia platino.

Para volver a ser alguien, en el ambiente,
necesitaba un par de buenos clientes,
algo para mis vicios y un despacho decente,
no dan para comer las putas del barrio chino,
todos los lunes no me encargan el caso
de la rubia platino.

Para no ser un cadáver, en el tranvía,
aparte de tener gramática parda
hay que saber, que las faldas, son una lotería;
con luz de gas brilló mi lámpara de Aladino...
me daban diez de los grandes
por el caso de la rubia platino.


jueves, 6 de junio de 2013

Searching for sugar man



ATENCIÓN: este documental funciona como un relato de misterio...y revelamos cosas, así que es aconsejable verlo antes.

Sudáfrica, años 70. Durante la dura etapa del Apartheid, la música de un cantautor norteamericano, Rodríguez, triunfa como símbolo de la esperanza y el cambio. Sus canciones suenan en todas las fiestas, la gente conoce las letras de memoria, los casetes pasan de mano en mano. Sus álbumes, Cold fact (1970), y Coming from reality (1971) se copian y se venden a millares. Un disco recopilatorio, At his best, es disco de platino en el país. Rodríguez se había convertido en un símbolo de la lucha por la libertad.
En 1991 la primera edición de sus discos en CD aumenta todavía más su popularidad. Por desgracia, el cantante no había publicado ningún álbum nuevo.  No salía en televisión ni en las revistas, no había fotografías excepto las de los propios discos.  Al parecer, se había suicidado en un escenario: unos decían que de un tiro, otros incluso que se quemó a lo bonzo cuando fracasó en un concierto…
En el año 1998, sin embargo, un fan sudafricano escucha que Rodríguez sigue vivo en su ciudad natal, Detroit. Para comprobarlo, lanza una página web (debió ser una de las primeras), y la hija de Rodríguez se lleva una gran sorpresa cuando la encuentra, y ve una foto de su padre en un cartón de leche con la leyenda “se busca”. Después contacta con el autor de la página, y finalmente, Rodríguez, que había dejado prácticamente la música, es invitado a dar seis exitosos conciertos en Sudáfrica.
Este tour le supuso un reconocimiento en algunos países, pero seguía siendo un desconocido en EE.UU. y casi toda Europa. Finalmente, en 2012 se estrena el magnífico documental “Searching for sugar man”, que narra con detalle, de una manera divertida y entrañable, esta increíble historia. Gracias a este documental, mucha gente hemos conocido a este interesante cantante, no sólo ya por su música (bastante buena a mi entender), sino sobre todo por su historia de trabajo y humildad, y de éxito tardío.
El documental sueco (Malik Benjelloul) está muy bien planteado y ha cosechado premios, como el BAFTA y sobre todo, el Óscar 2013 al mejor documental. Una historia que hace bueno el dicho “la realidad supera la ficción”…

miércoles, 5 de junio de 2013

Death from the skies! El universorr quiere hacer pupitar



Philip Plate es un astrónomo muy conocido en el mundo de la divulgación científica, gracias a su página web www.badastronomy.com.

 
Cuando publicó un libro con el sugerente título “Dead from the skies: the science behind the end of the World”, no tuve más remedio que leerlo.


En este libro, el autor narra con humor las distintas maneras que tiene el universo para liquidarnos. La más conocida sin duda es la caída de un asteroide, popularizada en películas de ciencia ficción. Phil Plate describe como sería el impacto de un asteroide capaz de destruir la vida en la Tierra, y los conocimientos científicos en torno a este evento. Pero además nos cuenta que ideas se barajan para poder evitar un impacto en el futuro.

Además de los asteroides, en el universo acechan otros muchos peligros, algunos bastante exóticos: desde el estallido de una supernova a una distancia corta (que como es bien sabido, es donde uno se la juega), hasta el eventual paso de un agujero negro a través del sistema solar, el autor divulga con maestría los efectos en la tierra y en nuestra estrella, y si existe o no alguna forma de prevenir dichos eventos (normalmente no, por desgracia…)

El libro resulta apasionante y preciso desde el punto de vista científico. Hay aspectos poco conocidos, como la posibilidad de que las extinciones masivas en la Tierra estén relacionadas con una fluctuación periódica de la órbita del sol en torno al centro de la galaxia. Al parecer, cada cierto tiempo (millones de años), el sol se eleva algo sobre el plano galáctico, y la tierra queda sometida a más cantidad de rayos cósmicos.


Mención especial merece la parte final del libro, dedicada a la cosmología. En ella nos cuenta el origen del universo (el actual, al menos), y su probable futuro, en el que poco a poco las estrellas se irán apagando. Plate trata de transmitir de alguna manera la inmensidad del tiempo profundo, de los millones de millones de años que tienen que transcurrir todavía para que las galaxias se vayan separando, y hasta la misma materia acabe degradada y evaporada. Es un capítulo triste pero realmente interesante y original.


En definitiva, un estupendo libro de divulgación astronómica, que nos recuerda que los mismos fenómenos que dieron lugar a la vida nos la pueden quitar en un momentito. Ya lo decía Julio Iglesias: agua dulce, agua salá, bendita la vida, te quita y te da….